La doble vida de la economía española: Dr. Jekyll y Mr. Hyde
Joaquín Leguina narraba hace algunas semanas en su página blog el siguiente diálogo imaginario entre una madre y su hijo.-Manolín, ¿qué estás leyendo ahora en ese especie de ladrillo?
- Es un libro de Filosofía mamá- contestó el chaval.
- ¿Y eso para qué sirve, Manolín?- inquirió la mujer.
- Por ejemplo, para saber si Dios existe o no existe- abrevió el chico, sin darle más importancia a la conversación.
- ¡Manolín!- dijo la madre, levantando la voz- Si Dios existiera, ya se sabría.
La conversación entre Manolín y su madre recuerda de alguna manera a lo que sucede con el crecimiento económico. El Gobierno ve meridianamente claro que el Producto Interior Bruto avanza de una forma razonablemente satisfactoria, que diría un político profesional; pero muchos ciudadanos (no se trata de una percepción subjetiva sino de lo que proclaman encuestas tan poco sospechosas para el Ejecutivo como las del Centro de Investigaciones Sociológicas o el Instituto de Crédito Oficial) intuyen que la realidad es mucho más cruda de lo que se dice desde las esferas oficiales.
Ayer, el Instituto Nacional de Estadística (INE) dio un argumento de peso sobre el momento económico. Dijo que el PIB creció un 3,5% en el cuarto trimestre del año pasado y un 3,8% en el conjunto del ejercicio. En términos intertrimestrales, es decir, respecto del trimestre anterior, el aumento del PIB fue del 0,8%, por lo que si esta tasa se anualiza (proyectándola sobre los cuatro trimestres de un año) eso significaría que la economía habría crecido entre octubre y diciembre un 3,2%. La tasa intertrimestral es más errática, pero mide mejor la coyuntura económica, y de ahí que en países como Estados Unidos o Reino Unido se utilice de forma prioritaria este indicador en lugar de la tasa interanual, que refleja mejor el pasado, pero no el presente. Y ya se sabe que agua pasada no mueve molinos.
¿Crisis económica?
A la luz de estos datos, hay quien dice que la tan cacareada crisis económica de la que habla tanto la oposición conservadora es simplemente un camelo para ganar votos de la mano de un cierto catastrofismo. ¿Es eso cierto? ¿Quién tiene razón?
Hay que decir, en primer lugar, que el hecho de que la economía haya crecido un 3,5% no es un hecho extraordinario, aunque pueda parecerlo si la comparación se hace con los países centrales de la Unión Europea. Lo dijo ayer mismo el vicepresidente económico, Pedro Solbes, quien en un desayuno con empresarios (la realidad es que había más patrones de empresas públicas que privadas) observó que el crecimiento potencial de la economía española se sitúa en estos momentos "más cerca del 3,5% que del 3%".
Eso quiere decir que la economía estaría ahora creciendo en línea con su potencial. Ni más ni menos. El hecho de que el PIB crezca en ese entorno significa que cumple con la lógica económica, toda vez que evita el temido output gap, que no es otra cosa que la diferencia entre el aumento del PIB y lo que le correspondería crecer en función de la inversión en capital humano, capital tecnológico y equipamiento físico. Se entiende que si una economía crece muy por debajo de su potencial es que está desaprovechando su posibilidades de aumentar la riqueza de sus ciudadanos; pero, de la misma manera, si crece muy encima lo razonable es pensar que la caldera está sobrecalentada, por lo que tarde o temprano estallará generando paro e inflación.
El caso español
Ninguno de los dos supuestos puede identificarse en estos momentos con el caso español, toda vez que el PIB crece en línea con su potencial. ¿Quiere decir esto que la nave va, que diría el gran Fellini? Sería poco riguroso pensar en estos términos. Ese 3,5% del último trimestre de 2007 está en línea con lo previsto por todos los institutos de coyuntura, sin excepción. Lo importante, una vez más, es la tendencia, y lo que reflejan los indicadores adelantados es que en el primer trimestre de 2008 la ralentización de la actividad económica llevará al PIB a crecer en torno al 3%, por debajo del potencial pero todavía a niveles robustos.
¿Cuál es el problema entonces, cabe preguntarse? Pues ni más ni menos que la tendencia a la baja va más allá de lo que ocurra en este primer trimestre del año. Los mismos institutos de coyuntura que pronosticaron que la economía crecería en el entorno del 3,5% en el cuarto trimestre de 2007 son lo que ahora prevén un crecimiento medio para el conjunto del año en el entorno del 2,5%, con un crecimiento cercano al 2% en los últimos meses del ejercicio. En este caso, siempre que se cumplan esas estimaciones, el output gap sería ya claramente un problema. No responde a ninguna lógica económica haber invertido en ensanchar el capital físico y humano y comprobar que la economía no avanza.
La velocidad de deterioro de un país (siempre que el análisis se haga sobre tasas interanuales) tiene que ver con el tamaño de su economía. España es un país grande, con un PIB que supera ya el billón de euros, por lo que la inercia económica impide movimientos bruscos, salvo cataclismos.
En pleno pinchazo de la burbuja tecnológica (allá por finales del año 2000), la economía crecía un 4,2%. Pues bien, tuvieron que pasar nada menos que siete trimestres para que el PIB creciera un 2,4%, que marca la tasa más baja de los últimos 12 años. Quiere decir esto que quien esperara un desplome de los grandes agregados económicos se equivoca (otra cosa son las economías domésticas). España es un país con 45 millones de consumidores y con sólo atender la demanda interna la actividad económica se debería mover a una velocidad de crucero razonable. Lógicamente, siempre que las cosas se hagan bien. Salvo que sea una cuestión de fe, lo que llevaría a pensar que los libros de Manolín son papel mojado.