Ayer quizá fue el último día del sindicalismo del siglo XIX.
Los sindicatos intentaron detener el país con técnicas del siglo XIX: silicona, piquetes y barricadas. Se dirigieron a centros de transportes y paralizaron algunas fábricas. Trataron de impedir la salida y entrada de camiones y obligaron a algunos comercios a cerrar. ¿Se puede hablar de eficacia cuando un hacker puede hacer más daño que mil piquetes?
Si un grupo de hackers inocula un gusano informático en los ordenadores que distribuyen la electricidad, el país se detiene. Si unos hacker lograsen confundir y crear el caos en la red de servidores de las principales compañías el país se hundirían en el pánico. Y si lograran infectar la red telefónica, es decir, internet, muchos negocios se paralizarían.
Pero los sindicatos siguen viviendo en la lucha sindical del siglo XIX. Para ellos, ha sido un gran éxito haber paralizado muchos centros industriales. Puede ser, pero ¿cómo se mide ese éxito? España es un país cada vez menos industrial: hace 40 años la industria aportaba el 30% del PIB. Ahora el 17%, y bajando. Más aún: cada vez hay menos trabajadores en la industria debido a los procesos de automatización. Ensidesa, la actual Arcelor, llegó a tener 30.000 empleados. Hoy 4.000 trabajadores mueven la fábrica de aceros más grande de España, y muchos de ellos con ordenadores. Si un hacker logró descifrar las claves de acceso al Pentágono, ¿qué no podía hacer el Arcelor?
Los sindicatos parece que no han entendido las nuevas tecnologías. Dos hombres de negocios pueden seguir operando a través de sus blackberry. ¿Huelga?
Hace muchos años, cuando había una huelga general, los ciudadanos se enteraban por los periódicos al día siguiente, o por la radio y la televisión, en caso de que los canales no hubieran secundado el paro.
Hoy, aunque los periódicos cerrasen, se pueden leer las principales noticias y el minuto a minuto de la huelga por internet. La prueba de que los sindicatos siguen viendo al país con los ojos del siglo XIX es que celebraron el hecho de que muchos periódicos tuvieron problemas para distribuir sus ediciones, porque los sindicalistas podían detener las rotativas, parar a los ruteros o amedrentar a loskiosqueros. ¿Existiendo diarios digitales tiene eso sentido? Para los lectores no. Las ediciones digitales seguían funcionando, y se podían leer hasta en teléfonos móviles. Impacto de la huelga: cero.
Martín Varsavksy, fundador de Jazztel y emprendedor infatigable, dijo por Twitter que fue a un restaurante y el camarero le ofreció un periódico mientras esperaba. “No se cómo explicar que con Twitter me basta”, escribió.
Ayer Telemadrid estuvo sin señal, al igual que otras cadenas. ¿Importa mucho cuando existen tantos medios de comunicación en la mano como los móviles, que ya tiene video?
Pero si un hacker distorsiona la señal de los canales, o infecta las redes sociales, el mundo empieza a tener un problema. Un serio problema. Ese es el mundo del siglo XXI.