Sánchez Gordillo es Bane. Si alguien no ha visto la última de Batman no voy a reventarle mucho la historia. Pero Gordillo es a España lo que Bane a Gotham: un revolucionario de ideas simples con una bomba de relojería (nuclear) capaz de cargarse toda la sociedad.
La diferencia está en que la bomba de nuestro comunista es ideológica y los asaltos los lleva a cabo en supermercados. Asaltos, robos, expropiaciones, que cada cual según su sectarismo lo llame como quiera. Su Batman, su némesis, es todo el arco mediático que se sitúa atemorizado ante la posibilidad de que cunda el ejemplo. No el de entrar en supermercados a llevarse comida sin pagar para dársela a gente que lo necesite, sino de que surja cada vez con más fuerza la idea de comunidad sobre la de individuo. Ésa es la auténtica destrucción del capitalismo, mucho más compleja de llevar a cabo como se ve.
Se ha situado, no obstante, a Sánchez Gordillo o Diego Cañamero como los grandes enemigos del sistema, cuando el sistema tiene enemigos mucho más terribles. El primero de todos ellos es la enorme desinformación. Señala Rosa María Artal precisamente cómo los principales medios alientan la desinformación para resaltar aquellos elementos que interesan a los medios de comunicación gobernados por intereses empresariales. PRISA, por ejemplo, falso adalid del progresismo, se encuentra participada entre otros por Repsol, y los grupos mediáticos vinculados a Berlusconi están gestionando la compra de El País o la SER. No digamos ya medios como Intereconomía cuyo discurso está claramente escorado no hacia el PP como algunos creen, sino hacia los intereses empresariales de una casta de especuladores agrupados en torno a la CEOE.
Peligroso no es el discurso ideológico de una parte de IU o el SAT, cada vez menos trasnochado gracias a la economía financiera, sino que Peligroso es la aparición de un movimiento antisistema cuya finalidad es el descrédito institucional. Porque se insiste en contar y relatar el dinero en subvenciones que se llevan sindicatos o colectivos culturales y sociales, pero no se dice que la Patronal (los empresarios) recibió el último año 57 millones de euros, más que todos los sindicatos juntos. ¿Por qué hay que financiar a los empresarios? ¿no son ellos los primeros que lideran la ideología del "arrimar el hombro", del "abolir las subvenciones y subsidios", del "bajar los salarios"?
Peligroso es que se utilice un discurso distorsionado afirmando que hay más de 400 mil políticos cuando, en realidad, apenas pasamos de 72 mil.
Peligroso es Reducir el arco parlamentario o el número de concejales en los ayuntamientos como quiere el PP no es racionalizar sino eliminar pluralidad política. Si quitamos políticos, el resultado es un sistema totalitario.
Peligroso es que apoyándose en este discurso surjan nuevos políticos mediocres como Toni Cantó (UPyD) o demagogos cercanos a discursos fascistas como Rosa Díez o Mario Conde. Porque, y cito a autores como Arendt, fascista es toda ideología que afirma no definirse como "izquierda o derecha", que pretende llegar al poder con un discurso populista sin plantear soluciones reales, que pretende crear una sociedad corporativista establecida según un modelo vertical. Gente como Mario Conde que, como Berlusconi, no aspira como dicen a eliminar "privilegios" de la clase política sino a hacerse con ellos, para ellos y para los suyos.
Peligroso es que un presidente del gobierno llegue al poder diciendo que sabe cómo está el país, y luego resulte que no lo sepa, al parecer. Que consume la pérdida de soberanía económica, la entrega del Poder Ejecutivo y Legislativo a instituciones supranacionales sin proceso de elección democrática como el FMI o el BCE. Peligroso es que, en esa deriva, un tipo como Draghi juegue con los intereses de la deuda española, los entregue a los especuladores y permita una espiral de subida de precios, pérdida de empleo y bajada de sueldos.
Peligroso es que nos entreguen al shock económico experimentando con decenas de millones de personas en España, Italia, Portugal o Grecia un modelo de reformas que ha provocado pobreza y desigualdad en media docena de países desde los 70.
Peligroso es que un país gaste más en pagar los intereses de una deuda que comenzó siendo en su mayor parte privada, de las grandes empresas y bancos, que en invertir para evitar incendios, para tener abiertas las urgencias de los hospitales, para fomentar una escuela pública y de calidad, para evitar el crecimiento de la pobreza.
Peligroso es dar el mensaje a la sociedad de que puedes acabar en la cárcel por llevarte comida de un supermercado pero si has fulminado los ahorros de unos pensionistas y ahorradores en preferentes, has destruido una caja de ahorros y has sumido a un país en recortes para que nos den 100 millones para sostenerla por intereses políticos, si haces eso sigues en tu chalet y tus vacaciones caribeñas.
Peligroso es que desde una mesa de ordenador se pueda alterar los precios de los alimentos durante años hundiendo a los agricultores de una región entera. Peligroso es que los millones de personas de un país no sean más que números, que se puedan comprar los estados en base a una economía financiera que se mueve como el terrorismo.
Peligroso es que ellos mismos digan que los terroristas son los que se les oponen, que ellos decidan quiénes son los buenos y los malos.
Peligroso es que la democracia deje de tener sentido cuando ellos deciden que ya no les interesa. Peligroso es que se deslice la "idea que la gente tiene de las subvenciones, como si fueran un fajo de billetes para la saca".
Peligroso es que se difunda que no hacen falta funcionarios, ni servicios públicos, ni médicos, ni profesores, ni bomberos, ni nadie.
Peligroso es que por motivos e intereses clientelistas pongas y mantengas ministros incompetentes.
Eso es lo peligroso. Y cuando todos esos peligros hayan desaparecido, cuando volvamos a la economía real y abandonemos la financiera y un euro valga siempre un euro, cuando tengamos políticos responsables elegidos por la ciudadanía informada gracias a una educación de calidad que apueste por el mérito y el esfuerzo y atienda a los que tienen niveles más bajos de forma personal, cuando los ciudadanos elijan izquierda o derecha y no a demagogos, cuando las instituciones estén al servicio de los intereses públicos, cuando tengamos empresarios que apuesten por la generación de nuevas ideas que impulsen el crecimiento económico colectivo y no la simple especulación, cuando desaparezcan los intereses partidistas, regionalistas, localistas o nacionalistas, entonces, tal vez entonces, que un señor entre en un supermercado y se lleve comida sin pagar será peligroso. Porque no tendrá motivos. Pero ahora, como dice Joaquín Sabina, "nos sobran los motivos".
“Luché contra la Ley”, Loquillo y Fito