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LA MENTIRA DE LOS POLITICOS

La palabra MENTIRA según la enciclopedia Wikipedia es lo siguiente:

"Una mentira es una declaración realizada por alguien que cree o sospecha que es falsa en todo o en parte, esperando que los oyentes le crean, ocultando siempre la realidad en forma parcial o total".
En política desde lo mas alto de nuestras instituciones hasta lo mas bajos… Desde la Casa Real, Gobiernos, Senado, CC.AA, Diputaciones,… Desde los Alcaldes, Concejales,… Desde los Secretarios Generales hasta los militantes con responsabilidad de los partidos políticos,… Todos esconden, deforman, contornan, difaman sistemáticamente la verdad 

¡Todos mienten con poco o muchos conocimientos de sus palabras; Son ciegos ofuscados por el poder, por su status, por el halagó del entorno son consentidos de ser importantes y amantes de los aplausos. La mentira es parte de la vida cotidiana de los políticos, la mentira pertenece a su sombra, para ellos la mentira es indispensable a su supervivencia.


Según observadores políticos un político vago tendrá éxito, un político fastidioso también, pero un político que no sabe mentir esta condenado al fracaso! 

Las pequeñas “menteligias “dan acceso a las grandes mentiras para después llegar y culminar a las mentiras electorales. 


Los nuevos o novatos políticos empiezan los discursos tradicionales con las siguientes frases; 

- No tengo más ambición que de servir a mis ciudadanos? 

– No soy un político tradicional ¿

- Soy un político diferente ¿-etc... etc... 

En el ranking de las mentiras políticas esta la del político que predica la “unidad del partido “ hay una regla que no esta escrita en la cual el partido debe parecer unido en cualquier circunstancia! Por eso ese “parecer “necesita un numero incalculable de mentiras; lo que cuenta es la apariencia de lealtad y de franqueza.


En política la mentira y el engaño son los lideres de la doctrina del partido, los que por fidelidad a los principios mas sagrados dicen lo que piensan, son tratados como parias por su propio partido, dicho de otro modo los que actúan con franqueza cometen un acto innoble, y los que se callan o esconde sus intenciones son gratificados en ser personas respetables y leales. 

La mentira ha engangrenado la clase política en su recoveco y creo que es importante buscar los orígenes de este mal: La respuesta es sencilla: 

si los políticos recurren a la mentira es que están convencidos de su rentabilidad.


Los políticos que son los más hábiles con la falacia o falsedad son los que más tiempos duran y con más éxito.


Alguien me dirá “ es que no hay político honesto? 

“ Aquí no se trata de honestidad, hay políticos con buenas intenciones, adicto y muy entregado a su labor y partido. 


Hay un escritor Frances (Pierre Lenain) que dice:

 “ Político honesto puede ser que los hayas pero políticos que no mientan: imposible! “ 

Es una verdad muy dura y que radica en la rentabilidad de la mentira; ¿y porque es rentable ?:

 Porque el pueblo lo recompensa con los votos.

 El mejor político mentiroso es el que gana, 

¿Por ignorancia de los ciudadanos al engaño del político? O por que no tiene otro modo de castigo.

Los ciudadanos saben perfectamente que el político miente; pero no saben contemplar la mentira en toda su amplitud y consecuencia. 

Aparece un político nuevo, una nueva figura, con don de palabras, con propuestas diferentes y convincentes y el ciudadano cae otra vez en la trampa…

Esa esperanza, ese voto se explica por el desconocimiento real de la mentira en política, ya que cualquier persona coherente que siga de “cerca “este político o partido perderá rápidamente las ilusiones 


Los políticos quieren y viven por el voto, dependen solamente de nosotros de hacérselo pagar y cuando mas caro mejor.






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Que no nos "mareen".
Vamos "al grano".
LO PRIMERO ES LO PRIMERO.
-
"El que CALLA, OTORGA".
CALLAR ANTE MAS DEL 10% DE PARO, ES OTORGAR LA RAZON AL GOBIERNO.
(VredondoF)

varios

NOTA DE VRedondoF :Por su interes publico una aportacion de "vamosdecraneosinodeculo" al foro de El Confidencial a proposito del articulo de Carlos Sanchez ¿Politicos a la carcel ?(nº 46 3/07/2011)
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De la tranparencia de la acción pública

Para resolver la ocultación de la información pública no hace falta inventar la rueda, que ya está inventada, sino copiar a los inventores.

Y da la casualidad de que en Europa ya hay legislación sobre esto.

Y da la casualidad de que el PSOE ganó las elecciones en 2004 con un programa electoral que incluía adoptar esas prácticas europeas:

"La Comisión Europea y diversos países de la Unión han adoptado normas destinadas a regular el acceso de los ciudadanos a los informes y archivos de las Administraciones como contribución decisiva a [los principios] de libertad, de democracia, de respeto de los derechos y libertades fundamentales y del Estado de Derecho"

"Los socialistas creemos que una democracia sólo puede fundamentarse en la transparencia en la acción pública, y por tanto en el libre acceso a la información por parte de los ciudadanos"

"Impulsaremos una Ley sobre el derecho al libre acceso a la Información que garantice que todos los poderes, autoridades públicas y entidades sostenidas con fondos públicos faciliten el libre acceso a toda información o documento oficial, con [excepción de] protección de datos o secretos oficiales"

"Facilitaremos el acceso a través de la red a la información y a los servicios públicos"

"Garantizaremos el acceso on-line de los ciudadanos a la evaluación del ingreso y gasto público a través de internet"


[Ver la página 41 y ss. del programa electoral de 2004]

Todavía tiene tiempo de meternos en Europa.

Pero yo tengo la impresión de que muchos líderes y dirigentes españoles creen que les va mejor si España no está en Europa.

A vueltas con el término nación


A vueltas con el término nación

Según parece, el Tribunal Constitucional está embarrancado en una evidencia y no sabe cómo salir. Es fácil salir de un aprieto cuando el problema reside en un equívoco, pero cuando la solución exige provocarlo, la cosa es un poco más complicada. La Constitución afirma con toda claridad la existencia de la nación española, pero ZP y sus secuaces nacionalistas quisieron ver dos naciones donde solo puede haber una.
Los términos y las etiquetas no son inocentes, implican presunciones y requieren reglas de interpretación que, cuando no se respetan, conducen a disparates que pueden ser peligrosos. El TC puede dejarse tentar por el famoso argumento de José Luis Rodríguez Zapatero conforme al cual la idea de nación es polisémica y, por tanto, no convenía negar que Cataluña pudiese ser considerada una nación. Zapatero suponía que dada la polisemia supuestamente inextinguible del término nación, se podía considerar perfectamente razonable el absurdo de que su uso referido a Cataluña fuese admitido como conforme a la Constitución española. El sofisma de Zapatero reside en suponer que la pluralidad de significados supone la flexibilidad conveniente, con absoluta independencia del contexto, esto es, que ZP quiere ser como Humpty Dumpty y establecer con claridad quién manda. Pero las polisemias desaparecen, por definición, cuando se precisan los contextos, ya que, en caso contrario, sería absolutamente imposible hablar y entenderse. Nación podrá ser un términodiscutido y discutible, pero en el contexto del lenguaje político y, muy concretamente, en el texto de la Constituciónespañola, ese término tiene un significado perfectamente preciso y definido del que algunos pretenden desentenderse para dejar claro quién manda.
Ahora bien, el TC está precisamente para evitar que nadie retuerza los principios que nos gobiernan. Hay quienes creen que el TC puede decidir que retorcer ya no significa lo que se creía, y que el mundo siga girando como si no pasase nada. Orwell los podría haber puesto de ejemplo.

