Para hablar con sigilo del GAL, el magistrado recibió a Pedro J. en su casa; no en una cacería
¿Cree Ramírez que cuando apoyaba a Garzón intermediando con Cascos, el juez sí era imparcial?
El martes 7 de febrero de 1995, hacia las doce de la noche, alguien llamó al teléfono particular de Baltasar Garzón. El juez de la Audiencia Nacional estaba dolido y asustado por una manipulada información periodística, aparecida enABC, muy grave para él y para su familia. Quien hablaba con Garzón, le dio inequívocas muestras de su respaldo.
Lo que está en juego
El interlocutor le añadió con cierta emoción: “Que sepas que te vamos a apoyar a tope porque lo que está en juego es que en España la justicia sea igual para todos…!” El que elogiaba con fervor a Garzón no era otro que Pedro J. Ramírez, director de El Mundo. “Colgué el [teléfono] con un nudo en la garganta”, apostilla el periodista.
Reproducción literal
Cuanto he escrito hasta aquí es un reproducción literal del libro Amarga Victoria, que fue publicado el 2005 por La Esfera de los Libros -la editorial vinculada a El Mundo- y, en primera edición, por Editorial Planeta, el año 2000. Otra versión parecida -y claramente autorizada por Ramírez- se halla en el libro El tercer hombre, de Espasa hoy, editada en diciembre de 1995, cuya autora es la periodista Esther Esteban, entrevistadora habitual del diario mencionado desde hace mucho tiempo.
El tándem Garzon-Pedro J.
Esteban no duda a la hora de resaltar en su libro la estrecha relación de Garzón y Ramírez, hasta el extremo de que uno de sus ladillos o titulares es “El tándem Garzón-Pedro J.: dos hombres y un destino”. Los puentes entre el director de El Mundo y Garzón eran tan fluidos como influyentes. Por aquella época, Ramírez era además el cabecilla del denominado Sindicato del Crimen y ejercía de incansable guerrero contra Felipe González
“Habla con Paco”
Y también era el estratega de la batalla contra el felipismo. En noviembre de 1994, tras jugar al pádel con José María Aznar en el madrileño club Abosota, le revela que “Amedo y Domínguez están dispuestos a colaborar con la Justicia y a hablar con nosotros, pero ponen como condición que su abogado tenga una reunión previa con vosotros…”. Aznar le respondió escuetamente: “Habla con Paco [por Álvarez Cascos] que es quien lleva esos temas”.
“Un puesto de trabajo”
Ramírez se reunió en su despacho con el que por esas fechas era el número 2 del Partido Popular. Le comunicó que lo que de verdad querían los dos policías de los GAL “es un puesto de trabajo”. Cascos, que procuró no mojarse, precisó, no obstante: “El PP ha demostrado que nunca deja tirado a nadie y que siempre se porta bien con quien se lo merece”. Y Ramírez sacó estas conclusiones: “Cabe deducirse que si colaboran con la Justicia lo probable será que les indultéis [cuando gobernéis]. Y diles también que nosotros como periódico lo apoyaremos…”.
El sábado siguiente
En proceso de conseguir que los dos policías volcaran información y documentos para El Mundo, Ramírez localizó a Garzón. Escribe textualmente: “Le propuse almorzar en algún restaurante discreto o tomar café en un hotel. Se lo pensó dos veces y me citó en su casa de Pozuelo el sábado siguiente por la tarde”. Puntualiza: “Aquella tarde sabatina de noviembre el único asunto que a mí me interesaba plantear era el de la pareja de inminentes 'arrepentidos'. Yo sabía que el 'trato' con Garzón estaba sólo pendiente de que él les garantizara su seguridad, pero ni siquiera intenté sonsacarle nada a ese respecto. El silencio de que quien calla otorga era ya suficiente corroboración”.
