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LA MENTIRA DE LOS POLITICOS

La palabra MENTIRA según la enciclopedia Wikipedia es lo siguiente:

"Una mentira es una declaración realizada por alguien que cree o sospecha que es falsa en todo o en parte, esperando que los oyentes le crean, ocultando siempre la realidad en forma parcial o total".
En política desde lo mas alto de nuestras instituciones hasta lo mas bajos… Desde la Casa Real, Gobiernos, Senado, CC.AA, Diputaciones,… Desde los Alcaldes, Concejales,… Desde los Secretarios Generales hasta los militantes con responsabilidad de los partidos políticos,… Todos esconden, deforman, contornan, difaman sistemáticamente la verdad 

¡Todos mienten con poco o muchos conocimientos de sus palabras; Son ciegos ofuscados por el poder, por su status, por el halagó del entorno son consentidos de ser importantes y amantes de los aplausos. La mentira es parte de la vida cotidiana de los políticos, la mentira pertenece a su sombra, para ellos la mentira es indispensable a su supervivencia.


Según observadores políticos un político vago tendrá éxito, un político fastidioso también, pero un político que no sabe mentir esta condenado al fracaso! 

Las pequeñas “menteligias “dan acceso a las grandes mentiras para después llegar y culminar a las mentiras electorales. 


Los nuevos o novatos políticos empiezan los discursos tradicionales con las siguientes frases; 

- No tengo más ambición que de servir a mis ciudadanos? 

– No soy un político tradicional ¿

- Soy un político diferente ¿-etc... etc... 

En el ranking de las mentiras políticas esta la del político que predica la “unidad del partido “ hay una regla que no esta escrita en la cual el partido debe parecer unido en cualquier circunstancia! Por eso ese “parecer “necesita un numero incalculable de mentiras; lo que cuenta es la apariencia de lealtad y de franqueza.


En política la mentira y el engaño son los lideres de la doctrina del partido, los que por fidelidad a los principios mas sagrados dicen lo que piensan, son tratados como parias por su propio partido, dicho de otro modo los que actúan con franqueza cometen un acto innoble, y los que se callan o esconde sus intenciones son gratificados en ser personas respetables y leales. 

La mentira ha engangrenado la clase política en su recoveco y creo que es importante buscar los orígenes de este mal: La respuesta es sencilla: 

si los políticos recurren a la mentira es que están convencidos de su rentabilidad.


Los políticos que son los más hábiles con la falacia o falsedad son los que más tiempos duran y con más éxito.


Alguien me dirá “ es que no hay político honesto? 

“ Aquí no se trata de honestidad, hay políticos con buenas intenciones, adicto y muy entregado a su labor y partido. 


Hay un escritor Frances (Pierre Lenain) que dice:

 “ Político honesto puede ser que los hayas pero políticos que no mientan: imposible! “ 

Es una verdad muy dura y que radica en la rentabilidad de la mentira; ¿y porque es rentable ?:

 Porque el pueblo lo recompensa con los votos.

 El mejor político mentiroso es el que gana, 

¿Por ignorancia de los ciudadanos al engaño del político? O por que no tiene otro modo de castigo.

Los ciudadanos saben perfectamente que el político miente; pero no saben contemplar la mentira en toda su amplitud y consecuencia. 

Aparece un político nuevo, una nueva figura, con don de palabras, con propuestas diferentes y convincentes y el ciudadano cae otra vez en la trampa…

Esa esperanza, ese voto se explica por el desconocimiento real de la mentira en política, ya que cualquier persona coherente que siga de “cerca “este político o partido perderá rápidamente las ilusiones 


Los políticos quieren y viven por el voto, dependen solamente de nosotros de hacérselo pagar y cuando mas caro mejor.






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Que no nos "mareen".
Vamos "al grano".
LO PRIMERO ES LO PRIMERO.
-
"El que CALLA, OTORGA".
CALLAR ANTE MAS DEL 10% DE PARO, ES OTORGAR LA RAZON AL GOBIERNO.
(VredondoF)

varios

NOTA DE VRedondoF :Por su interes publico una aportacion de "vamosdecraneosinodeculo" al foro de El Confidencial a proposito del articulo de Carlos Sanchez ¿Politicos a la carcel ?(nº 46 3/07/2011)
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De la tranparencia de la acción pública

Para resolver la ocultación de la información pública no hace falta inventar la rueda, que ya está inventada, sino copiar a los inventores.