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Alemania despierta


Alemania despierta

Por Fernando Díaz Villanueva

Gerhard Schröder.
Tal día como ayer hace once años, un sonriente Gerhard Schröder se hacía con la Cancillería con una mayoría aplastante, muy superior a la que Merkel obtuvo en las federales del domingo pasado. Más del 40% de los votantes, casi el 50% sumándole el apoyo de sus socios rojiverdes, devolvieron el poder a la izquierda, alejada de la poltrona durante 16 interminables años.
Eran, claro, otros tiempos. En 1998 el espectro político alemán era más reducido, especialmente en el lado izquierdo. Los socialdemócratas competían, y no mucho, con los verdes, que en la Alemania occidental ejercían de marca blanca del Partido Comunista, nunca demasiado bien visto a este lado del Muro. Venía Alemania entonces de 50 años de crecimiento económico constante, cuya herencia más visible es el euro, divisa reacuñada en la mitad de valor facial sobre los antiguos marcos.

La Alemania que entregó complacida las armas a la izquierda era un país opulento, prepotente y ligeramente insatisfecho. La reunificación, completada durante los años 90, no había sido el cuento de hadas que contaba Köhl a los escolares de primaria durante sus triunfantes giras, en las que, a ratos, llegó a creerse la reencarnación del Von Bismarck.

Fue, en definitiva, un cúmulo de circunstancias lo que llevó a Gerhard Schröder a la Cancillería. La luna de miel, sin embargo, y a diferencia de la nuestra con Zapatero, duró poco. Su SPD, el de la incontestable mayoría del 98, fue deshaciéndose a izquierda y derecha, al tiempo que la antaño boyante economía alemana se venía abajo.

Los alemanes son gente entrañable en su frialdad. Granjeros y comerciantes que, llegado un momento de su historia –nadie sabe muy bien cómo–, empezaron a fabricar vehículos BMW, electrodomésticos Bosch y maquinaria de todo tipo extremadamente precisa y bien hecha. Por eso, por ese sentido primario, casi aldeano, de la existencia, no son muy amigos de experimentos políticos, y más cuando escarban en su propia historia y se les ponen los pelos como escarpias al contemplar las consecuencias últimas de ciertos experimentos por los que han tenido que pagar –hasta la última letra– una gran factura; de hecho, aún la están pagando en los estados del este. Esta es la razón principal por la que Alemania es, desde hace 60 años, un modelo de estabilidad, y posiblemente el país más aburrido de Europa en lo que a jaleos políticos se refiere.

Angela Merkel.Sólo así puede entenderse la famosa Grosse Koalition de 2005, que juntó en el Gobierno a conservadores y socialistas. Aquí, claro, eso nos parecía una cosa del otro mundo. Pero el votante alemán lo que más valora es la tranquilidad y que no le den la murga. Los odios políticos, por añadidura, nunca son bienvenidos en un país que tuvo ración doble de ellos durante el siglo pasado.

De todas formas, era una situación era anormal, fruto del bloqueo mental que los alemanes han padecido en los últimos diez años. La izquierda risueña, ecologista y boborrona del dúo Schröder-Fischer les metió de cabeza en la peor crisis desde la Guerra, socavando la autoestima y el orgullo de un pueblo acostumbrado a ir siempre un paso por delante en todo; la derecha, por su parte, no se aclaraba ni en la forma ni en el fondo. En 1998 el candidato democristiano fue un amortizadísimo Helmut Köhl; en 2002, un viejísimo y bavarísimo Edmund Stoiber, y en 2005 una ossi desconocida con cara de profesora despistada a quien los alumnos le copian en los exámenes.

Eso en la forma, que importa, y mucho, en las democracias modernas. En el fondo, la CDU ha sido durante 10 años un quiero y no puedo ideológico. Lo probó todo para encontrar un mensaje propio, fracasando una y otra vez. Se apropió del programa socialdemócrata y, lo que es peor, del programa verde, y acabó por ser más estatista y más ecologista que nadie. Al final, los conservadores han hecho el pequeño esfuerzo de escuchar a sus votantes, al tendero de Múnich que los sábados por la noche se pega con cola al televisor para ver Musikantenstadl, al jefe de personal de una empresa de Stuttgart hartito de dejarse la vida pagando impuestos, al operario de una fábrica de Bochum que aún sigue yendo a misa y que trabaja duro para que le asciendan, al agente de bolsa de Fráncfort que busca trabajo en Wall Street. Ese es el público de la CDU, y a ese público, machacado por uno de los Estados más intervencionistas y metomentodo de Europa, hay que llegar con un mensaje claro, realista y sin artificios.

Lo que a la CDU le ha faltado y le sigue faltando se lo ha puesto de gratis el FDP, partido minoritario, implantado en el oeste y eminentemente urbano. Los liberales de Guido Westerwelle han cogido esta vez el carro y tirado de él, arrastrando a los conservadores, que no han parado de hacerles guiños cómplices durante la campaña. El programa del SPD es el negativo del que presentaron las dos momias de la izquierda germana: Gregor Gysi, comunista a la soviética, hijo de un ministro de Cultura de la RDA, y Oskar Lafontaine, representante eximio de la izquierdaza germano-occidental en su peor tradición.

El triunfo, por tanto, es compartido. Merkel gobernará, pero sólo podrá salir bien librada del brete si adopta como propias las ideas de su socio, las únicas verdaderamente revolucionarias en estos tiempos de crisis, las únicas que constituyen una alternativa al rebrote de colectivismo que padecemos.

