CON LUPA
¿Pondrá Bibiana firme a Emilio, exigiendo la paridad de sexos en el Santander?
@Jesús Cacho - 14/04/2008
Daría cualquier cosa por poder presenciar, siquiera a través de una rendija, la escena. Porque estoy seguro que esa va a ser una de las primeras decisiones que, por mandato de su adorado Rodríguez Zapatero ("¡José Luis, sonríe! Tienes una sonrisa muy limpia que te favorece"), va a tomar la nueva ministra de Igualdad, Bibiana Aído, 31 años, licenciada en Dirección de Empresas por la universidad de Cádiz, resuelta nada más tomar posesión del cargo a tirar de teléfono y llamar, perentoria, a Emilio Botín Sanz de Sautuola y García de los Ríos, 72 años, presidente del Banco Santander y primera gran fortuna española, para cantarle las cuarenta.
Ya me estoy imaginando la escena, "mira, Emilio, que no mola nada ese Consejo de Administración que tienes, esa gerontocracia que calienta sillón desde tiempo inmemorial en el Santander, ¡cosa más antigua, de 19 asientos nada menos que 17 son tíos y sólo dos tías, y una de ellas encima es del PP...!, así que ya vas a ir dando puerta a unos cuentos y colocando en su lugar a otras tantas mujeres, chicas jóvenes como yo, a ser posible de la PSOE, tú mismo, ya puestos, podías ir pensando en abrirte para dar paso a Annapi, que se lo tiene merecido, porque si no se va a enfadar mucho José Luis, decidido como está a poner orden en los grandes consejos de administración vía BOE incluso, así que tú verás...
E imagino a don Emilio temblando de miedo ante la dureza de doña Bibiana, presto a salir corriendo en dirección a Boadilla del Monte con la mala nueva para los Asúa, Soto, Rojo y compañía. C'est fini el chollo. Se acabó lo que se daba. Comienza la segunda legislatura Zapatero y con ella el intento, no por subrepticio menos descarado, más notable de "ingeniería social" de los puestos en marcha en España en mucho tiempo. Porque no estamos ante esa supuestamente bien intencionada "pedagogía social" de que ayer hablaba un diario madrileño, sino de algo bastante más ladino y peligroso.
Proyectos de ingeniería social patrocinados por el poder político los ha habido a cientos en la Historia de la humanidad, pretendidos no sólo por crueles dictadores, sino por demócratas de viejo cuño. La famosa "Ley Seca" que prohibió la venta de alcoholes en Estados Unidos en los años 20 del siglo pasado fue, en opinión de Paul Johnson ("Tiempos Modernos"), "una torpe e insegura forma de ingeniería social destinada a obtener, por vía de la ley, la homogeneidad de una comunidad heterogénea". Por supuesto que esa ley seca no implicó ni de lejos la enorme crueldad de la ingeniería social impuesta por Lenin y continuada por Stalin en Rusia, por no hablar de la macabra operación de ingeniería social que supuso la pretensión de borrar a los judíos de la faz de la tierra por parte de Hitler.
Pero ese tipo de políticas destinadas a alterar el sistema de valores de un pueblo dañan seriamente la cohesión civilizada de una sociedad basada en la asunción de la libertad de decidir y la responsabilidad personal, viejos principios liberales que el señor Zapatero no sólo parece desconocer, sino despreciar a manos llenas, porque todo su discurso está impregnado del más vulgar intervencionismo en todos los ámbitos de la vida social. El Gobierno de un país civilizado no está para cambiar los usos y costumbres de sus gentes, no está para variar la escala de valores, no para interferir las normas de conducta regidas por el Derecho común, no está para eso, no señor. Está para intervenir lo menos posible y dejar aflorar los mejores impulsos de una sociedad civil madura, capaz de vivir y prosperar al margen del diktat del poder político.
España no necesita héroes dispuestos a acabar ellos solos con el agujero de ozono, sino normalidad cotidiana; no panaceas igualitarias, sino libertad para elegir; no revoluciones inducidas, sino valores contrastados; no peligrosas cirugías sociales, sino seguridad plena regida por el imperio de la Ley. Consideraciones todas que vienen a cuento del nuevo Gobierno, y de la presentación pública que del mismo hizo su Presidente en pasado sábado. Confieso que me sentí cierto vértigo cuando, refiriéndose al asunto de los Consejos de Administración antes citado, afirmó taxativo en televisión que "esto se va a acabar" (sic), una afirmación totalmente inadecuada en boca de un gobernante demócrata, más propia de los Hugo Chávez que pululan por el mundo que del presidente de un país de la UE.
Que de eso va esta historia: de un gobernante y un Gobierno que tiene poco que ver con la idea que guardamos en nuestro almario de la socialdemocracia europea tradicional. Este es un Gobierno de un izquierdismo radical bastante notable, entreverado de populismo a la sudamericana. Gobierno y gobernante claramente antiliberal, intervencionista en extremo y con alguna que otra pulsión autoritaria ("esto se va a acabar"), poco o nada interesado en el consenso (ahí está el ministro Bermejo) que dice proclamar, porque gobernar para todos los españoles, y no sólo para una parte, supondría tener que arrumbar esos proyectos de ingeniería social igualitaria que nuestro hombre quiere poner en marcha en los próximos años. Eso sí, con una sonrisa. "¡José Luis, sonríe! Tienes una sonrisa muy limpia que te favorece".