Y da la casualidad de que en Europa ya hay legislación sobre esto.

Y da la casualidad de que el PSOE ganó las elecciones en 2004 con un programa electoral que incluía adoptar esas prácticas europeas:

"La Comisión Europea y diversos países de la Unión han adoptado normas destinadas a regular el acceso de los ciudadanos a los informes y archivos de las Administraciones como contribución decisiva a [los principios] de libertad, de democracia, de respeto de los derechos y libertades fundamentales y del Estado de Derecho"

"Los socialistas creemos que una democracia sólo puede fundamentarse en la transparencia en la acción pública, y por tanto en el libre acceso a la información por parte de los ciudadanos"

"Impulsaremos una Ley sobre el derecho al libre acceso a la Información que garantice que todos los poderes, autoridades públicas y entidades sostenidas con fondos públicos faciliten el libre acceso a toda información o documento oficial, con [excepción de] protección de datos o secretos oficiales"

"Facilitaremos el acceso a través de la red a la información y a los servicios públicos"

"Garantizaremos el acceso on-line de los ciudadanos a la evaluación del ingreso y gasto público a través de internet"


[Ver la página 41 y ss. del programa electoral de 2004]

Todavía tiene tiempo de meternos en Europa.

Pero yo tengo la impresión de que muchos líderes y dirigentes españoles creen que les va mejor si España no está en Europa.

Los países más ricos de Europa dejan a Zapatero al margen de la minicumbre sobre la crisis financiera




Los países más ricos de Europa dejan a Zapatero al margen de la minicumbre sobre la crisis financiera
El Confidencial.- 29/01/2008


Los países más ricos de Europa dejan a Zapatero al margen de la minicumbre sobre la crisis financiera
 Zapatero y su homólogo, Gordon Brown (EFE).

Acudirá el saliente primer ministro italiano, Romano Prodi, pero no hay hueco para el presidente español. José Luis Rodríguez Zapatero se ha quedado al margen de la reunión convocada por el primer ministro británico para analizar la crisis global de los mercados financieros. Gordon Brown ha citado en Londres a la canciller alemana Angela Merkel, al presidente francés Nicolas Sarkozy, el primer ministro italiano y al presidente de la Comisión Europea Durao Barroso.

Zapatero, ha restado importancia a su ausencia excusándose de que se trata de un encuentro de los miembros europeos del G-8. Sin embargo, el líder del PP, Mariano Rajoy, lo ha interpretado como una "bofetada para España". La reunión, que se celebrará este martes por la tarde en Londres, va a llevar hasta la capital inglesa a los países más ricos de Europa. Pero deja fuera a España que, sin embargo, lidera el crecimiento económico en la Unión.

Dos interpretaciones de la reunión

En TVE, el presidente del Gobierno ha explicado que la ausencia de España en la cita se debe a que acuden a ella sólo los países europeos integrantes del G-8. El PP no lo interpreta así. En Antena 3, en una jornada en la que la precampaña se ha trasladado a las televisiones, Mariano Rajoy ha asegurado que se trata de "una bofetada para España".

Para el líder de la oposición es "un drama" que a esta reunión no se haya convocado a José Luis Rodríguez Zapatero. "Es una bofetada para la política exterior española y es una bofetada para nuestro país. Que se hable de la economía europea y España, que tiene 44 millones de habitantes y es la novena potencia económica del mundo, no vaya, y vaya el señor Prodi, me preocupa y mucho", ha manifestado, con una referencia concreta al recién dimitido primer ministro italiano.

El líder del PP ha recordado que "se nos dijo que España iba a 'volver al corazón de Europa'" pero ante el tema "más importante" que afecta ahora a la Unión y, "sobre todo a España", donde "la crisis es mayor" porque no se han adoptado reformas económicas, el hecho de no estar presente significa que el Ejecutivo "no pinta nada".