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Cinco pistas sobre el caso Gürtel


Cinco pistas sobre el caso Gürtel

El periodista Ignacio Escolar analiza las cinco claves para entender mejor qué está pasando en el PP



1. Decía Rajoy que era absurdo pensar que alguien como Francisco Camps "se pueda vender por tres trajes". Y tenía razón. El demoledor informe policial sobre la financiación del PP valenciano deja claro que lo de los trajes era, en realidad, el chocolate del loro. Por mucho que los principales líderes del PP defiendan en público la honorabilidad de Camps, la mayoría de ellos reconoce en privado que la situación es insostenible. "Ricardo Costa tiene que dimitir ya", defiende un importante dirigente del PP nacional. "Y si no lo hace pronto, el que tendrá que irse es Camps".
2. "Sabíamos que iba a salir", asegura otra fuente del PP de Valencia. "Nos ha sorprendido que tardase tanto en aparecer, nosotros lo teníamos desde hace tiempo y el PSOE también". El informe policial estaba en muchas manos. A pesar de que el juez De la Rúa decidió archivarlo, todas las partes personadas en el caso de los trajes de Camps recibieron copia del juzgado y los socialistas de Valencia forman parte de la acusación. "En el PSOE lo han hecho muy bien", creen en Génova. "Se lo pasaron a varios medios y han tapado con eso la subida de impuestos".
3. Los partidarios de Camps, mientras tanto, culpan a viejos fantasmas. "Ha sido Eduardo Zaplana", dice un importante asesor del PP. "Zaplana se ha pasado al enemigo", afirma un relevante ex ministro de Aznar. La tesis que filtran desde Valencia es que Zaplana, íntimo amigo de Alfredo Pérez Rubalcaba y de Pedro J. Ramírez, se está cobrando en plato frío la venganza contra Camps, el delfín que le traicionó. Otros en Génova se toman esa conspiración a broma: "Zaplana no ha podido ser porque estaba muy ocupado entrenando a los pilotos del atentado del 11-S", ironiza un dirigente nacional.
4. Cada día llueve más. Pero, por desgracia para el PP, lo peor de la tormenta Gürtel aún está por venir. Esta semana, el juez Antonio Pedreira, del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, abrirá el secreto de sumario. "Y ahí puede aparecer de todo", dice una persona del comité nacional del PP. "Nos tememos que salgan los viajes y también lo de los relojes de la joyería Suárez, que el juez ha pedido los listados", asegura la misma fuente. Se refiere a los carísimos regalos con los que Correa y sus chicos agasajaban a la cúpula del PP. Correa presumía mucho de esos relojes. "Cada vez que mira la hora, se acuerda de mí", fanfarroneaba a menudo el principal capo de laGürtel al hablar de un destacado líder del PP.
5. Pero igual que en Valencia lo de menos son los trajes, en Madrid lo de menos son los relojes. Cuando se rompa el secreto judicial, también se desvelarán los misterios de otro producto típicamente suizo: las cuentas bancarias. El gestor de fondos de Correa en Suiza, el italiano Arturo Gianfranco Fasana, alias Fafa, está colaborando con la Justicia. Según fuentes judiciales, a partir de sus números y sus confesiones pueden aflorar algunos secretos que no gustarán nada a la familia Aznar.

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La Economía de la “baguette”


La Economía de la “baguette”



@Jesús Cacho - 27/09/2009
Lula Da Silva, siendo todavía aspirante a la presidencia del Gobierno de Brasil, preguntó un día a un español importante, un hombre que llegó a tener bajo su directa responsabilidad a 12.000 profesionales sólo en España, qué había que hacer para acertar en Economía. Y el español, un pozo de sabiduría, le contestó con una sencilla metáfora: “Mire usted, desde el punto de vista social, que es el que le preocupa, la economía es como una gran baguette. El 10% de la derecha son ricos, a los que puede apretar con impuestos varios para que contribuyan al bienestar general; el 10% de la izquierda son pobres, a los que deberá proteger con programas sociales de todo tipo, y el resto, ese amplísimo 80% de la barra de pan, es gente trabajadora, clases medias en su más amplia acepción, a los que usted deberá presidir con eficacia y honestidad. Eficacia entendida como buen criterio a la hora de manejar las variables macroeconómicas dependiendo de la coyuntura, y honestidad para pensar siempre en el bien común por encima del suyo propio o de su partido”.

A Lula no parece haberle ido nada mal el consejo, a juzgar por su índice de popularidad y el despegue de Brasil como gran potencia mundial. Justo lo contrario que a Rodríguez Zapatero, en su momento más bajo de prestigio dentro y fuera de una España convertida hoy en un país periférico. Nuestro presidente ha hecho suya la metáfora de la baguette pero al revés: Exceptuando una parte mínima de la barra ocupada por los pobres, a los que es necesario proteger con políticas “sociales”, el resto son “ricos” a los que hay que brear a impuestos para arreglar los desperfectos provocados por el despilfarro gubernamental. Más que nunca ZP aparece como un presidente preocupado por su electorado natural, renunciando a su obligación constitucional de ser el Presidente de todos. Como el argumento de la paz social, ese gran paraguas urdido para vadear con resuello los bajíos del inmenso paro que nos atenaza, se le vino abajo por la resuelta negativa de la CEOE a participar en la farsa, el presidente y su Gobierno han puesto en el punto de mira de su fusil dialéctico al colectivo empresarial, estamento que en las sociedades libres suele ser el llamado a crear empleo.

En busca de enemigos imaginarios, Zapatero se fabrica un campo de batalla artificial convencido de que de esta guisa pondrá cachonda a su clientela de izquierdas. No se sabe si en el hallazgo le habrá ayudado Cándido Méndez, ingrediente básico en la empanada “social” del zapaterismo, con quien comparte relajadas cenas en familia los sábados noche, pero el caso es que ya tenemos identificado al malo de la película: La CEOE, es decir, los empresarios, con el Banco de España que gobierna el socialista Fernández Ordóñez en el papel de distinguido extra. Felipe González, mucho más fino, jamás utilizó el genérico para  zaherir a los empleadores como colectivo. “Yo también tengo mis empresarios”, solía decir. Zapatero también los tiene, pero ahora andan muy escondiditos: han hecho mucho dinero a la sombra de Moncloa y más que esperan hacer aferrados al palo mayor de esa pintoresca Ley de Economía Sostenible, ya saben, molinillos de viento, coche eléctrico, bombillas y por ahí. Mientras tanto, los sindicatos, cada vez más cerca del modelo peronista que patrocina el jefe, amenazan en echarse a la calle no contra ZP, sino contra los empresarios. El mundo al revés.

Pactos para abordar las grandes reformas

Preocuparse solo de su imagen pública mediante la táctica de agitar las pasiones de su electorado más radical demonizando a los empresarios como si fueran un partido político es conducta –a la que se ha prestado también la ministra de Economía, Elena Salgado, que no hay mayor tentación que la de tratar de agradar al jefe con lo que al jefe le gusta- de enorme gravedad y sin parangón en un país desarrollado. Sobre todo porque lo que están pidiendo los empresarios, de una ortodoxia irrefutable, es de sentido común y coincide plenamente con el consenso de los economistas y con la práctica totalidad de los organismos internacionales: que son imprescindibles las reformas de fondo no sólo para salir de la crisis cuanto antes, sino, y más importante, hacerlo creciendo de forma vigorosa para crear empleo en cantidad suficiente.

