El viernes 25 por la noche, lainformacion.com fue de los pocos medios que tituló lo siguiente: “EEUU sugiere una intervención militar en Libia”.
Un portavoz de la Casa Blanca había respondido con la frase “no se descarta” a la pregunta de si EEUU estaba considerando una intervención militar.
Estos días, la flota de guerra de EEUU está maniobrando lentamente a las costas de Libia. Son maniobras para sofocar o neutralizar lo que ya se denomina como una “guerra civil”.
Y ahora viene la pregunta: ¿lo hace EEUU por sus intereses económicos? ¿Por el petróleo?
A todo el mundo le viene el recuerdo de la Segunda Guerra del Golfo: se suponía que había armas químicas y biológicas en manos de Sadam Hussein, pero al final solo había fábricas de leche en polvo. Ha sido una de las mayores mentiras militares de la historia. Pero el resultado es un país invadido por EEUU.
Se acusó a EEUU de crear una guerra para controlar el petróleo del golfo Pérsico. Y por extensión, se acusó a EEUU de que siempre se mete en las guerras buscando un interés económico. Lo primero es verdad. Lo segundo, no.
Hace 20 años, estalló el conflicto de los Balcanes.
La antigua Yugoslavia se cayó en pedazos y las viejas provincias se hicieron la guerra. A Estados Unidos no se le había perdido nada en Europa, pero sus tropas intervinieron para apaciguar la zona. Incluso para defender a los musulmanes bosnios.
De aquella guerra solo ha quedado una película protagonizada por Owen Wilson y Gene Hackman. ”Tras las líneas enemigas”, relata la verdadera historia del piloto de la USAF Scott O’Grady que es derribado en tierra enemiga, y que a pesar de que los serbios se lanzan en su caza, logra ser rescatado por un equipo de marines en helicópteros.
Luego, en 1999, estalló la guerra de Kosovo. Esta provincia serbia quería independizarse. Había creado un grupo terrorista que se dedicó a matar serbios. Y los serbios respondieron, fieles a su tradición, matando kosovares civiles o militares.
Los países europeos se pasaron meses y meses discutiendo si había que intervenir o no. Luego, discutían si había que intervenir en el suelo, es decir, hacer una invasión por tierra, cosa que significaba aceptar muertos y cadáveres regresando en aviones con banderas de cada país de la UE.
Muchos intelectuales y políticos bramaban y pedían una intervención militar. Saramago lo decía día tras día, “¡hay que invadir Kosovo y parar la matanza”; Felipe González escribía tribunas de opinión en El País exigiendo al presidente Aznar y a la OTAN que interviniera con tropas terrestres para detener las carnicerías.
Salvo Izquierda Unida, que convocó una manifestación de protesta en Barcelona contra la intervención militar a la que acudieron 2.000 personas, toda la sociedad y los medios de comunicación tenían dos palabras en la boca: ¡guerra, invasión!
Al final, los norteamericanos comenzaron a bombardear a los serbios y tras ellos, los aviones de la fuerza conjunta de la OTAN. Había pilotos españoles, que fueron entrevistados por la prensa, y que decían algo así como : “No te lo piensas: sueltas los pepinos y te vas”. Casi héroes.
Y la única verdad es que los norteamericanos tuvieron la iniciativa pero ni en Serbia ni en Kosovo había petróleo.
¿Es lo mismo que en Libia?
Esta posible guerra que puede estallar entre EEUU y Libia sí está ligadísima a la economía. A pesar de que Libia solo produce el 2% del petróleo mundial, el miedo al contagio está disparando el precio del crudo a niveles peligrosos.
Peligroso porque está reventando la recuperación de las economías americana y europea. Y las grandes potencias no están dispuestas a que alguien les ponga palos en las ruedas, ahora que estaban arrancando tras una de las peores crisis que se recuerdan.
EEUU está velando por sus intereses. Pero también por los intereses de los europeos en este momento. Somos los mayores consumidores del petróleo libio, pero que no somos capaces, como siempre, de ponernos de acuerdo.
Y desde luego, no olvidemos a los protagonistas principales en este momento: muchos libios piensan que EEUU va a ir a defenderles. O por lo menos, a quitarles del medio a Gadafi.
En resumen, siempre que se piensa en EEUU e intervención, es porque hay petróleo. Pero la historia prueba que no es así. En 1995 intervino en Somalia, a pesar de que allí solo había pesqueros y Señores de la Guerra (¿Han visto “Black Hawk derribado”?)
.
Lo única conclusión es que EEUU es un país “dispuesto a intervenir”: con o sin excusas, con o sin petróleo, se toma en serio su papel de superpotencia y cuando tiene que intervenir lo hace.
¿Lo hará ahora también en Libia?
Dos buques de guerra, el USS Enterprise y el USS Kearsarge, ya se están “reposicionando”, lo cual quiere decir que se dirigen a Libia. No sabemos qué va a pasar, pero sí sabemos por experiencia que EEUU es un país que toma decisiones e interviene. Y que Europa ni toma decisiones ni interviene.
Europa prefiere que EEUU tome la delantera. Como siempre.
Por cierto, los helicópteros que partieron en busca del capitán Scott O’Grady en los Balcanes en 1995 salieron de la cubierta del USS Kearsarge, que ahora se dirige a algún lugar del norte de Africa.