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Sentido común británico: energía nuclear

Sentido común británico: energía nuclear
Con el sentido común que distingue a los británicos, el Gabinete del señor Gordon Brown ha decidido que el Reino Unido necesita la energía nuclear y que lo de las renovables está muy bien... como complemento. Mister Brown apuesta por la energía que asegura el suministro y la independencia frente a unos productores de petróleo cada vez más dados a la tiranía, además de ser la energía de los pobres. Y así, sin pedirle permiso a don Albert Arnold Gore, el amigo Gordon ha decidido que se va a por la energía nuclear para hoy y para mañana: para ofrecer energía hoy y para participar en el salto tecnológico futuro, que no será eólico ni solar, sino nuclear.

Por contra, la Europa continental, con España a la cabeza del pelotón ideológico -lo nuestro siempre ha sido la ideología- ha decidido apostar por la cosa verde. Y así, el "Green Package" bruselino nos fuerza a que las renovables alcancen el 20% de la producción (en España estamos en el 8,5) como bien nos recuerda Iberdrola.

Hay quien piensa que las empresas eléctricas están por las nucleares. Nada más incierto. Si no, vean el comunicado de la empresa presidida por Ignacio S. Galán acerca de la decisión europea. Es lógico: una empresa se dedica a ganar dinero no a preocuparse de  los intereses nacionales. Iberdrola gana mucho dinero con las subvenciones públicas, las renovables, subvenciones de las que se benefician los accionistas y que perjudican a todos los españoles que las financian por la doble vía del recibo de la luz y el déficit de tarifa. Además, como el propio Galán, un tipo de lo más inteligente, aconseja: hay que hacer lo que nos dejan hacer.

Quiero decir que, junto a Endesa, Iberdrola es la primera potencia nuclear española. Sus reactores trabajan a tope y ganan dinero sin necesidad de subvenciones, además de proporcionar energía más barata, pero si se puede ganar vía subvenciones verdes, ¿por qué no hacerlo? Y encima, con cargo a esas subvenciones ha creado una imagen corporativa

El problema no está en Galán, que se dedica a ganar dinero, sino en Zapatero y en la Comisión Europea, cuya función no es ganar dinero ni contentar a los ecologistas, sino fomentar el bien común.

A lo mejor es que el bien común no es verde.

Eulogio López
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¡Márchese, señor Rodríguez!

Hispanidad

¡Márchese, señor Rodríguez!
El señor Rodríguez Zapatero manda menos en Europa que un gitano en un juzgado. Nadie le respeta. El Gobierno de Londres lo ha dejado claro, cuando Gordon Brown convocó una Cumbre Económica de Alemania, Francia, Italia y el Reino Unido. Ahora, la eléctrica francesa EDF, nuclear y estatal, lo primero no querido por el PSOE y lo segundo criticado por Bruselas, anuncia que ha comprado un 3% de la mejor eléctrica española, Iberdrola. Es, en verdad, el Mr. Bean de la política, del que todos hacen mofa desde los Pirineos hacia el norte, el tonto útil para cualquier operación o coartada internacional, pues saben que el porvenir de España y de los españoles le importa una higa: lo único que anhela es quedarse en Moncloa y batir el récord de permanencia de Felipe González, que sólo fueron 14 años. Dicho de otra forma: ZP no compite ni con franceses ni con italianos ni con americanos: compite, con rasgos cainitas contra otros españoles, ultras y fachas, naturalmente, y preferentemente cristianos.

De ese cainismo se aprovecha, lógicamente, el vecino. Ahora mismito, la eléctrica EDF, la misma empresa que, como estatal que es, tira con pólvora del Rey, con 'rating' legales inflados y con financiación a bajo coste -y si no, se la proporciona el Estado-.

¿Alguien puede crear que el Elíseo hubiera permitido la operación contraria? Que Iberdrola tomara una participación en EDF o en Suez, y que, con toda chulería, anunciara una futura operación corporativa? ¿Alguien se atrevería a hacerle algo parecido a Ángela Merkel con EON o RWE, a pesar de que son más o menos o privadas? EDF sabe que ellos tienen la protección de Sarkozy, mientras que Iberdrola, la más fiel al tontiverdismo del Gobierno ZP, está sola frente al opante y frente al Gobierno galo y a las autoridades de Bruselas (recuerden los golpes de la Comisaría de la Competencia a España cuando EON se quería comer a Endesa mientras la misma Comisión acepta que la mayor empresa eléctrica de Europa sea pública -y Suez y Gas de France lo mismo), simplemente porque a Francia no le tose nadie.