Igual para todos
Han transcurrido unos 14 años desde que Ramírez buscaba un “trato”, un acuerdo dicho de otro modo, con Garzón. Hace 14 años Ramírez, lo había convertido en el paladín de que “la justicia sea igual para todos” en España y lo halagaba manifestándole que desdeEl Mundo lo apoyarían “a tope”, como por cierto hizo más o menos en su conversación con Cascos a propósito de Amedo y Domínguez. Hace 14 años, el vaso comunicante o el intermediario oficioso entre Garzón y la cúpula máxima del PP era Ramírez.
Un traidor
Desde hace ya cerca de 12 años, Garzón dejó de ser para Ramírez “uno de los nuestros” y se transformó en un traidor. Estos días ha pasado a ser el enemigo número 1 del PP y de sus vectores mediáticos, con El Mundo de principal ariete. Ayer mismo, en el editorial de ese periódico –Garzón sigue de cacería contra el PP-, se podían leer cosas como las siguientes: “Garzón es un juez que no cree en el Derecho y lo tuerce a su antojo para sus propios fines, como ha demostrado en numerosas ocasiones. Ayer, el magistrado de la Audiencia volvió a ponerlo en evidencia en un auto en el que (…) aprovecha para meter el dedo en el ojo del partido de Rajoy”.
Apariencia de neutralidad
Y añade el editorialista: “Garzón no puede ser un juez imparcial por su inquina hacia el PP, pero es que además está contaminado por la cacería en la que cenó con el ministro de Justicia y un jefe de la policía judicial, lo que le resta esa apariencia de neutralidad exigible al que imparte justicia”.
El juez que no cree en la justicia
Cuando la inquina de Ramírez hacia el PSOE en general y, muy singularmente, hacia Felipe González la compartía con Garzón y, por supuesto, con el binomio Aznar-Cascos, entonces el director de El Mundo no se planteaba en absoluto si el juez era parcial o imparcial, neutral o no neutral. Menos aún habría proclamado Ramírez en su periódico que, en realidad, se trata nada menos que de un juez que no cree en la justicia y que la retuerce pro doma sua.
¿Contaminación?
En cuanto a la supuesta contaminación de Garzón por haber practicado el llamado arte cinegético y una cena con el ministro de Justicia, Fernández Bermejo, y un jefe de la policía, esos contactos no hacen más que confirmar que no se vieron para hablar de conjuras contra el PP u otras fantasías genovesas. De Garzón se pueden decir muchas cosas, salvo que sea tonto.
Una cosa es conspirar…
Como se lo demostró precisamente a Ramírez cuando –para hablar del caso Gal- eludió entrevistarse con él en un restaurante o un hotel -y, menos aún, si se lo hubiera propuesto, en una cacería- y prefirió verse en su casa. Y es que una cosa es conspirar o intercambiar con sigilo informaciones reservadas y otra hacerlo matando venados, naturalmente al aire libre, de día y ante mucha gente para luego, como guinda, cenar tranquilamente, expuestos en el candelero.
En el búnker
Ramírez en la actualidad ha decidido al fin –según los últimos indicios- cerrar filas con el PP. Quien hizo posible en su momento la victoria de Aznar hace ahora cuanto está en su mano defendiendo a un PP indefendible, encerrado en el bunker, negando la evidencia, lanzando cortinas de humo y creyendo que los aliados están muy lejos aún de Génova 13 y tal vez no lleguen nunca.
A un paso del abismo
Sabe Ramírez que tanto Esperanza Aguirre, su favorita, como Mariano Rajoy, su desdeñado, corren serios peligros. Es todo el PP el que está a un paso del abismo, incluido el gran amigo del periodista, con el que jugaba al pádel, Aznar, algunos de cuyos herederos del clan de Becerril –aquel tinglado político de Agag- son unos impresentables, como mínimo. Como ya apuntó en El Plural, hace unas semanas, Javier Valenzuela, a través de su blog, resulta que Ramírez ante el Watergate del PP en lugar de defender la verdad, defiende a Nixon. ¿Justicia igual para todos? Vamos, hombre.
Enric Sopena es director de El Plural