La disparatada factura energética
MADRID, 7 (OTR/PRESS)
Sigo esperando que alguien explique inteligiblemente por qué cuando sube ligeramente el precio del barril de petróleo, inmediatamente suben los precios de los carburantes y, sin embargo, cuando baja más de un veinte por ciento, los precios siguen igual, y así siempre pagan los mismos. Pero lo importante no es tanto si podemos llenar o no el depósito del coche.
Ni siquiera cómo afecta todo eso a los precios del transporte de mercancías o de viajeros, que es un capítulo básico en la economía. Lo fundamental es saber si tenemos un plan energético, si hay o no un debate para saber cómo vamos a sostener, mantener o impulsar nuestra economía- industrias, empresas, transporte, familias- con una demanda de energía creciente y unos precios desorbitados, en un país que es dependiente del exterior en el ochenta por ciento y que, mientras no diga otra cosa el presidente Zapatero, se plantea cerrar sus escasas centrales nucleares, lo que nos hará aún más dependientes del exterior. La realidad nos ha situado en un escenario en el que la disparada -y disparatada- factura energética puede llevarnos a situaciones de máxima gravedad, sin que hagamos nada para evitarlo.
En la campaña electoral de Estados Unidos, la energía se ha convertido en estrella. Lo contrario de lo que sucedió en España hace unos meses, cuando todos avistábamos la crisis menos el Gobierno. Obama ha propuesto usar las reservas estratégicas petroleras para abaratar el precio -ya lo hizo Clinton con éxito en otro momento- un impuesto temporal sobre las compañías petroleras, nuevas y limitadas prospecciones en zonas costeras protegidas, pese al impacto ecológico, y, además, un inversión de 150.000 millones de dólares en energías alternativas. McCain le ha respondido que las energías alternativas aún son más una fantasía que una realidad y ha propuesto, entre otras cosas, construir 45 nuevas centrales nucleares en veinte años, nuevas perforaciones en las costas y bajar los impuestos de los carburantes.
Pero por encima de los cambios de opinión -Obama y McCain apoyan ahora muchas de las cosas que antes no creían necesarias- no esconden el problema y apuestan con políticas pragmáticas por lograr la independencia energética de Estados Unidos. Es la única garantía de futuro. No hay otra salida. Entre nosotros, fuera de la bombilla de bajo coste, que el ministro Sebastián nos va "regalar" con nuestro dinero, el Gobierno sigue pensando que los ciudadanos no quieren problemas y que siempre que llueve, escampa. Casi todos pensaban lo mismo cuando veían a Noé construir el arca. Y llegó el diluvio. Dentro de poco no sólo no vamos a poder pagar la hipoteca, tampoco la factura energética. francisco.muro@planalfa.es