Eso sí, si los españoles no nos damos cuenta de su nimiedad es porque ZP y sus comisarios políticos trabajan de puertas adentro. La Brunete mediática del PSOE -no se pierdan el tratamiento de El Periódico a las detenciones de islamistas en Barcelona- se encarga de convencernos de que es un estadista respetado. Fuera no es respetado, y dentro tampoco: sólo es temido.

EDF, EON, Suez. Todos ellos mucho menos rentables que Iberdrola, pero todos ellos con el apoyo de sus respetivos gobiernos. En España, en el entretanto, peleamos entre nosotros mismos para que no nos llamen nacionalistas. Y en verdad que no lo somos: el nacionalismo lo importamos de Francia, Italia o Alemania, que prefieren ser algo menos liberales y algo menos idiotas. Y lo hacemos en forma de colonización económica de nuestros queridos amigos europeos.

¡Márchese señor Rodríguez! 

Eulogio López

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Las paradojas del mentiroso

Las paradojas del mentiroso - elConfidencial.com



Los lógicos han estudiado ampliamente la llamada paradoja del mentiroso, una situación que se plantea cuando, por ejemplo, alguien afirma que no afirma nada. Si suponemos que lo que afirma es verdad, entonces lo que afirma es falso y si suponemos que lo que afirma es falso, entonces lo que afirma es verdad. La paradoja nos enseña que es posible decir cosas perfectamente coherentes, en apariencia, pero que no pueden ser ni verdaderas ni falsas, sino un puro sinsentido.

La cuestión me ha venido a la cabeza al pensar en la declaración de Zapatero reconociendo que había mentido al negar que hubieran existido contactos con la ETA después del atentado de la T4. Zapatero ha dado muestras suficientes de que la buena lógica no es precisamente una de sus grandes preocupaciones y, en materia de paradojas, suele encomendarse a Pepiño, un tipo que no parece extraordinariamente sutil y va más bien al bulto.

Pese a recordar a Epiménides, el cretense que primero incurrió en la paradoja al decir que todos sus paisanos mentían siempre, lo que me intriga en este caso no es la lógica de Zapatero, desde luego muy difusa cuando no incoherente, sino su psicología. ¿Por qué admitió que ni él ni los miembros de su Gobierno habían dicho la verdad después del atentado de Barajas?

Lo primero que se puede pensar es que de este modo salía al paso de una posible información de ETA sobre los tales contactos. Ahora bien, si Zapatero teme lo que pueda decir ETA, ¿cómo no ha tomado más precauciones? Un presidente dispuesto a admitir en público que lo de Barajas había sido un accidente, debería haber obtenido alguna contrapartida de peso equiparable a concesión semántica tan importante. Este análisis nos revela a un Zapatero dispuesto a lo que sea con tal de conseguir algo, disposición que no es la más recomendable cuando se negocia con gente de esa calaña. En este caso, Zapatero no solo habría cometido el error de negociar con ETA, yerro que ahora dice no volverá a cometer, sino, sobre todo, el error de haber negociado muy mal con ETA, sin cubrirse las espaldas con una buena dosis de desconfianza y sin haberse ganado el favor del PP por anticipado.

Otra forma de entender la confesión de Zapatero es que haya podido creer que el destape le beneficia directamente. Puede que Zapatero crea que quien dice haber mentido deja de ser mentiroso. Para creer tal cosa hay que ser muy osado, cosa que Zapatero es, sin duda. Hay que ser muy osado, porque hay que creer que los mentirosos son gentes que sólo mienten una vez y jamás vuelven a hacerlo. Como sustentar esta creencia le descalificaría por completo, hay que suponer que no le da demasiada importancia a que la gente le vea como alguien capaz de mentir, si ello le resulta conveniente en un momento determinado. Al fin y al cabo, debe pensar, esto es lo que hacen cada día los que saben cómo aprovechar las reacciones del público que les escucha, la mayoría de los políticos y, más en general, mucha gente, incluidos los periodistas.

