He visto un corte de la sesión de control al Gobierno. Había interés por la presentación de quien, en la Televisión donde estaba, han llamado “el presidente adjunto”, Alfredo Pérez Rubalcaba.
En la sesión, se levanta Dª Soraya, que es del PP, dice un par de gracietas y los del PP le aplauden entusiasmados, pensando: “¡mira que es maja esta chica!”
Se levanta D. Alfredo, le contesta con otro par de gracietas y los del PSOE le aplauden entusiasmados, pensando: “¡mira que es majo este chico!”.
Se acaba el corte y ya no veo más. Esto lo digo porque quizá, después, la cosa ha mejorado y han hablado en serio, y no les ha aplaudido nadie.
La cosa no está para aplaudir. Ahora tenemos a D. José Luis, nuestro presidente en funciones, que, después de arreglar Europa y varias cosas más, ha hecho una remodelación de Gobierno, en la que, por lo que dicen, le ha dado todo el poder a D. Alfredo. Algo se habrá quedado para él, digo yo.
Tenemos, por tanto, a D. Alfredo con mucho poder.
Pues D. Alfredo, ahora es el momento, y hay que aprovecharlo, para ir a la tele y decir doce cosas:
1. Que en la caja tenemos 15.686 millones de euros. (Esto es lo que había hace unos meses.) Usted lo actualiza y ya está.
2. Que con esos euros tenemos para muy poco, pero que algo es algo.
3. Que en España:
a. Las Administraciones (Autonomías, Ayuntamientos y Estado) deben 600.000 millones (de euros, claro).
b. Las familias: 900.000.
c. Las empresas: 1.310.000.
4. Y que esto suma 2.810.000 millones de euros, de los cuales debemos al exterior 1.780.000.
(Estos datos son de La Vanguardia de 10 de Octubre. Desde entonces, habrá habido alguna variación, pero millón de euros más o menos, no tiene importancia.)
5. Y, haciendo un resumen, D. Alfredo, usted podía decir que, en una familia en la que el gasto enloquece, la madre y el padre deben reunir a todos y decirles: “esto no puede seguir así.”
6. En España, el padre y la madre es usted, porque prefiero que el presidente en funciones siga estando en funciones, o sea, descansando en su casa, que es donde menos molesta.
7. Y usted tiene que decir a la nación que menos brotes verdes y menos desaceleraciones en la destrucción de empleo (frase que, por cierto, a los que sabemos poco, nos suele desconcertar bastante.)
8. Que la cosa está muy chunga, pero que saldremos adelante, aunque no lo pasaremos bien.
9. Diga que, como consecuencia, impuesto que ustedes puedan subir, lo subirán.
10. Que, además, gasto que puedan ustedes reducir, lo reducirán.
11. Y como todos entendemos lo particular y nos perdemos en lo general, diga que si una señora es funcionaria y, además, está casada con un chófer de un cargo autonómico inventado, la pobre va a sufrir por tres partes:
a. Porque le rebajarán el sueldo.
b. Porque cuando le despidan al señor del cargo inventado, le despedirán también al chófer, o sea, a su marido.
c. Porque, además, le subirán todos los impuestos posibles.
12. Y que esto será así porque el presidente en funciones, el 12 de mayo dijo aquella frase célebre: “he decidido hacer un plan de ajuste”. (No sé si es textual, pero es célebre y quiso decir eso, porque le dijeron que lo dijera).
Para no dar más encargos a D. Alfredo, que bastante trabajo tiene, os cuento que el otro día, en un programa de televisión, me preguntaron qué modelo me gustaba más: el de apretarse el cinturón o el expansivo.
El de apretarse el cinturón es el que tenemos y el que seguiremos teniendo durante bastante tiempo.
El expansivo es el que hemos tenido: crédito + crédito para pagar el primer crédito + crédito para pagar los intereses del primer crédito + crédito para pagar el segundo crédito y así.
Contesté que gustarme gustarme, prefiero el expansivo, porque la juerga, en teoría, es más divertida.
Digo “en teoría” porque el expansivo me parece un ataque al sentido común, y yo, cuando me tocan el sentido común, me pongo nervioso.
Cuando se actúa sin sentido común, pasa lo que pasa. O sea, que las familias no duermen, que las entidades financieras se quedan con nuestros pisos, que los gobernantes, a poca responsabilidad que tengan, tampoco duermen y que mucha gente protesta, porque se habían acostumbrado a vivir de una manera y esa manera se ha acabado.
Además, estoy convencido de que es muy bueno que se haya acabado, y, como soy optimista, digo que lo que viene ahora es una etapa apasionante, en la que, si algunos políticos no nos ilusionan, porque son incapaces de ilusionar ni a un rebaño de corderos, nos tendremos que ilusionar nosotros.
Nos tendremos que ilusionar nosotros, pero no estará mal que nos ayude un Gobierno, de izquierdas, de derechas, o de una de las muchas variedades del centro:
1. Que diga la verdad siempre.
1. Que diga la verdad siempre.
2. Que no mienta nunca. (Ya sé que es lo mismo, pero así queda más “remachado”.)
3. Que nos explique cuál es su plan. Su estrategia, para entendernos mejor. Pero una estrategia completa, no a trocicos. (Hoy hablo de las pensiones, mañana de la autonomía, al día siguiente del aborto, etc.) Porque cuando uno habla de un plan, la gente puede decir “me gusta” o “no me gusta”. Cuando uno habla a trozos, despista al personal, que acaba diciendo que de lo que ha dicho le gustan los puntos 6, 66 y 666 y de los otros, no se acuerda. (Tampoco se acuerda el político que los propuso.)
4. Que esté dispuesto a cambiar el nombre de las sesiones de control del Gobierno, llamándoles ahora “Sesiones de control y seguimiento de lo que ustedes dijeron que iban a hacer, concretado en el Plan Estratégico que nos presentaron”. (El nombre es largo, pero se trata de saber de qué hablamos y para qué hemos ido allí. Seguramente, esto ayudará a evitar gracietas y aplausos al graciosete/a.)
P.S.
Me parece -debe ser debido a mi ignorancia- que cuando se habla de déficit, de apretarse el cinturón, etc., sólo hablamos del Gobierno central, al que le van quedando pocas cosas.
Si es así, hay que apuntar en algún sitio que no se nos olviden las Autonomías, los Ayuntamientos y otros organismos, porque, por ahora, todo eso es España.
Digo “por ahora” y me falta añadir: “y Dios quiera que para siempre”.
Desde San Quirico, Leopoldo Abadía