De modo que, falto de apoyo social, Zapatero reemprende el camino en solitario y en procura del respaldo de este o aquel grupo de diputados que le permita salvar el trance de los PGE de 2010 tras pagar el peaje correspondiente. Y como no vamos a hacer reformas y tampoco vamos a recortar el gasto, sólo queda expedita la vía de la subida de impuestos, subida que evitará que el déficit público se dispare al 15% pero que no arreglará los problemas de fondo. Pero sólo los impuestos indirectos (del 16% al 18% a partir de julio en lo que al IVA general respecta) garantizan un aumento de los ingresos fiscales, porque los incrementos anunciados ayer sobre las llamadas rentas del capital o son irrelevantes o se traducen en distorsiones tan importantes de la actividad económica que terminarán por afectar negativamente a la recaudación tributaria. La ministra Salgado anunció días atrás que el Ejecutivo revisará “todos los tipos impositivos”. Flagrante la ausencia de voluntad política para hacerlo al tiempo con “todos los tipos del gasto”, elemento esencial cuando se trata de lidiar con crisis tan grave como la española. ¿Por qué no somete usted también a revisión el gasto público, como haría cualquier familia sensata que, tras perder parte de sus ingresos, se ve obligada a apretarse el cinturón?

La situación española es tan apurada que reclama a gritos la existencia de liderazgos fuertes, políticos con algo se sentido común y cierto grado de patriotismo, dispuestos a tomar decisiones drásticas pensando en el medio y largo plazo. Por desgracia, tenemos en el puente de mando a alguien sólo preocupado por tapar los agujeros que diariamente le salen al paso, con el objetivo puesto en las encuestas de opinión. Es cierto que gran parte del gasto incluido en los PGE está ya comprometido en partidas tales como seguro de desempleo, sanidad o educación, pero, aceptando esa realidad, lo cierto es que un Gobierno preocupado de verdad por lo “social” y una oposición responsable deberían ponerse de acuerdo en lograr un gran pacto fiscal que contemple al tiempo ingresos y gastos. El Ejecutivo  tiene la llave de un empleo público donde podrían hacerse economías, lo mismo que en Sanidad (¿por qué descartar el copago a partir de cierto nivel de renta?), la Educación (cobrar la Universidad a quienes puedan pagarla), el despilfarro de las televisiones públicas y tantas cosas más. No se trataría tanto de reducir costes como de replantear a fondo la composición del gasto, asignatura pendiente que habrá que abordar de grado o por fuerza, como han hecho ya países como Gran Bretaña.

Una parte mínima de la baguette está ocupada por los pobres, a los que es necesario proteger con políticas “sociales”, el resto son “ricos” a los que hay que brear a impuestos para arreglar los desperfectos provocados por el despilfarro gubernamental

Ni Gobierno ni oposición

La dura realidad apunta a que, más pronto que tarde, la actual estructura de ese gasto público es insostenible y en modo alguno cabe pensar que las eventuales subidas de impuestos serán capaces de financiar los compromisos de gasto asumidos por ZP. No hay aumento de impuestos que valga para pagar tanto despilfarro. Si hoy gastamos 100 e ingresamos 90, no es difícil imaginar un escenario de salida de la crisis con un gasto de 110 y unos ingresos de 80, entre otras cosas porque el inmobiliario, que ha sido el sector que ha nutrido las arcas públicas –y también muchas privadas, para qué negarlo- con prodigalidad estos años, dejará de representar el peso que ha tenido en el inmediato futuro. Todo el mundo, por ejemplo, estaría hoy dispuesto a firmar un gran pacto sobre pensiones. ¿Ahorro inmediato? Cero, cierto, pero ese acuerdo se convertiría en el más saludable mensaje que España podría enviar a los mercados, algo que se reflejaría enseguida en el diferencial de nuestra deuda pública, insuflando confianza a los agentes económicos al dar respuesta a la pregunta que hoy angustia a tanta gente: ¿hay alguien ahí? Y lo mismo cabría pensar de un gran pacto por la Sanidad o la Educación.

Al señor presidente no le interesan los pactos. Lo suyo es mantener viva la brecha entre las dos Españas, gobernando para una de ellas. Subida de impuestos y aborto. Fuego para enmascarar un incendio. Un señor que no parece capaz de poner orden en su propia casa, pretende gobernar la de todos. Y en la acera de enfrente, una oposición que sigue con una mano atada a la espalda, permanentemente enredada en los casos de corrupción que le asedian por las cuatro esquinas. Ni Gobierno, ni oposición. Nunca tantos sufrieron tanto por tan pocos. Pero, ¿no habíamos quedado en que la derecha no robaba? Pues no: a la derecha política española le salen chorizos para alimentar el cocido nacional durante lustros, y en Génova no saben qué hacer con tanta charcutería. Confundidos por la avalancha, sólo aciertan a echar garbanzos fuera: que si Rubalcaba, que si la policía, que si los jueces… Y no es eso, no es eso, señor Rajoy. Usted tiene que mojarse y limpiar el partido de golfos. Y una vez que haya barrido la casa, entonces sí, entonces será el momento de empezar a preocuparse por la utilización torticera que Interior pueda estar haciendo del aparato del Estado. Mientras tanto, mientras usted no se moje y adopte medidas de una radicalidad ejemplar, seguirán siendo muchos los ciudadanos que, queriendo votar una opción de derecha moderna y honesta, sigan sin poder hacerlo. Tolerancia cero con la corrupción.    

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Las cloacas del Estado contra el PP


NOTA DE VRedondoF :

Publico este articulo de Federico Quevedo en el Confidencial.
Es increible que se atreva a escribir esto con lo "EVIDENTE" que es todo.
La verdad es que a mi me da verguenza ajena , el que alguien insista e insista con estos argumentos  , es un desprecio a la inteligencia de quien lo lea.... 
¡¡YO LA VERDAD NO LO ENTIENDO !!!

Las cloacas del Estado contra el PP


@Federico Quevedo - 26/09/2009





Hace tan solo unas semanas, a la vuelta de vacaciones, el líder del PP, Mariano Rajoy, me decía en petit comitéque lejos de haberse diluido el ‘caso Gürtel’ tras el archivo de la causa contra Francisco Camps y Ricardo Costa, esperaba que en otoño volviera a arreciar de nuevo el acoso al Partido Popular con este asunto, y que de nuevo el foco de atención volvería a estar en Valencia, porque ese es el objetivo prioritario que se ha marcado el Gobierno en su estrategia de desviar la atención de los problemas del país intentando criminalizar al principal partido de la oposición.

Pues bien, esta semana comenzó el otoño y ya tenemos sobre la mesa una nueva entrega de lo que es capaz de hacer este Gobierno y, sobre todo, de lo que es capaz de hacer el ministro Rubalcaba, cuando se maneja al antojo del poder político las principales instituciones del Estado: hemos vuelto a la política desde las cloacas, a esa manera vomitiva y nauseabunda que tan bien practica la izquierda de morir matando, aunque para ello tenga que inventarse las balas.

Lo que se nos ha presentado, fruto de una intencionada filtración y en ningún caso de una investigación periodística –al menos en uno de los casos, y ya saben ustedes a que diario me refiero-, es una auténtica chapuza, una manipulación de hechos, circunstancias y personas con la única intención de dañar la imagen del PP y presentar a sus dirigentes como una pandilla de delincuentes.

