Como primera consecuencia del resultado electoral, no menos de 10.000 socialistas quedarán en el paro. Ellos serán, desde los pasillos del PSOE y de las agrupaciones los que impedirán que el jefe que les llevó a la derrota sea sucedido por alguien de su cuerda. El que quiera mandar en el PSOE deberá distanciarse de Zapatero, cuya política ha conducido a un ERE de grandes dimensiones.
La batalla del 22 de mayo se saldó en las filas del PSOE con un terrible parte de bajas: 2.262 concejales menos, un número indeterminado de alcaldes, pero entre los vencidos se encuentran ciudades tan significativas como A Coruña, Barcelona, Sevilla, Segovia, Huelva, Zaragoza… También cayeron doce diputaciones provinciales; en el frente autonómico las bajas fueron asimismo numerosas y significativas: una pérdida de 68 diputados autonómicos, así como cuatro gobiernos (Aragón, Castilla-La Mancha, Asturias y Baleares) que se pueden convertir en cinco si en Extremadura no espabilan..
A estos caídos electorales deben añadirse un número indeterminado de caídos digitales que fueron nombrados por los hoy derrotados: consejeros y direcciones generales autonómicos, asesores municipales y de las diputaciones, de forma que cada uno de los 2.330 electos menos irán acompañados en su cese por no menos de cuatro asesores y cargos subalternos nombrados a dedo. En total, creo que no es exagerado calcular que en los próximos días unos diez mil personas vinculadas al PSOE perderán su empleo.
Los menos de entre ellos podrán volver a sus antiguas profesiones, pero no se puede olvidar que en los últimos años y fundamentalmente con el impulso de Rodríguez Zapatero, los profesionales de la política ocuparon los mejores cargos.
En este colectivo de nuevos parados abundan más los José Blanco, que nunca consiguió licenciarse en Derecho, que los Pérez Rubalcaba, catedrático de Física, aunque nunca diera clases como tal.
¿Qué va a hacer, o que puede hacer, el PSOE para que esta gente no se quede a la intemperie?. Seguro que en el Municipio de Vigo y en la Junta de Andalucía aterrizarán unos cuantos, pero ni con la mejor voluntad podrán aclopar a 10.000 empleados más.
El problema político
Fuera parte de que siempre es triste ver engrosar el ejército del paro, estas víctimas directas de las elecciones constituirán un grupo desestabilizador del PSOE. Sin nada que hacer más que enredar en los pasillos y las agrupaciones, mucho profesionales de la política se dedicarán a calcular quien será el buen árbol que les de cobijo.
A estos parados habría que añadir los que ven en las inminentes elecciones generales otra amenaza de paro, porque su posición en las listas para el Congreso de los Diputados no garantiza la reelección… Y los numerosos asesores ministeriales que cesarían en el caso de cambio de Gobierno.
En las organizaciones políticas existe una férrea disciplina mientras el jefe gana elecciones, pero la derrota –sobre todo si es estrepitosa y como en este caso amenaza ruinas mayores– siembra el pánico entre las huestes que ven peligrar su puesto de trabajo.
Y lo que se dice a nivel nacional, también se puede aplicar a escala autonómica: ni el protoderrotado José Montilla, ni Marcelino Iglesias (aunque no fuera candidato a repetir en Aragón), ni José Mª Barreda, no Alavarez Araces, ni José Antich podrán controlar y dirigir el PSOE en sus respectivos ámbitos… Por no hablar de Andalucía.
Estos nuevos parados, en su mayoría, no eran personas relevantes en el aparato burocrático del Estado, pero si tienen suficiente presencia en la organización del PSOE como para desestabilizarla… Y en mi hipotesis no los imagino apoyando a alguien que haya sido tan directo colaborador del gran derrotado, Rodríguez Zapatero.
¿Cómo explicarán Pérez Rubalcaba o Carme Chacon que ellos estaban en contra de la política de su jefe directo?. Los dos huelen a derrota electoral y a más paro técnico.
La batalla del 22 de mayo se saldó en las filas del PSOE con un terrible parte de bajas: 2.262 concejales menos, un número indeterminado de alcaldes, pero entre los vencidos se encuentran ciudades tan significativas como A Coruña, Barcelona, Sevilla, Segovia, Huelva, Zaragoza… También cayeron doce diputaciones provinciales; en el frente autonómico las bajas fueron asimismo numerosas y significativas: una pérdida de 68 diputados autonómicos, así como cuatro gobiernos (Aragón, Castilla-La Mancha, Asturias y Baleares) que se pueden convertir en cinco si en Extremadura no espabilan..
A estos caídos electorales deben añadirse un número indeterminado de caídos digitales que fueron nombrados por los hoy derrotados: consejeros y direcciones generales autonómicos, asesores municipales y de las diputaciones, de forma que cada uno de los 2.330 electos menos irán acompañados en su cese por no menos de cuatro asesores y cargos subalternos nombrados a dedo. En total, creo que no es exagerado calcular que en los próximos días unos diez mil personas vinculadas al PSOE perderán su empleo.
Los menos de entre ellos podrán volver a sus antiguas profesiones, pero no se puede olvidar que en los últimos años y fundamentalmente con el impulso de Rodríguez Zapatero, los profesionales de la política ocuparon los mejores cargos.
En este colectivo de nuevos parados abundan más los José Blanco, que nunca consiguió licenciarse en Derecho, que los Pérez Rubalcaba, catedrático de Física, aunque nunca diera clases como tal.
¿Qué va a hacer, o que puede hacer, el PSOE para que esta gente no se quede a la intemperie?. Seguro que en el Municipio de Vigo y en la Junta de Andalucía aterrizarán unos cuantos, pero ni con la mejor voluntad podrán aclopar a 10.000 empleados más.
El problema político
Fuera parte de que siempre es triste ver engrosar el ejército del paro, estas víctimas directas de las elecciones constituirán un grupo desestabilizador del PSOE. Sin nada que hacer más que enredar en los pasillos y las agrupaciones, mucho profesionales de la política se dedicarán a calcular quien será el buen árbol que les de cobijo.
A estos parados habría que añadir los que ven en las inminentes elecciones generales otra amenaza de paro, porque su posición en las listas para el Congreso de los Diputados no garantiza la reelección… Y los numerosos asesores ministeriales que cesarían en el caso de cambio de Gobierno.
En las organizaciones políticas existe una férrea disciplina mientras el jefe gana elecciones, pero la derrota –sobre todo si es estrepitosa y como en este caso amenaza ruinas mayores– siembra el pánico entre las huestes que ven peligrar su puesto de trabajo.
Y lo que se dice a nivel nacional, también se puede aplicar a escala autonómica: ni el protoderrotado José Montilla, ni Marcelino Iglesias (aunque no fuera candidato a repetir en Aragón), ni José Mª Barreda, no Alavarez Araces, ni José Antich podrán controlar y dirigir el PSOE en sus respectivos ámbitos… Por no hablar de Andalucía.
Estos nuevos parados, en su mayoría, no eran personas relevantes en el aparato burocrático del Estado, pero si tienen suficiente presencia en la organización del PSOE como para desestabilizarla… Y en mi hipotesis no los imagino apoyando a alguien que haya sido tan directo colaborador del gran derrotado, Rodríguez Zapatero.
¿Cómo explicarán Pérez Rubalcaba o Carme Chacon que ellos estaban en contra de la política de su jefe directo?. Los dos huelen a derrota electoral y a más paro técnico.