Zapatero y la crisis económica: generoso en Roma, indolente en España
@Antonio Casado - 04/06/2008
Debe ser un tic aldeano, pero uno no acaba de encontrar la rima entre los agujeros de la economía española y la generosidad global del Presidente. Para evitar que la cumbre de la FAO se quede en un festival de palabras -esa fue la explicación-, España pone 500 millones de euros sobre la mesa. Destinados a remediar el hambre en el mundo. Amén.
Noble causa y loable argumentación expuesta en Roma por Zapatero: "España tiene un firme compromiso en la lucha contra la pobreza y el hambre", "Espero que la crisis alimentaria sea un aldabonazo en las conciencias de los más egoístas", "Pido que estemos a la altura de las circunstancias", y cosas así. Nada que objetar si no estuviéramos obligados a comparar esa firme actitud, tan resuelta y de tanta claridad expositiva al motivarla, con la indolencia del Gobierno frente a nuestra propia crisis, que no es alimentaria pero va camino de amargarnos la vida a corto plazo. Indolencia para explicarla y para afrontarla, mientras la inapelable certeza aritmética de las malas noticias, en forma de indicadores económicos, vuelven a pulverizar las previsiones oficiales.
Si descontamos el camuflaje semántico y el voluntarismo que despacha el señor Rodríguez Zapatero cuando se refiere a la "desaceleración económica", nos saldrá al paso un panorama desalentador. Por un lado, crecimiento a la baja e inflación al alza con caída del consumo privado, que es un escenario aberrante. Y, por otro, el consabido impacto social que, a consecuencia de lo anterior, deducimos de una cifra de parados que se acerca peligrosamente a los dos millones y medio, tras los 15.058 registrados en mayo.
Carece de sentido reciclar el pasado inmediato por el gusto de referirse a Zapatero como el gran simulador de la crisis que se avecinaba en vísperas electorales. Despachar el asunto llamando mentiroso al presidente del Gobierno, como harán mis previsibles foreros, es adjudicarle unas dotes proféticas que nunca tuvo. Dicho sea en sentido técnico, no religioso. Es decir, la profecía del analista, el estudioso o, simplemente, el mejor informado. Esa es la gracia de difícil asignación al presidente del Gobierno y, por lo visto, también al vicepresidente, Pedro Solbes, obligado a rectificar hacia peor las sucesivas previsiones que ha ido formulando en los dos o tres últimos trimestres.
Pero la incompetencia no consuela más que la mentira. Ante la avalancha de malas noticias económico-sociales, el personal anda desorientado por la falta de explicaciones realistas de lo que está ocurriendo y lo que puede ocurrir el umbral de la destrucción de empleo. Ahí estamos. Y ese es el verdadero heraldo del malestar social, aunque todavía falte un largo trecho para los dos trimestres de crecimiento negativo, que es el chivato de la crisis económica, según los técnicos.
Sin embargo, Zapatero hizo ayer un alarde de realismo en Roma, al reclamar una movilización mundial para luchar contra la crisis alimentaria. Entre otras cosas, impulsando la capacidad productiva de los países más amenazados por la hambruna. Se entiende bien ¿Podría explicarnos cuál es la receta aplicable a su propio país para capear una situación económica más grave que ayer pero menos que mañana, a juzgar por la tendencia?