Es lo que lleva intentando hacer el Gobierno desde que en enero pasado comenzara a filtrar –porque estas filtraciones vienen del Gobierno, del Ministerio del Interior y de la oficina de Gabinete del presidente del Ejecutivo- el ‘caso Gürtel’, primero con las diligencias del juez Garzón que acabaron encharcadas en una cacería de todos conocida, después con los famosos trajes de Camps y Costa en una actuación en la que tuvo mucho que ver la Fiscalía del Estado y que acabó con el archivo de la causa, y ahora con este informe en el que ya interviene directamente la policía a las órdenes del ministro Rubalcaba, y más en concreto el comisario Alfredo Cabezas, condecorado hace unos días por el propio ministro, según contó en este diario Carlos Fonseca.

Pero lo cierto es que esta sarta de mentiras urdida en los despachos de Interior y Moncloa contra el PP no ha sido ordenada por ningún Tribunal ni por la Fiscalía, lo que ya de entrada implica una actuación ilegal de los autores del informe en la medida que la policía no puede actuar de oficio en casos como éste. Y además el informe fue rechazado por el TSJV, y no por el magistrado

De la Rúa como se ha dicho queriendo hacer creer que el rechazo era fruto de la amistad del juez con el presidente Camps, sino por el juez instructor Juan Montero, que fue el único de los tres magistrado del TSJV que emitió un voto particular contra el archivo de la causa contra Camps por los famosos trajes de ‘el Bigotes’. Pero, obviamente, aunque el informe estuviera ilegalmente elaborado, cabría la posibilidad de que sus conclusiones fueran ciertas.

Pues tampoco. Las cinco empresas a las que se acusa de haber pagado en negro al PP a través de Orange Market han anunciado las pertinentes querellas, pero es fruto de un absoluto desconocimiento de la Comunidad Valenciana afirmar que empresas como Sedesa o Lubasa necesitaban de la intermediación de Álvaro Pérezpara obtener contratos de la Generalitat, cuando resulta que llevan décadas trabajando para las administraciones públicas valencianas.

Pero es que, además, todos los contratos con estas empresas han sido adjudicados de acuerdo a la ley, sin que haya cabido recurso alguno contra esas adjudicaciones. Las cuentas del PPCV, por su parte, han sido auditadas expresamente por el Tribunal de Cuentas y por una auditoría externa contratada por este partido. Sin embargo, basándose en conversaciones grabadas y mezcladas de manera incoherente en el espacio y en el tiempo, conversaciones que en la mayoría de los casos atañen a proveedores que se quejan de que no se les paga por sus servicios, se elabora un informe titulado Sobre Orange Market. Facturación y financiación del PPCV en el que básicamente lo que se hace es un resumen de las actividades de la trama de Correa y su relación con diversos ayuntamientos y comunidades autónomas sin aportar ni una sola prueba de presuntos pagos irregulares al PP.

No solo eso, ya que al referirse a las conversaciones telefónicas los policías que elaboran el informe llegan a unas conclusiones que no tienen nada que ver con las conclusiones finales que elabora supuestamente el comisario Alfredo Cabezas.

Todo esto, al final, suena a lo de siempre. Tiene una música conocida, la que se puede escuchar en las cloacas del Estado, la música que se desliza por las corcheas de la ilegalidad, que se toca con los instrumentos del abuso del poder, y se ejecuta sobre el escenario de la arbitrariedad. Una música interpretada por la orquesta de la manipulación y la sinfonía del sectarismo, dirigida por un viejo conocido del lado más oscuro del partidismo, Alfredo Pérez Rubalcaba, y escrita por el verdadero autor de la oda totalitaria: José Luis Rodríguez Zapatero.

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'El Bigotes' ingresó 6,3 millones de euros en 'B' del Partido Popular valenciano


'El Bigotes' ingresó 6,3 millones de euros en 'B' del Partido Popular valenciano

Álvaro Pérez, 'El Bigotes', a la salida del TSJV. | Benito Pajares
Álvaro Pérez, 'El Bigotes', a la salida del TSJV. | Benito Pajares
  • El informe detalla entregas a cuenta y aportaciones sin facturas de actos
  • Figuran 200.000 euros por el mitin de proclamación de la candidatura de Rajoy
  • La 'caja B' de Correa se nutría con ingresos de la 'caja B' de Orange Market
El Partido Popular valenciano ingresó en dos años más de seis millones de euros a la 'caja B' de la empresa Orange Market en concepto de actos y otros servicios, tal y como recoge el informe de la Brigada Policial de Blanqueo correspondiente al análisis de la cuenta ópaca bautizada como 'Barcelona', en la que no se cobraba el IVA.
Los apuntes contables, hallados por los investigadores tras rastrear las arcas de la filial valenciana de las empresas de Francisco Correa proceden, según el documento, de cantidades pagadas por el PP autonómico, algunas bajo el concepto de "a cuenta" y por distintos actos celebrados en las tres capitales de provincia.
En el periodo de tiempo comprendido entre enero y noviembre de 2007, la 'caja B' de la empresa que comandaba Álvaro Pérez, 'El Bigotes', ingresó 2.856.000 euros del PPCV mientras que en 2008 la suma ascendió a 3.446.985 euros.
La contabilidad de 2007 procede de un archivo informático incautado por la Policía donde se reflejan distintas sumas de hasta 350.000 euros, con la fecha, el concepto y el nombre de la persona o la organización que realiza la entrega. Así aparecen apuntes de un total de 31 diferentes de200.000 euros a cuenta por "acto feria" del 23 de marzo (cuatro días después Mariano Rajoy era investido en Feria Valencia candidato del PP a la Presidencia), de 223.000 euros del 7 de mayo a cuenta de la campaña o de 350.000 el 28 por el mismo motivo. En todos ellos la fuente es PPCV.
En el informe se detalla también que pese a los ingresos, el partido se demoraba a la hora de saldar sus cuentas con 'El Bigotes' tanto en la 'caja A' como en la 'B'. En el capítulo referido a las escuchas se cita una conversación entre Álvaro Pérez y Pablo Crespo, mano derecha de Correa, en la que 'El Bigotes' comenta, según el resumen de la policía, que "le ha dicho Ricardo (Costa) que le iba a pagar todo lo que se ha hecho en Alicante, pero que en Barcelona no le podía pagar nada".

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Ibarra pide una sanidad "sólo para españoles" para evitar el "turismo sanitario"


Ibarra pide una sanidad "sólo para españoles" para evitar el "turismo sanitario"
El ex presidente extremeño, Rodríguez Ibarra (Efe).

