Sr. Director:
He aquí un término lingüístico tan controvertido y peligroso de tratar, del que nadie se atreve a manifestarse con libertad. Es algo tabú que, incluso la propia ley sectaria de nuestros actuales gobernantes, protegen contra quienes osen pronunciarse acorde con su sintomatología. El lobby homosexual ha ejercido tal presión sobre gobernantes, entidades médicas, dirigentes sociales, etc., que ha conseguido cambiar la idea de patología psíquica, por la de estado natural ideal del que hay que sentirse orgulloso.
No es un estado deseable, a pesar de lo que nos quieren hacer creer con el "orgullo gay"; la insistencia en emitir ese término, no es por que lo sientan; pretenden llegar a creérselo ellos y que lo creamos los demás, a base de repetirlo una y mil veces. ¿Cómo puede ser motivo de orgullo el padecimiento de una determinada enfermedad? Muchos enfermos mentales, ignoran su situación; la conocen perfectamente cuantos le rodean. No les engañemos, pues son seres tan dignos como los demás.
Son personas que merecen todo nuestro respeto, compasión, delicadeza y apoyo; no deben tener ningún tipo de discriminación; las leyes deben protegerles como a cualquier otro ser humano. Pero es muy grave que los gobernantes, obligados a solucionar cualquier perturbación psíquica o mental, miren para otro lado, los ignoren y prefieran seguir la corriente de esos clanes, cuya actitud es más cómoda que la de buscar recursos y técnicas para sanar su afección. ¿No será que tienen miedo a la presión de esos grupos con enorme poder internacional?
Nuestro nefasto presidente del gobierno se ha saltado a la torera las manifestaciones millonarias de ciudadanos, las admoniciones del Consejo General del Poder Judicial, del Consejo de Estado, de la Academia de Jurisprudencia, la denegación del Senado y a toda la sociedad contraria a la injusta equiparación de la unión homosexual a un verdadero matrimonio. Lo he repetido muchas veces: "la familia es la raíz de la sociedad". Si las raíces de cualquier árbol están podridas, … Pero en esto se sigue una "hoja de ruta": ya vemos como se pretende enseñar a los niños las excelencias de las prácticas homosexuales; ¿se puede tener una actitud más miserable?. Por otro lado, se castigará a quienes se manifiesten en contra, afirmando la bondad del matrimonio a la antigua, al de toda la vida, al natural. Son iniciativas con intenciones progresistas, de unos pérfidos gobernantes, con la principal intención, como en tantas otras cosas, de dividir a la sociedad.
La dictadura del pensamiento se puso de manifiesto cuando uno de los más eminentes científicos en la materia se expresó, acorde con su amplia experiencia, en el Senado; se trata del catedrático de psicopatología Aquilino Polaino. Todo tipo de amenazas y descalificaciones salieron de esa "secta homosexual", contra su persona. Por mucho que afirmen lo contrario, no hay duda de que estamos hablando de una enfermedad mental, distinta a tantas otras del cerebro. El doctor Vallejo-Nájera decía que enfermedad psíquica es todo lo que provoca una alteración o anomalía del pensamiento, de los sentimientos, de las emociones, de la conducta de las relaciones interpersonales y de la adaptación social y profesional, sobrevenida patológicamente.
Es una evidente aberración, una auténtica inmoralidad, permitir la adopción de niños a los homosexuales. Además de impedirles su educación con un padre y una madre, los datos estadísticos serios que se conocen señalan una incidencia muy elevada en su orientación sexual anormal.
También es inaceptable el adoctrinamiento a los jóvenes en la idea de igualdad del matrimonio de homosexuales con uno auténtico; la discrepancia con este concepto, pueden considerarla homofobia y ser castigada por ley. La degradación a que han llegado nuestros legisladores es tan acusada que desprecian el interés del menor, para dar satisfacción a ese colectivo. Ni se respetan las orientaciones de la Iglesia, ni se escucha a la inmensa mayoría de ciudadanos, ni se ponderan las recomendaciones de nuestras instituciones; el único interés es el de complacer a ese poderoso lobby.
La homosexualidad estuvo siempre ligada a las culturas más decadentes de nuestra historia, debido a la pérdida de valores de esas sociedades corrompidas. Las personas empiezan a apartarse de la Verdad, se dejan arrastrar hacia la comodidad, el placer, y llegan a considerar que la vida materialista es algo normal. Que esto nos ocurre en la actualidad, no lo puede negar nadie. Las televisiones del gobierno y de Polanco (casi todas) nos llevan a una autocomplacencia de satisfacciones materiales, omitiendo todo lo que sea realzar los valores más edificantes; nuestra sociedad ya no es capaz de prescindir de este avance de la técnica y se cobija en sus brazos. Esto es lo que aprovechan esas fuerzas del mal para conseguir sus perversos objetivos. Machacarán nuestras mentes una y otra vez, hasta convencernos de todo lo que desean; ¿quién hubiera pensado, hace algunos años, que una unión entre dos personas del mismo sexo se llamaría matrimonio? Pues ya lo veis; la insistente presión de los poderosos ha llegado a convencer a muchos. Igual ocurre con otras muchas ideas.
Pablo Delgado