Una tercera hipótesis se basa en la candidez del Presidente: la mentirijilla salió a flote como consecuencia del hábil interrogatorio al que fue sometido por uno de nuestros primeros espadas de la cosa. Por más que sea una hipótesis arriscada, seguro que hay personas que la dan por válida. La hipótesis más razonable, con todo, es la segunda. Zapatero miente siempre que le conviene porque sabe que hay un número suficiente de personas dispuestas a creerle. La prueba de que esto es así nos la proporciona, a renglón seguido, en la misma entrevista, cuando afirma que consintió en la continuación de los contactos ante la presión de instancias internacionales, obviamente incógnitas. ¿Hay alguien que pueda creer que el Zapatero que retiró las tropas de Iraq frente a presiones de todo tipo es incapaz de mandar estarse quietos a quienes negociaban en su nombre, nacionales o extranjeros?

Zapatero retiró las tropas porque creyó que le convenía; dejó que siguiesen las conversaciones porque creyó que le convenía; admite que mintió porque le conviene y miente, a continuación, por las mismas excelsas razones. Todo indica que lo hará siempre que le convenga y que, dado el panorama, le conviene mucho, de modo que no sabremos ni lo que hace ni lo que se propone hacer con ETA.

Los tres análisis concluyen en que Zapatero no es fiable. Hay gente que prefiere un presidente que no sea fiable con tal de que sea de izquierdas, aunque convendría que se preguntasen cómo saben que es de izquierdas si es tan poco fiable. Rubalcaba aumentó su muy bien merecida fama el día que, en plena jornada de reflexión, aseguró que merecíamos un Gobierno que no mintiese. Rubalcaba no estaba dando una lección de ética; simplemente, le convenía llamar mentiroso a Aznar: eso fue todo. Como Rubalcaba, Zapatero sabe que la mentira es rentable y que todavía le queda algún crédito para emplearla a fondo.

José Luis González Quirós es analista político y escritor.

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La guerra de los viejos

Fernando Díaz Villanueva: La guerra de los viejos

Pescado en los comentarios de Heterodoxias.net
"El componente desestabilizador político en España no puede provocar una guerra civil, porque en España no hay más que viejos, y las guerras civiles requieren masas de jóvenes desocupados, con mucho tiempo libre para acudir a mítines de Indalecio Prieto y gente así. Ni siquiera las hordas sin herrar que acuden al fútbol los domingos tienen nada que ver con aquellos hinchas del Estrella Roja de Belgrado, o del Dínamo de Zagreb ,que caían en la espiral: matar a un par de futboleros-matar a dos policías-matar a veinte policias-disparar desde lo alto de un campanario-.

Aquí,la escasa juventud no sabe ni lo que es poner un Kalasnikov en tiro a tiro ,en seguro o en ráfaga. Si no han hecho ni la mili.
Así, cuando se active la cólera de la base social,se tirarán dentaduras postizas los unos a los otros,o se atizarán con el bastón."

Uncle Thom

Pues eso, que tiene razón.

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La crisis de crédito y los 'hedge fund' hunden las bolsas

La crisis de crédito y los 'hedge fund' hunden las bolsas   Hispanidad   Confidencial

Los bancos no dan crédito, por lo que las empresas recortan su actividad, por lo que reducen su actividad, por lo que ganarán menos: por eso la Bolsa los castiga. En el mercado empiezan a comentar predicciones que hablando de una caída del beneficio empresarial del 25% en 2008. Los inversores no se sienten protegidos frente a los 'hedge fund', que manipulan a gusto las cotizaciones. En Europa se acusa al programa de Bush, cuando lo cierto es que la bolsa americana lleva cayendo desde diciembre. Naturalmente, los más castigados son los que provocan la crisis, los propios bancos  Hasta un 8% llegó a caer la Bolsa de Madrid y en Internet ya se hablaba de "lunes negro". La verdad es que la Bolsa lleva cayendo durante todo el otoño y Nueva York; la mitad de las bolsas mundiales.

Lo que está ocurriendo es de lo más previsible, y aunque los medios filosocialistas se empeñen en lo contrario, la caída tiene poco que ver con las medidas de reactivación económica de George Bush.  

No. Lo que ocurre es que ninguna crisis pueda darse por cierta hasta que los políticos no la niegan oficialmente o mientras los inversores no la conjuren confundiendo sus deseos con la realidad. Esta es una crisis bursátil de fundamentales: los bancos han cortado el crédito y las empresas reducen su actividad y ganan menos dinero. Por el mercado ya empieza a correr el fantasma de un recorte de beneficios del 25% para el presente ejercicio 2008, por lo que la Bolsa ha comenzado a castigar ya a todas las empresas, las que más: a los bancos.  