Ibarra pide una sanidad "sólo para españoles" para evitar el "turismo sanitario"

@Europa Press. Mérida.- 21/09/2009 11:50h
El ex presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, ha advertido sobre el "turismo sanitario" de personas que desde otros países se desplazan a España para operarse en la sanidad pública española y estimó que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, "tendría que hacer una sanidad para los españoles y sólo para los españoles". "Porque uno de los problemas que tenemos es que la sanidad española es tan universal que comienza a haber un turismo sanitario de muchísima gente de muchos países, tanto europeos como latinoamericanos, que vienen a España con un billete de avión de 300 euros y se operan de la cadera, que cuesta un poquito más", señaló Ibarra en el transcurso de una entrevista en la Cadena Ser, recogida por Europa Press.
"Frente a aquellos que piensan que estamos mal -prosiguió Rodríguez Ibarra-, debo decirles que en sanidad nosotros estamos tan bien que necesitaríamos hacer algunas restricciones en el gasto para precisamente satisfacer la demanda de la derecha, que dice 'oiga, hay que hacer una política de ahorro".
"Yo estoy de acuerdo en que hay que hacer una política de ahorro, pero sobre todo hay que hacer una política pensando en el futuro", sentenció el histórico dirigente socialista y miembro de la Ejecutiva Federal del PSOE.
La alusión a los problemas de la sanidad pública española surgió cuando, durante la entrevista, Ibarra comparó a Zapatero con Obama y dijo que ambos se diferencian "en dos cosas", la primera de las cuales es que el presidente español "hace discursos sin leer", mientras que el estadounidense "siempre lee", lo que a él, puntualizó, le ha "defraudado".
La segunda diferencia, añadió, es que mientras Obama intenta "hacer una sanidad universal en Estados Unidos", él cree que Zapatero "tendría que intentar hacer una sanidad para los españoles y sólo para los españoles".

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El final de la inocencia



El final de la inocencia



@Jesús Cacho - 20/09/2009

Se derrumban las murallas del político carismático que parecía llamado a marcar una época en la historia del PSOE y de España. Ya no es solo en la barra del bar: cualquier encuentro entre líderes empresariales o financieros deriva de inmediato hacia la grave situación económica que padecemos y la responsabilidad del presidente del Gobierno. Donde antes se hablaba con medias verdades o simples evasivas, ahora se entra a calzón quitado. Rodríguez Zapatero ha perdido toda credibilidad dentro y fuera del partido. Unos y otros le han perdido el respeto. Y con la credibilidad se ha evaporado la confianza. De repente, el mundo con dinero ha empezado a pronunciar la misma frase: “Tengo que hacer algo fuera de España”. La sensación de desánimo es total.
“Yo le definiría como uno de los primeros líderes postmodernos que ha dado este país. Un hombre que entendió la enorme importancia de los medios de comunicación en la aldea global: la saturación de los mensajes, una noticia cada dos días, y grandes promesas, anuncios, proyectos, ideas, leyes, cada mes”, asegura uno de sus ministros. Frente a los silencios de un Rajoy que desaparece de la actualidad durante 15 días sin que nadie sepa nada de él, la sobreexposición de la sonrisa de nuestro giocondo llenando la pantalla del televisor. Es la fórmula Lakoff (67), profesor de Lingüística y Ciencias Cognitivas de Berkeley y autor de varios libros convertidos hoy en manual del perfecto progresista. ZP regaló el año pasado uno de ellos a sus ministros: No pienses en un elefante (Editorial Complutense, 2007). El saber de Lakoff se articula en torno al concepto de “marco”, definido como la estructura mental que conforma nuestro modo de ver el mundo. Dos clases de marcos: el del “padre estricto”, que determina una actitud conservadora, y el de los “padres protectores”, progresista. Si usted pertenece al primero y su niño vuelve un día del colegio lloriqueando porque su profe le ha castigado sin recreo, dará al mamón un buen capón para que aprenda. Pero si es usted progresista, correrá al colegio hecho una fiera y obsequiará al profe con un par de hostias. Ideología ZP en estado puro. De modo que el elefante de Lakoff, algo de Suso de Toro, y una breve antología de poetas leoneses. Ese es el bagaje cultural de nuestro presidente.
Un ejército de aduladores ha escrito estos años ríos de tinta sobre los méritos del aludido, ante el gesto de sorpresa de quienes, dentro del partido, le conocían de verdad. En la tradición de la izquierda española siempre se ha exigido al líder algo más en la mollera que una sonrisa y una incontestable habilidad para el regate en corto. En el caso de ZP, su liviandad intelectual resulta de una evidencia palmaria. Nadie le ha escuchado nunca una opinión fundada, un argumento profundo, un programa de vida construido sobre los cánones intelectuales del humanismo clásico. Solo la frase banal, reiterativa, desgranada con la parsimonia (Sonsoles es la diligente profesora que le ha enseñado a vocalizar despacio y cuidar el gesto) del hombre que, consciente de sus limitaciones, trata de no meter la pata.

