La reciente crisis de la deuda a escala mundial ha traído o traerá algunas ventajas que para muchos son discutibles pues esto no saca a una familia de sus deudas, ni va a generar empleo. Pero por lo menos, el mal no se agravará.
1. Baja el barril de petróleo.
A principios de año, se disparó a 120 dólares debido a las revueltas en los países árabes, algunos de los cuales son productores de crudo. Ahora, debido a la caída de la demanda (las economías no terminan de arrancar al igual que los coches) el barril de Brent está a niveles de septiembre del año pasado, unos 103 dólares (el Texas está a 80 dólares). Eso significa que dentro de poco deberíamos pagar la gasolina más barata. ¿Bajarán el precio las operadoras y las gasolineras?
2. La inflación tenderá a descender.
Será la consecuencia de la caída de los carburantes. Igual que subió debido al crudo en los primeros meses de este año, se espera que el precio de las gasolinas y gasóleos baje y que permita dar un respiro a muchos productos que dependen del transporte. Pero estamos hablando de décimas, o sea, migajas.
3. El euríbor se mantendrá.
Con una inflación controlada, no habrá muchos motivos para que el euríbor, ese índice que se aplica a créditos e hipotecas, tenga que seguir subiendo. Había subido de 1,55% en enero a 2, 183% en julio. Pero ojo, hay que recordar que ese índice está ahora más alto que el año pasado y cuando toque renovar, seguro que se paga más porque son contratos anuales o semestrales.
4. No subirá el tipo del BCE.
Como todo el mundo sabe, el componente principal del euríbor es el tipo de interés del Banco Central Europeo. En mayo, el BCE subió (por primera vez en mucho tiempo) del 1,25 al 1,50%. Es de esperar que con menos presión de los precios, el tipo central no se mueva durante muchos meses. Conclusión: las cosas no irán a peor para los tomadores de créditos, pero no a mejor.
5. Más ahorros en manos de las familias.
Por último, todo esto crea un círculo que beneficia al ahorro. Ahora bien, no es que nos vayamos a forrar sino que no vamos a destinar ese dinero a pagar hipotecas más caras o gasolinas más altas. Lo que haremos seguramente será quitarnos de encima algo de las viejas deudas, o crear un pequeño colchón para el futuro. Si se puede, claro…
1. Baja el barril de petróleo.
A principios de año, se disparó a 120 dólares debido a las revueltas en los países árabes, algunos de los cuales son productores de crudo. Ahora, debido a la caída de la demanda (las economías no terminan de arrancar al igual que los coches) el barril de Brent está a niveles de septiembre del año pasado, unos 103 dólares (el Texas está a 80 dólares). Eso significa que dentro de poco deberíamos pagar la gasolina más barata. ¿Bajarán el precio las operadoras y las gasolineras?
2. La inflación tenderá a descender.
Será la consecuencia de la caída de los carburantes. Igual que subió debido al crudo en los primeros meses de este año, se espera que el precio de las gasolinas y gasóleos baje y que permita dar un respiro a muchos productos que dependen del transporte. Pero estamos hablando de décimas, o sea, migajas.
3. El euríbor se mantendrá.
Con una inflación controlada, no habrá muchos motivos para que el euríbor, ese índice que se aplica a créditos e hipotecas, tenga que seguir subiendo. Había subido de 1,55% en enero a 2, 183% en julio. Pero ojo, hay que recordar que ese índice está ahora más alto que el año pasado y cuando toque renovar, seguro que se paga más porque son contratos anuales o semestrales.
4. No subirá el tipo del BCE.
Como todo el mundo sabe, el componente principal del euríbor es el tipo de interés del Banco Central Europeo. En mayo, el BCE subió (por primera vez en mucho tiempo) del 1,25 al 1,50%. Es de esperar que con menos presión de los precios, el tipo central no se mueva durante muchos meses. Conclusión: las cosas no irán a peor para los tomadores de créditos, pero no a mejor.
5. Más ahorros en manos de las familias.
Por último, todo esto crea un círculo que beneficia al ahorro. Ahora bien, no es que nos vayamos a forrar sino que no vamos a destinar ese dinero a pagar hipotecas más caras o gasolinas más altas. Lo que haremos seguramente será quitarnos de encima algo de las viejas deudas, o crear un pequeño colchón para el futuro. Si se puede, claro…
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