Parece que la policía ha decidido empezar a ser policía y se ha puesto a hacer lo que tiene que hacer, es decir, a detener a los que el otro día casi parten la crisma a María San Gil en la Universidad de Santiago por la contrarrevolucionaria afrenta de ir a dar una conferencia. Han pasado dos o tres días y ha dado tiempo a que lo viese media España y que la otra media lo justificase diciendo que claro que va provocando, que es normal que la apaleen, que lo menos que puede esperar es que unos jóvenes comprometidos pero algo exaltados quieran tomarse la justicia por su mano. Lo que le está pasando con el PP cada vez que sacuden (o intentan sacudir) a uno de sus cargos es lo que le pasaba en tiempos a las mujeres violadas, que cuando llegaban a comisaría a contar la desgracia que les acababa de suceder, los polis las miraban de reojo mientras se decían entre ellos que, con esa falda tan corta, lo lógico y esperable es que algún desalmado las forzase.
A veces la infamia llegaba hasta el tribunal y era el mismo juez quien la remataba concluyendo que la violación era reprobable, pero la falda y el maquillaje lo eran aun más. Aquello era tan criminal para las desdichadas que habían pasado por el mal trance que lo de los policías o lo del juez era como una segunda violación.
Algo así habrá sentido María San Gil cuando los meapilas de las Juventudes Socialistas dijeron que la verdadera culpable de la algarada es ella. Peor cuerpo le habrá puesto lo de Lorenzo Milá, que dejó el numerito indecente en simple "protesta". Supongo que si los revoltosos se llegan a salir con la suya abriéndole la cabeza a la diputada, Milá habría rotulado la noticia con un aséptico "Protesta con víctima". A ver si en el PP van aprendiendo con quién se juegan los cuartos.
Con o sin víctima, la "protesta" de Lorenzo Milá se ha reactivado como una de esas bombas que explotan tres días después de caer a tierra. Quizá porque en Ferraz andan moscas con el desenlace final, esto es, que probablemente no van a arrasar tal y como tenían previsto. Dan una de cal y otra de arena. El delegado del Gobierno en Galicia, un tal Ameijeiras (que me trae a la memoria cierto hospital de La Habana, bandera de la sanidad castrista, y que, por eso mismo es conocido como El Matadero) ha ordenado detener a los facciosos de la universidad de un modo ejemplar, vamos, como sólo Rubalcaba sabe hacerlo. Con no se cuántos días de retraso, cierto es, pero con la trompetería suficiente para que los hombres de ZP parezcan justicieros implacables en el informativo de Cuatro.
Toda operación de propaganda requiere tontos útiles que propaguen la especie inventada para la ocasión. En esto de los detenidos en la universidad ya los he visto venir, la pista me la ha dado un redactor de Europa Press que, repentinamente indignado por la falta de talante de los estudiantes, se ha metido a trilero y los que ayer eran radicales de extrema izquierda hoy son:
"militante(s) de esta organización estudiantil independentista de ideología neonazi"
No vamos a negar que de los unos a los otros el viaje es muy corto, pero los neonazis siguen siendo neonazis y los radicales de extrema izquierda, radicales de extrema izquierda. Me repugnan ambos. Al redactor, y a casi toda la izquierda española, le repugnan sólo los primeros. Los segundos son idealistas, chavales ofuscados, ligeramente pasados de rosca pero acertados en lo principal, que es, por descontado, ser de izquierdas y, como corolario, perseguir a los que no lo son. San Gil no lo es, luego, en su manera de ver el mundo, era hasta cierto punto normal que fuesen a recordárselo.
Lo curioso es que, de visita por la página web de estos melones, he comprobado que ni son neonazis ni pretenden serlo jamás. Son, según sus propias palabras, una organizaçom de estudantes da esquerda independentista. Una organizaçom amiga de buscarse líos por la cosa de la inmortal patria galega . Al niñato de Europa Press enterarse de esto le hubiese costado lo mismo que a mi: 20 segundos. Pero sospecho que es de esos que no toleran que la verdad les estropee un buen y provechoso prejuicio.
Estos de AGIR son muy zascandiles, entre otras muchas actividades, practican la del comercio en una loja (tienda) que sirve camisetas como estas:
Neonazi a tope. Si las ve Von Schirach se queda en el sitio.
Fernando Diaz Villanueva