Cierto es que, dentro de las filas del viejo PSOE, siempre despertó sospechas la peripecia vital de un hombre que en tres meses pasó de comportarse como una estatua de sal en el Congreso durante muchos años a convertirse en un líder carismático. En el Comité Federal de enero de 2001, Rodríguez Ibarra le dio seis meses de vida, tras vaticinar que jamás ganaría unas elecciones generales. Se equivocó. Ganó las de marzo de 2004, aupado en volandas por los atentados del 11-M y por la pésima gestión de aquella crisis de un Aznar cuya insufrible soberbia buena parte del electorado culto urbano quería castigar. Ese es el activo, el gran mérito de Rodríguez Zapatero: que ha sabido ganar elecciones, apaciguando con ello a un partido convertido hasta entonces en una jaula de grillos. De no haber triunfado aquel 14-M, ZP sería hoy apenas una nota a pie de página en la historia del PSOE, que no de España. Un desconocido, que hubiera sido desalojado de grado o por fuerza de la dirección de un PSOE resuelto a no mantenerlo durante 4 años más en la oposición. De ahí la enorme importancia de lo acontecido el 11-M.
El “presidente por accidente” construyó su poder sobre los cimientos de un pacto con los barones del partido: tú me apoyas en Madrid, y yo te dejo hacer con plena libertad en tu taifa. Como ocurriera con Aznar durante su malhadada segunda legislatura, el Poder sacó a relucir las peores pulsiones que el leonés guardaba en su almario, y ello a pesar de haber gobernado siempre en minoría. Frío, cerebral, distante tras la máscara de la perenne sonrisa, incapaz de generar empatía, la Moncloa ha sacado a luz a un líder presidencialista que todo lo ve, todo lo mira, y todo tiene que pasar por sus manos. Alguien dijo que “a la presidencia del Gobierno hay que llegar aprendido”, porque es materialmente imposible asimilar nada nuevo una vez en el machito. Colgado del móvil las 24 horas, Zapatero es incapaz de leer un informe de unos pocos folios y reflexionar sobre la materia de que tratan. Lo suyo es el corto plazo, el día a día, el tapar el agujero de hoy con una promesa, una oferta, una nueva Ley o Leyes que una semana después de habrán olvidado, de modo que esa mercancía vieja podrá ser vendida otra vez como nueva a la vuelta de unos meses.
Un profesional del Poder, preocupado solo por su carrera
“Desaparecido el encantamiento, sobre la superficie aparece flotando la imagen de un partido mucho menos idílica de lo que él se ha encargado de propalar. Y como ocurre siempre, cuando el gigante está herido hasta el último soldado quiere asestarle la estocada definitiva”
Es, en cambio, un gran profesional del Poder, dispuesto a echarle las horas que sea menester. A él no le preocupan los problemas, sino la forma en que ese problema y su eventual solución impactará en el “marco mental” de sus votantes y en los equilibrios dentro del PSOE. Por encima de todo le importa su carrera política. Dispuesto en apariencia a escuchar para a continuación hacer de su capa un sayo, el caballero de la dulce sonrisa ha ido llenando de cadáveres las cunetas de su presidencialismo. Esa soberbia que anida en Moncloa le ha llevado a promocionar a gente que ni siquiera es del partido y que no tendría cabida en un Gobierno europeo serio. Por empeño personal sostuvo a Magdalena Álvarez contra viento y marea, al precio de un gran desgaste, pero cuando decidió prescindir de ella se lo anunció por los periódicos. Hoy, Maleni va diciendo por ahí que “a ése nos lo tenemos que cargar”. Muchos heridos, demasiadas víctimas de la petulancia de un navegante solitario que todo lo fía al instinto. En solitario navegó en la negociación con ETA, y el solitario dio vida a un Estatuto de Cataluña que estaba muerto, en aquella memorable noche de amor en Moncloa con Artur Mas, que tan decisivas consecuencias acabará teniendo para España.
Con insaciable apetito se ha dedicado a fortalecer su posición, al precio de reducir a escombros su autoridad y prestigio. Tras desarmar la estructura del partido, hoy no existe más poder en el PSOE que el suyo. Todo lo demás no cuenta. Él es el partido. Se entiende la alarma de los viejos roqueros socialistas ante las consecuencias a medio y largo plazo de una recesión de caballo capaz de llegar en los próximos meses a los 5 millones de parados. “Que Zapatero ha gestionado muy mal la crisis es hoy una opinión extendida dentro del PSOE”, asegura un ex alto cargo socialista. “En realidad no se le censura tanto por la crisis como por la forma de hacerle frente, por esa obcecación en negarla hasta el último día contra toda evidencia, error por el que aún no ha pedido perdón a la ciudadanía”. La soberbia del mal de altura. De negar la crisis a pies juntillas se ha pasado a que “lo peor de la crisis ya ha pasado”, aunque ahora hay que subir impuestos. Lo contrario de lo queMerkel acaba de prometer a los alemanes. “A partir de ahí, reclamar un proyecto razonado, consensuado y de largo alcance para salir del atolladero es pedir peras al olmo”.
Y, de repente, la magia se ha evaporado. Es como el cómico que pierde la gracia y cuyos chistes ya no provocan la risa del personal. Su gesto engolado, sus frases huecas y sus estudiados énfasis han empezado a hacerse insoportables para buena parte de los españoles. Es el final de la inocencia. Y algunos en el PSOE han empezado a echar cuentas y a reparar en un Montilla que “se ha independizado del todo”, un Griñán que no era su candidato en Andalucía, una Valencia electoralmente vetada para el PSOE, un Madrid donde no rasca bola y una Galicia perdida para la causa. “Desaparecido el encantamiento, sobre la superficie aparece flotando la imagen de un partido mucho menos idílica de lo que él se ha encargado de propalar. Y como ocurre siempre, cuando el gigante está herido hasta el último soldado quiere asestarle la estocada definitiva”.
No habrá adelanto electoral
Particular gravedad tiene para él la pérdida del favor de gran parte de los medios de comunicación y, en particular, la batalla emprendida contra el todavía poderoso Grupo Prisa. Lo ha contado muchas veces a mucha gente: “Prisa mandó en los Gobiernos de Felipe, pero a mí no me van a mandar”. Para acabar con el viejo imperio de la familia Polanco se ha fabricado desde Moncloa su propio grupo de comunicación, en una de las más clamorosas demostraciones de abuso de poder vistas en la democracia española. Cebrián tiene razón, aunque él no sea la persona más indicada para denunciar la tropelía. Se trata de un nuevo un pulso de Poder, como tantos otros a los que nos tiene acostumbrados. El problema es que Prisa ha sido la dispensadora de ideología de varias  generaciones de progres hispanos, y es muy probable que esta guerra haga saltar en pedazos el erosionado edificio de la izquierda española.
En pleno autismo, nadie es capaz de decirle al Rey que va desnudo. El peor síntoma de la enfermedad del PSOE -esa total ausencia de debate interno, que es mal común a todos los partidos del arco parlamentario- es el cierre de filas protagonizado ayer en el Comité Federal. Frente a las cámaras, el viejo PSOE es “más fuerte que nunca”. No pasa nada. Pero en privado, nadie ahorra calificativos para describir el drama de un país y de un partido atado al carro de un hombre que claramente ha rebasado su nivel de incompetencia. Atrincherado en Moncloa, su acrisolada capacidad para marcar distancias y generar vacío en su derredor ha terminado por aislarlo del todo. Y quedan dos años y medio de Legislatura. ¿Adelantar las elecciones generales? Por nada del mundo. Antes que reconocer su fracaso disolviendo el Parlamento, el navegante solitario sería capaz de hundirse con el barco. De manual. Solo queda resistir a toda costa en espera de un milagro y volver a insistir en los mental frames de Lakoff. Pero el mensaje ya no llega. El payaso ha dejado de hacer gracia, y un gran clamor se eleva por las cuatro esquinas del país: ¿Hay alguien al mando…?
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La paradoja del (político) mentiroso


La paradoja del (político) mentiroso

Una de las más célebres paradojas lógicas es precisamente el título de esta columna. Se pueden dar muchas versiones de ella, pero tal vez la más breve sea la siguiente: ¿debe creerse a quién diga que está mintiendo? Si miente, dice la verdad, puesto que miente, y, si no miente, está mintiendo, puesto que no dice la verdad. Los lógicos se las han arreglado para librarnos de la paradoja con algunas técnicas no demasiado complejas que dan lugar a problemas llenos de intriga e interés; en teoría, se sabe, por ejemplo, cómo reconocer la verdad cuando se habla con dos personas, una de las cuales miente siempre y otra siempre dice la verdad, sin que sepamos quién es quién, con solo hacer una única pregunta a cualquiera de ellos. Lo lastimoso del caso es que ninguna de estas reglas nos sirve de gran cosa cuando nos encontramos con que los mentirosos son legión, y con que el hábito de la mentira  no tiene ninguna sanción social.

Los españoles nos hemos acostumbrado con enorme facilidad a la mentira; no creo que se trate, con todo, de un fenómeno reciente, aunque sí me parece que ha llegado a ofrecer características extraordinariamente graves. Los españoles aceptan la mentira porque no son suficientemente valientes para exigir la verdad, para rebelarse contra el que impone la patraña. No es el afán de ser engañado, sino el miedo a no sobrevivir si se lucha porque la verdad se abra paso, lo que explica la favorable acogida de la mentira y de los mentirosos en la política española.
Aunque tuvo que ser un excéntrico inglés el que formulase la idea de que, para estar seguro del significado de algo, “lo importante es saber quién manda”, esa regla de comportamiento viene siendo cosa corriente entre nosotros de manera secular. Antes de que Lewis Carroll imaginase tal respuesta de Humpty Dumpty a la ingenua Alicia, los profesores de la Universidad de Cervera ya se habían postrado ante Fernando VII diciéndole aquello de “lejos de nosotros la peligrosa novedad de discurrir”, que ha traído el “trastorno de imperios y religión”. Los sabios catalanes de Cervera expresaban de modo magistral la paradójica afición a la mentira, a la hipocresía y al disimulo,  que ha hecho fortuna en la sociedad española. Se trata, por encima de todo, de mantener el orden, de que no haya ningún listo al que se le ocurra decir algo que pueda poner en riesgo el régimen imperante.
Sé que el lector podrá poner otros miles de ejemplos de su propia cosecha, pero déjeme que le recuerde dos de los más recientes y notables ejemplos de mentira coronados por el éxito social y político. 