Por otra parte, otra corriente subterránea se mezcla con la anterior y fuerza asimismo, a la baja. Los inversores cada vez se sienten menos protegidos ante los 'hedge fund', nacidos para estabilizar el mercado y que se han convertido en los mayores especuladores, especialmente en valores cortos y con el sistema de préstamos de títulos por bandera. Además, determinadas normas tradicionales en los mercados (por ejemplo, la de prohibir la cotización de toda empresa cuyos tres últimos ejercicios no hubiera obtenido beneficios, tampoco han ayudado. Por ejemplo, en Madrid se suprimió la norma para que cotizaran empresas como Sogecable, del señor Polanco.    

Lo cierto es que la crisis, que ya está aquí, aunque las autoridades se empeñen en calificar catastrofista a quienes lo denuncien, obligará a establecer normas más estrictas para poder cotizar en mercados abiertos.  

La pregunta es: la ya irreparable caída bursátil: ¿afectará a las elecciones?
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y2a -Esperanza Aguirre: la fiera de mi niña

Esperanza Aguirre: la fiera de mi niña - elConfidencial.com

@Carlos Sánchez - 21/01/2008




En Bringing Up Baby, una deliciosa película firmada en 1938 por el gran Howard Hawks (que en España se llamó La Fiera de Mi Niña), Cary Grant es un tímido paleontólogo volcado en la reconstrucción del esqueleto de un brontosaurio al que únicamente falta una clavícula intercostal. Está a punto de casarse con su anodina y secretaria, pero de pronto irrumpe en su vida la sobrina de un multimillonario -su mecenas- que lo saca de su previsible y rutinario mundo. De la noche al día, una carrera planificada al milímetro durante años, se viene abajo por la irrupción de una fuerza de la naturaleza como es Katharine Hepburn, quien acaba por sacar a Gary Grant de sus casillas. Hasta el punto de que el científico se ve obligado a abandonar la reconstrucción del esqueleto, la obra de su vida.

Desconozco si Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón han visto el filme, pero pensando en la tumultuosa relación entre los dos colosos de la política madrileña -en el sentido autonómico del término- me ha venido a la cabeza La Fiera de Mi Niña, donde en última instancia se viene a poner de manifiesto cómo lo previsible sucumbe casi siempre ante la ambición. Cómo Katharine Hepburn (Esperanza Aguirre) siega la hierba debajo de los pies del alcalde poniendo fin (al menos eso es lo que se divisa ahora) a una trayectoria política meticulosamente trabajada desde sus tiempos de delfín de Manuel Fraga Iribarne. No es que el alcalde no sea ambicioso, todo lo contrario, pero sí da la sensación de que sin esperarlo se ha encontrado con la horma de su zapato. La fiera de mi niña le ha roto los planes, como la Hepburn a Grant.

Hacer un traje de chaqueta ideológico a la medida de Esperanza Aguirre es lo más fácil del mundo. Que si es rica, y por lo tanto estamos ante una ciudadana sospechosa casi de haber participado en la conspiración para matar a Kennedy. Que si es de derechas, lo cual puede parecer una redundancia, aunque no siempre lo sea. Y, sobre todo, lo que es peor, que si le gusta jugar al golf. Como se sabe, una perversión incalificable viniendo de alguien que declara tener problemas para llegar a final de mes. Hay quien piensa que si a un ciudadano le gusta meter una insípida pelotita blanca llena de granos en un ridículo agujero colocado estratégicamente sobre un tapiz verde de hierba que no levanta un centímetro, no es de fiar.

Estos tópicos son los que dibujan la imagen pública de Esperanza Aguirre para un porcentaje importante de la población, tal y como señalan las encuestas. Como respuesta a este retrato estereotipado, otros muchos españoles -parece fuera de toda duda que estamos ante una líder nacional- piensan que se trata de una mujer luchadora a quien nadie le ha regalado nada y que, además, no va de 'marquesona', como dice esos 'progres' de tres al cuarto. Para demostrarlo, recuerdan que de vez en cuando se pone chulapa, y hasta en su día bailó un chotis con el difunto Jesús Polanco. Casi 'na'. Hay fotos que dan fe de ello.

