Piensan que nos chupamos el dedo
@Marc Vidal - 21/10/2009
Lo de ayer en el Congreso de los Diputados fue, como tantas veces, penoso. Es como si la que estuviera cayendo no fuera real; como si, para los que pasan las tardes por aquellos pasillos, la crisis fuera una pieza color marfil en sus tableros de juguete. Viven en ridículos espectáculos de foco y rueda de prensa. Sin embargo creo que tanta cháchara y tanta frase hecha no responde a un alejamiento de la realidad sino a algo más perverso. Estoy convencido que creen que nos chupamos el dedo por parejas y al unísono. Se gritan los unos a los otros sin aportar nada, como si todo esto fuera una especie de entretenimiento siniestro para los elegidos de la butaca de piel. Viven en su mundo, y su mundo poco o nada tiene que ofrecer al resto de los mortales. Se jalean, se aplauden, se abuchean y pasan la tarde tan a gusto, mientras esta noche, un mayor número de españoles se irán a dormir sin cenar.
Sin embargo los que se llevan el premio a la arrogancia y a la desmesura son los diputados socialistas. Son responsables todos ellos de dar apoyo a un gobierno que se ha demostrado incapaz. Un ejecutivo demasiado preocupado por la estadística corta y la contraportada dedicada. Esos miembros de la Cámara son culpables de no tener criterio, de presenciar el incendio sin mover un dedo. En eso consiste ser diputado en una sesión de Presupuestos: en aplaudir a los tuyos y en bostezar con los contrarios, todo ello repleto de risas, de complacencia o sorna según sea el afectado. Y maldita la gracia que nos hace a muchos de los que asistimos a tan escaso espectáculo. Les recomiendo, como ejercicio de descrédito, que se lean los discursosíntegros de algunos oradores. Son de pena y llanto sin descanso.
Pero atendamos a lo sustancial, a ese Proyecto de Presupuestos que asusta incluso a los maquilladores contables. Para empezar debemos señalar que los técnicos que han redactado el presupuesto son los mismos que el año pasado aseguraron que el PIB crecería este año un 1% cuando la realidad nos conducirá a un menos 4%. Los mismos que ahora elaboran un documento que no se aguanta por ningún sitio, fundamentalmente porque está que rebosa de errores e historias ficticias. Pretenden esconder un déficit que va a devorarnos a bocados sobreestimando unos ingresos inexistentes y adelgazando los gastos que ya están comprometidos. El mecanismo es de cachivache: apuestan por desviar inversiones de las operativas de capital adjudicado, contabilizadas como deuda, a otras de carácter financiero para no contabilizarlas como déficit.
Los Presupuestos ofrecen cifras de vergüenza ajena. Según el proyecto, el descenso del PIB será sólo del 0,3% en 2010 cuando eso no se lo cree ni el que encuaderna los tomos del susodicho presupuesto. En el mejor de los casos este país no volverá a generar un PIB saludable hasta dentro de cuatro años y, en su defecto, padecerá de un crecimiento negativo continuado y sostenido en torno al 1,5%. Nuestra economía no genera empleo si no crece por encima del 2,4% y eso es una quimera en estos momentos. Hace mucho que lo explicamos, no es cierto que no se supiera. No hay motor económico ni piezas para sustituir; hay que pedir uno nuevo a Alemania. Vamos hacia un estancamiento, a una parada técnica de la economía, a una anorexia industrial y de consumo que el gobierno sigue rechazando. Sin diagnosis no hay tratamiento y sin tratamiento no hay cura.
Es imprescindible que se establezcan criterios de austeridad y eso no sucede en estos Presupuestos. Vivimos en un Estado con un déficit estructural impagable que tarde o temprano se acabará por transmitir a todas las piezas de nuestra sociedad. Si no se ponen mesuras, ese virus quedará inoculado sin remedio. No es suficiente con medidas de segunda generación en unas partidas; es preciso recomponer todo el gasto público y estimular un cambio estructural de las prestaciones y el funcionariado en términos generales. La Administración es una máquina de tirar dinero, es ineficaz, está duplicada y, en la mayoría de los casos, no responde al valor que se le presupone.
Pero es que este Presupuesto no sirve para la vida real, no tiene nada que aportar a una situación de imprescindible recambio en el modelo de crecimiento como explicaba hace una semana Alvaro Anchuelo en este mismo medio. La expansión del gasto ha motivado el tijeretazo de casi un 24% en I+D+i, el mayor de la Historia. Se les llena la boca de carcajadas y de palabrería, pero la verdad cae como el plomo: más planes de cartón piedra para reforzar alicatados municipales y menos dinero para incentivar la modernización.
Además, lo peor estaba en el capítulo fiscal. El gobierno se dio cuenta demasiado tarde que la caja estaba vacía y sus medidas sociales ya no podían tirar del dinero público y ha tenido que diseñar la mayor subida de impuestos conocida en democracia. Algo que evidentemente iremos notando adecuadamente y a manotazo limpio cada vez que revisemos nuestras cuentas a partir de ya mismo. Una subida de la tributación sobre las rentas de capital y de las plusvalías, aumentará la huída de capitales y la utilización de dinero negro en la consolidación de plusvalías. Respecto al IVA no piensan compensar su subida con una reducción de los impuestos competitivos como el de Sociedades o las propias cotizaciones de carácter social.
Este Presupuesto no contempla que vamos a llegar al 25% de paro, que en 2010 cerca de 700.000 personas más vivirán sellando cupones en el INEM, que hasta 2015 no se va a reactivar la industria ladrillera y que los gastos por desempleo precisarán de un desvío que no han incorporado. Por eso, como decía, estoy convencido que creen que nos chupamos el dedo. Y es lógico que nos vean como una especie de borregos, pues, mientras esto se hunde y el gobierno no oficializa el diagnóstico y retrasa la cura, la oposición no ofrece nada verosímil, los glotones sindicales siguen con la boca cerrada, la patronal permanece abducida por la merienda de la reforma laboral; mientras todo eso sucede, la desidia sociológica del españolito mediocontinúa.
Que se quiten las legañas que vienen mal dadas. Poco a poco las oleadas de estiércol nos irán alcanzando a todos, es solo cuestión de tiempo. Por ahora las cifras macroeconómicas importan muy poco a quien esta noche cenará centollo y llenará el depósito de su 4x4 japonés con parte del crédito personal ampliado gracias al aval hipotecario del que tiran y estiran desde hace unos cinco o seis años. No se arrugan, siguen con su colegio privado, su crucero y su vida de rico a crédito. Encima ahora “todo está más barato”. No se dan cuenta que no va a haber manera de refinanciar esa vida en 2010, que el cochazo será pasto de embargo y las cenas de lujo se sucederán en la pizzería de la esquina y en días señalados. La solución pasa por tomar medidas realistas y deshacerse de un disfraz que ya no pueden llevar.