El ministro Rubalcaba, un auténtico maestro en el ejercicio de la hipocresía, pasa por ser uno de los políticos más inteligentes de España porque, casi sin querer, identificamos la inteligencia con el poder, como si los necios no pudiesen ser poderosos, y el poder con la capacidad de decir la última palabra, que, al parecer, es de lo que se trata: su reconvención al Tribunal  Constitucional para que no se oponga a un parlamento es digna del mejor Goebbels


El presidente Zapatero, por su parte, no ha tenido jamás el más mínimo rubor para afirmar, sin apenas descanso, cualquier cosa y su contraria, convencido como está, de que la realidad no existe más allá del horizonte de su conveniencia.

Alguno podrá pensar que la mentira y la sumisión tengan poco que ver, pero no es fácil explicar la mansedumbre con la que los españoles aceptamos que se nos engañe. Entre nosotros la expresión político sincero, alguien capaz de reconocer sus errores y sus limitaciones, puede ser un ejemplo clarísimo de oxímoron.


 Nuestros políticos nos mienten porque nos desprecian, y la prueba de que aciertan es que les seguimos dando lo único que necesitan de nosotros, nuestro voto esclavo de unas convicciones en las que nadie que no sea un completo memo puede creer a pies juntillas.

No debiera de extrañarnos la situación porque somos herederos de un larguísimo período de autoritarismo. Tras el breve paréntesis de libertad que supuso la transición, nuestros presidentes han mostrado una peligrosísima tendencia a la autocracia apoyada  por el disimulo general y por la venia con la que se despachan las mentirosas proclamas de democracia. Debiéramos ser conscientes de que solo con un mínimo de libertad de opinión y de respeto a las reglas del diálogo civilizado puede tener futuro un ideal político que, al menos entre nosotros, está en grave riesgo por todos los flancos.
La mentira política nunca circula sola; se acompaña de la mentira financiera, de la mentira judicial, de la mentira periodística: un paisaje surrealista que es el que ahora se divisa


Es una desgracia que la mayoría de los españoles piensen que la democracia consista en que ganen los suyos y que, si es para ese fin, se dé por válido cualquier disparate.


 Las ovejas son mansas porque siempre se creen aquello de que viene el lobo; por eso el pastor se las arregla con un cayado y un perro viejo.
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EDITORIAL de EL PAIS : En la pendiente


NOTA DE VRedondoF : es raro leer un editorial de estos en el PAIS , sera que ya no "CUPAN DE LA TETA" como antes ... y que la 6 es la "NINA BONITA" del gobierno ????
En la pendiente
16/09/2009

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, atraviesa uno de los momentos políticos más difíciles desde su llegada a La Moncloa. Si hasta ahora los electores y los miembros de su propio partido habían pasado por alto los modos presidencialistas exhibidos en el nombramiento del Ejecutivo y en la toma de decisiones, la creciente sensación de que Zapatero actúa con imprevisión y ligereza frente a una de las crisis económicas más graves de la historia está comenzando a pasarle factura. A lo largo del último año, las encuestas muestran el desapego de sectores cada vez más amplios de votantes socialistas, desencantados con los titubeos y las contradicciones en asuntos particularmente sensibles para la izquierda y que el propio Ejecutivo había enarbolado para colocar a la oposición entre la espada y la pared. Entre otros, la memoria histórica, las relaciones entre la Iglesia y el Estado o la política exterior basada en principios éticos.
Gestionar el desgaste no resulta fácil para ningún dirigente político. En el caso de Zapatero, la tarea se complica aún más porque el ascendiente sobre su partido no se basa en la determinación y el acierto a la hora de dirigir un proyecto claramente formulado, sino en prometer (y lograr) victorias electorales a cambio de que se acaten sus criterios cambiantes en función de cada coyuntura. Si, como viene sucediendo desde el principio de la crisis económica, surgen dudas acerca de que esas victorias electorales puedan repetirse, es entonces su peculiar manera de ejercer el liderazgo lo que pierde fundamento y, por tanto, lo que queda en entredicho.
Es seguramente ahí donde habría que buscar una de las principales causas del malestar que empieza a cundir en las filas socialistas; un malestar multiplicado por el hecho de que la actual dirección ha desmantelado los espacios orgánicos en los que debía desarrollarse el debate interno. Los dirigentes socialistas que discrepan del imprevisible contorsionismo desarrollado por el jefe del Ejecutivo no están teniendo, así, otro camino que el silencio resignado o el abandono de la política. En una sola semana, tres ex ministros han dejado su escaño y es previsible que otros lo hagan próximamente. Consciente de esta situación -que, sin embargo, se sigue negando-, Zapatero encara la reunión del comité federal del partido el próximo fin de semana. Es posible que consiga suscitar un cierre de filas en torno a su figura; pero si es a costa de aplazar los debates reales, será un paso en falso.
Como jefe de Gobierno, Zapatero ha querido actuar con los mismos criterios que como jefe de partido. El nombramiento de ministros no ha obedecido a razones políticas identificables, ni su cese. Y una vez en el cargo no se les ha reconocido una competencia exclusiva sobre su departamento, sino que han visto constantemente zapada su labor por las intervenciones de un presidente que los puentea y los desautoriza sin reparar en el coste político e institucional que esta forma de actuar representa para el máximo órgano de dirección política del país. Solbes no es el único que ha sufrido este desgaste, pero sí constituye el caso más grave por la importancia del cargo.
Competencias relevantes como Universidades, claves para el nuevo modelo productivo que proclama el Gobierno, han transitado sin motivos de peso entre varios ministerios, igual que Asuntos Sociales. Los titulares de Industria y de Ciencia se han disputado otras competencias y se han dado hasta codazos en organismos internacionales. Vivienda se creó contra la burbuja inmobiliaria, pero se ha mantenido con los precios de los pisos a la baja. Y, desde el punto de vista formal y contra toda lógica institucional, el propio presidente es responsable de Deportes.
Si el Gobierno que preside Zapatero desea alejarse de la pendiente por la que se está precipitando y asegurar su continuidad, y, lo que es más importante, liderar la recuperación económica y no la marcha hacia el abismo, es preciso un cambio. Pero no sólo de unas políticas que no se sabe bien del todo en qué consisten, sino de una forma de decidirlas y ejecutarlas que está alcanzando unos niveles de confusión sin precedentes, especialmente en asuntos de tanta trascendencia como la lucha contra una crisis que nos acompañará aún mucho tiempo
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