Había que estar en aquella época para entender LOS SENTIMIENTOS QUE SE TENÍAN.
De aquella ( y hoy también ) a mi si me piden decidir ... pues yo aprieto el BOTÓN de la bomba ... y no es por " ojo por ojo" ... es que yo pensaría que con esa acción estaba SALVANDO de morir en atentado a lo mejor a muchas personas, si no que les pregunten a los familiares de los que murieron en atentados en los años siguientes..... y sobre todo QUE NO TENÍAN CULPA DE ELLO , es MUY INJUSTO que puedan matar impunemente y que ellos no TUVIERAN NINGÚN RIESGO.
Para mi un terrorista además de TERRORISTA ... en este caso ASESINOS ... también UNOS COBARDES.
Bajo la perspectiva de este autor también tendríamos que cuestionarnos CUALQUIER GUERRA presente , futura y de cualquier tipo, olvidarnos de los CONCEPTOS de AUTODEFENSA o DEFENSA PROPIA.
Aquí todo el mundo tiene ARGUMENTOS PARA TODO ... para estar a favor y para estar en contra.
Hay otros aspectos de las confesiones de Felipe Gonzalez , que me parecen MAS SANGRANTES y me mueven mas a la reflexion.
Los políticos que han tenido importantes responsabilidades de Estado suelen repasar su gestión cuando los años han puesto distancia y creen situarse ya por encima del bien y del mal. Lo hacen desde la posición de grandes estadistas a quienes la experiencia acumulada permite sobrevolar la realidad con la capacidad de análisis que sólo dan los años de poder.
Ellos estaban ahí para tomar grandes decisiones cuando los demás dormíamos, ajenos a las dificultades que debían enfrentar. Su aparente sinceridad suele esconder un ejercicio de soberbia.
De ella hizo ayer gala el ex presidente Felipe González en una amplia entrevista publicada por el diario El País, en la que hace revelaciones sorprendentes y graves, sobre las que sobrevuela la razón de Estado que todo lo justifica en aras del bien común. Desconozco si la leyeron, pero el profundo rechazo que me provocan algunas de ellas me obliga a comentarlas.
Revela el ex presidente que en 1989 o 1990 supo, a través de ‘nuestra gente’, el lugar, el día y la hora en que toda la cúpula de ETA se iba a reunir en el sur de Francia. El Gobierno francés consideraba entonces a la banda un problema exclusivamente español y su colaboración antiterrorista era inexistente (¡cuántas veces se negó!), de manera que sus informadores le propusieron volar la vivienda con ellos dentro y descabezar así la organización.
Tras muchas dudas dijo que no, pero reconoce que ni aún hoy sabe si hizo lo correcto.
Sus palabras son una defensa de la guerra sucia, con la coartada de que el beneficio que aquel atentado perseguía (evitar otros crímenes, salvar vidas) era mayor que el daño que causaba (el crimen de Estado). A fin de cuentas, se trataba de asesinar a asesinos, de combatir la violencia con violencia. Sé que mucha gente aplaudió los atentados de los GAL, y que aún hoy defienden que es la mejor manera de combatir el terrorismo. Es mentira. El atentado habría servido para que muchos justificaran la existencia de ETA y habría alentado a otros a incorporarse a ella. Tal vez el presidente no conozca, o no comparta, lo que dijo Gandhi: ojo por ojo y el mundo se quedará ciego.
La cúpula de ETA cuyo asesinato el Gobierno estuvo a punto de autorizar fue detenida en marzo de 1992 en Bidart sin necesidad de recurrir a la violencia y sin que ello haya supuesto su desaparición 18 años después. Si algo ha demostrado la banda es su capacidad de regeneración, y pese a su paulatino debilitamiento sigue estando ahí como una rémora que condiciona la política vasca y la nacional.
Estoy convencido de que el fin de ETA sólo será posible desde su propio desistimiento, producto del rechazo social y la eficacia policial. Ese es el camino que estamos recorriendo, que exigirá una enorme voluntad de reconciliación para superar el odio acumulado.
La convivencia en paz se sustenta en el reconocimiento del diferente, que solo es posible desde la ética y no desde la aniquilación del discrepante. Y ese principio concierne a la banda terrorista, y también al Estado si no quiere colocarse asu altura.
Felipe González asegura que el secuestro de Segundo Marey en 1983, el primer atentado reivindicado por los GAL, por el que fueron condenados su ministro del Interior, José Barrionuevo, y el secretario de Estado de Seguridad,Rafael Vera, no sólo no fue autorizado por ellos, sino que si Marey fue liberado nueve días después fue gracias al ministro.
“A Segundo Marey lo salva la orden de Pepe Barrionuevo para que lo suelten cuando se entera de que está detenido … Pero, como resulta increíble, ¿por qué vas a contar esa historia?”.
Sabe y calla, pero sus palabras acusan a su ministro, que no sólo no denunció a quienes ordenó que lo liberaran, sino que aún hoy niega que tras aquel crimen estuvieran los Cuerpos y Fuerzas de la Seguridad del Estado.
El ex presidente siembra la duda para defender lo indefendible con el misterioso papel que la víctima tenía en la cooperativa Sokoa, que gestionaban miembros de ETA. “¿Nadie ha estudiado ni va a estudiar por el momento, ni yo lo pido, qué era o qué significaba Marey en la cooperativa de Bidart …”.
Nos dice que si lo supiéramos entenderíamos por qué fue secuestrado, pero claro, no puede explicarlo. ¡Ah los secretos de Estado!, que permiten ocultar lo que yo solo sé y otros no deben saber, como si los ciudadanos fuéramos súbditos a los que no conviene conocer la verdad.
Quizá el presidente no comparte que el fin no justifica los medios.
Del general de la Guardia Civil Enrique Rodríguez Galindo, responsable de numerosas operaciones antiterroistas de éxito, entre ellas la detención de la dirección de ETA en Bidart, dice que “ni participó ni dio la orden” del secuestro y asesinato de los etarras José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala en 1983 (el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo avaló la pasada semana la condena que le fue impuesta por la justicia española). “Galindo no fue responsable de aquello”, dice, y añade a continuación que “de la mayor parte de lo que le acusaron, y por lo que le condenaron, estoy seguro de que era inocente”.
De la mayor parte. ¿De qué parte sí era culpable señor presidente? No lo dice, pero debería explicarlo, porque la verdad, esa verdad, no le pertenece.
La guerra sucia se ha explicado durante años por el clima que vivía el país en los años ochenta, recién recuperada la democracia, con un Ejército golpeado por ETA que no aceptaba las reglas de la democracia, que intentó subvertir el 23 de febrero de 1981 con un golpe de Estado.
“Cuando piensas, por ejemplo, en la cantidad de gente que había implicada en el 23-F y cómo hubo que manejar aquello….”
El ex presidente interrumpe ahí sus explicaciones, pero de sus palabras se deduce que en aquella intentona participaron más personas de las que fueron condenadas, y que él sabe quiénes son.
Supongo que la impunidad se explica también con la razón de Estado.
Hasta el próximo lunes.
TIRANDO A DAR, Carlos Fonseca