El sociólogo sevillano Pedro Arriola (1948) puede presumir de ser el único asesor democópico que ha llevado a la derecha española al triunfo electoral por dos veces, en 1996 y 2000. Acredita, por tanto, títulos suficientes para tener la última palabra cuando en el PP se discute sobre temas y estrategias electorales.
Desde que en 2008 el PP perdió las elecciones porque los votantes prefirieron creer a Pedro Solbes, que aseguraba no había crisis económica, frente a Manuel Pizarro que sostenía lo contrario, el análisis de Pedro Arriola, cuyos adversarios llaman arriolismo, sigue esta secuencia conceptual:
- la sociedad española se sitúa, y vota, más a la izquierda de lo que percibe al PP; en la clásica escala en la que 1 es la ultraderecha y 10 la ultraizquierda, los electores españoles andan entre el 6 y el 7, mientras que sitúan al PP entre el 4 y el 5;
- este posicionamiento lleva a que el PP compita en la carrera electoral con el handicap de la desconfianza electoral “inercial” y que tengan eficacia imagenes como la que identifica a la derecha con un rottweiler ansioso de sangre;
- el PP solo cuenta con una ventaja: los electores perciben –vagamente, eso sí– a los conservadores como mejores gestores económicos que los socialistas y advierten en su bolsillo que Rodriguez Zapatero ha hecho una desastrosa gestión económica;
- a medida que el tiempo pasa sin que se avizore un futuro económico mejor, los socialistas empeoran sus expectativas electorales… Y a medida que bajan las expectativas, se resquebraja la férrea disciplina del PSOE, lo cual a su vez rebaja las expectativas electorales, ya que el peor cartel electoral es el de un partido desunido;
- visto el panorama, al PP le toca estarse callado: en primer lugar porque los socialistas, por sí solos, navegan con rumbo fijo a la escollera electoral; en segundo lugar, pero no menos importante, porque si el PP anunciara las medidas económicas que deben tomarse, el electorado le daría la espalda. Nunca nadie ha ganado unas elecciones prometiendo sacrificios durante la campaña: cuando Winston Chruchill en la Cámara de los Comunes, prometió “sangre, sudor y lágrimas” ya había sido nombrado primer ministro;
- las próximas elecciones autonómicas, el último domingo de mayo de 2011, en las que el PSOE pederá alguna de las autonomías y grandes ayuntamientos que hoy gobierna, resultarán la confirmación del avance popular y la consolidación interna de Mariano Rajoy como candidato a la Moncloa;
- en sectores sociales próximos al PP se advierte desconcierto, cuando no enfado, por lo que llaman la falta de garra de Mariano Rajoy. Sin ser una situación cómoda, electoralmente resulta irrelevante: aunque a regañadientes, esos sectores votarán al PP, porque su propia movilización les impedirá abstenerse o, mucho menos, votar PSOE.
-con esa estrategia de dejar que el suelo se abriera bajo los piés del PSOE, el PP ganó las últimas elecciones europeas, los únicos comicios de nivel nacional que se han celebrado desde 2008.
Las razones electorales de Pedro Arriola
de Jose María García-Hoz de Jose María García-Hoz