Un portavoz de la Casa Blanca había respondido con la frase “no se descarta” a la pregunta de si EEUU estaba considerando una intervención militar.
Estos días, la flota de guerra de EEUU está maniobrando lentamente a las costas de Libia. Son maniobras para sofocar o neutralizar lo que ya se denomina como una “guerra civil”.
Y ahora viene la pregunta: ¿lo hace EEUU por sus intereses económicos? ¿Por el petróleo?
A todo el mundo le viene el recuerdo de la Segunda Guerra del Golfo: se suponía que había armas químicas y biológicas en manos de Sadam Hussein, pero al final solo había fábricas de leche en polvo. Ha sido una de las mayores mentiras militares de la historia. Pero el resultado es un país invadido por EEUU.
Se acusó a EEUU de crear una guerra para controlar el petróleo del golfo Pérsico. Y por extensión, se acusó a EEUU de que siempre se mete en las guerras buscando un interés económico. Lo primero es verdad. Lo segundo, no.
Hace 20 años, estalló el conflicto de los Balcanes.
La antigua Yugoslavia se cayó en pedazos y las viejas provincias se hicieron la guerra. A Estados Unidos no se le había perdido nada en Europa, pero sus tropas intervinieron para apaciguar la zona. Incluso para defender a los musulmanes bosnios.
De aquella guerra solo ha quedado una película protagonizada por Owen Wilson y Gene Hackman. ”Tras las líneas enemigas”, relata la verdadera historia del piloto de la USAF Scott O’Grady que es derribado en tierra enemiga, y que a pesar de que los serbios se lanzan en su caza, logra ser rescatado por un equipo de marines en helicópteros.
Luego, en 1999, estalló la guerra de Kosovo. Esta provincia serbia quería independizarse. Había creado un grupo terrorista que se dedicó a matar serbios. Y los serbios respondieron, fieles a su tradición, matando kosovares civiles o militares.
Los países europeos se pasaron meses y meses discutiendo si había que intervenir o no. Luego, discutían si había que intervenir en el suelo, es decir, hacer una invasión por tierra, cosa que significaba aceptar muertos y cadáveres regresando en aviones con banderas de cada país de la UE.
Muchos intelectuales y políticos bramaban y pedían una intervención militar. Saramago lo decía día tras día, “¡hay que invadir Kosovo y parar la matanza”; Felipe González escribía tribunas de opinión en El País exigiendo al presidente Aznar y a la OTAN que interviniera con tropas terrestres para detener las carnicerías.
Salvo Izquierda Unida, que convocó una manifestación de protesta en Barcelona contra la intervención militar a la que acudieron 2.000 personas, toda la sociedad y los medios de comunicación tenían dos palabras en la boca: ¡guerra, invasión!
Al final, los norteamericanos comenzaron a bombardear a los serbios y tras ellos, los aviones de la fuerza conjunta de la OTAN. Había pilotos españoles, que fueron entrevistados por la prensa, y que decían algo así como : “No te lo piensas: sueltas los pepinos y te vas”. Casi héroes.
Y la única verdad es que los norteamericanos tuvieron la iniciativa pero ni en Serbia ni en Kosovo había petróleo.
¿Es lo mismo que en Libia?
Esta posible guerra que puede estallar entre EEUU y Libia sí está ligadísima a la economía. A pesar de que Libia solo produce el 2% del petróleo mundial, el miedo al contagio está disparando el precio del crudo a niveles peligrosos.
Peligroso porque está reventando la recuperación de las economías americana y europea. Y las grandes potencias no están dispuestas a que alguien les ponga palos en las ruedas, ahora que estaban arrancando tras una de las peores crisis que se recuerdan.
EEUU está velando por sus intereses. Pero también por los intereses de los europeos en este momento. Somos los mayores consumidores del petróleo libio, pero que no somos capaces, como siempre, de ponernos de acuerdo.
Y desde luego, no olvidemos a los protagonistas principales en este momento: muchos libios piensan que EEUU va a ir a defenderles. O por lo menos, a quitarles del medio a Gadafi.
En resumen, siempre que se piensa en EEUU e intervención, es porque hay petróleo. Pero la historia prueba que no es así. En 1995 intervino en Somalia, a pesar de que allí solo había pesqueros y Señores de la Guerra (¿Han visto “Black Hawk derribado”?)
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Lo única conclusión es que EEUU es un país “dispuesto a intervenir”: con o sin excusas, con o sin petróleo, se toma en serio su papel de superpotencia y cuando tiene que intervenir lo hace.
¿Lo hará ahora también en Libia?
Dos buques de guerra, el USS Enterprise y el USS Kearsarge, ya se están “reposicionando”, lo cual quiere decir que se dirigen a Libia. No sabemos qué va a pasar, pero sí sabemos por experiencia que EEUU es un país que toma decisiones e interviene. Y que Europa ni toma decisiones ni interviene.
Europa prefiere que EEUU tome la delantera. Como siempre.
Por cierto, los helicópteros que partieron en busca del capitán Scott O’Grady en los Balcanes en 1995 salieron de la cubierta del USS Kearsarge, que ahora se dirige a algún lugar del norte de Africa.