Otra realidad

Detrás de estos estereotipos, sin embargo, se encuentra una realidad bien distinta. De entrada, Esperanza Aguirre reclama ser tan liberal como Stuart Mill, Adam Smith y Von Hayek, pero lo cierto es que se ha rodeado de un equipo tan monocorde en la Comunidad de Madrid (hay quien lo llama cohesionado) que esa pluralidad intrínseca al mejor liberalismo no se ve por ninguna parte. Aguirre sostiene tan a plomo su discurso básico que a veces da hasta miedo pensar que ella mismo se lo pueda creer (afortunadamente no ocurre así y su política es bastante diferente a lo que predica). La Comunidad de Madrid interviene en la economía de la manera descarada (directa o indirectamente), y hasta los niveles de inversión pública son más que aceptables. El tamaño de la cosa pública (un barómetro útil para medir la temperatura del liberalismo) no vayan a pensar que se ha reducido. Y algunos programas de Telemadrid están ahí para demostrar quien manda. Parece obvio, por lo tanto, que eso del laissez faire, laissez passer (dejar hacer, dejar pasar) no va, desde luego, con ella. Como se ha demostrado la última semana.

Sus errores, por lo tanto, están en otro ámbito. Ella sabe que lo que diferencia al liberalismo de otras ideologías es, precisamente, su permeabilidad a otras formas pensamiento. Pero en lugar de abonar la diversidad para que las ideas florezcan, lo que hace Aguirre es rodearse de cortafuegos (utilicemos una metáfora dulce) que siegan de raíz cualquier crítica interna. ¿Es este un mal cultivado sólo por Aguirre? Evidentemente que no. La pobreza ideológica recorre los despachos de los partidos políticos sin pestañear. En el PSOE el 'jefe' dice que hay que liquidar el Impuesto sobre el Patrimonio y no se mueve ni una mosca. En el Partido Popular, el propio Gallardón ha construido en torno suyo una guardia pretoriana -prieta las filas- que sólo rinde cuentas ante el procónsul. Al margen, incluso, del partido que lo sustenta con su capacidad organizativa. Y lo que es peor, haciendo gala en público de que él es el auténtico enfant terrible de la derecha española.

Pocas cosas son menos liberales que aferrarse a la disciplina de partido para evitar que el adversario (aunque proceda de la misma formación) pueda hacer sombra en vísperas de un hipotético descalabro electoral del jefe de filas (sin duda el responsable de lo que ha acontecido). Sobre todo cuando está en juego nada menos que la toma del palacio de la Moncloa, en el sentido metafórico del término.

Sin rivales

Esperanza Aguirre tiene legítimo derecho a querer ser candidata a la sustitución de Rajoy, méritos electorales no le faltan, pero ella sabe que no hay democracia sin competencia. Sin rivales. Y para ello se necesitan partidos abiertos en los que quepan no sólo los afiliados, sino también los simpatizantes que quieren jugar algún papel en el proceso de elección de los candidatos. Y, por su supuesto, los dirigentes del propio partido. ¿O es que Gallardón no ha hecho méritos para ser diputado tras cuatro mayorías absolutas para su partido? Ya se sabe la vieja máxima del canciller Adenauer. En política hay adversarios, enemigos…, y compañeros de partido.

Este planteamiento liberal es el que se ahoga con la estrategia de vetar que el alcalde pueda ser diputado poniendo en peligro -ya veremos lo que pasa al final- la posibilidad de que el PP recupere el Gobierno. El giro que ha dado la campaña en la última semana -lo dirán en los próximos días los estudios de demoscopia- es más que evidente. El Partido Popular se ha alejado del centro y eso lo pagará. El perfil que está dando Manuel Pizarro a su campaña, lejos de ayudar, agrava el problema. Profundiza en el error. Alguien debe decirle que una cosa es dirigir un país y otra presidir un consejo de administración.

Sería obviamente injusto culpar a la presidente de la Comunidad de Madrid de los males del sistema español de partidos, pero choca que alguien que se proclama liberal no cuestione el sistema de elección de los candidatos, donde radica, sin lugar a dudas, el problema de fondo del affaire Gallardón-Aguirre.

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y2a -LA GUERRA QUE EE UU SE MERECE.

LA GUERRA QUE EE UU SE MERECE

Diciembre-Enero 2008
Alasdair Roberts

Es fácil culpar de la violencia en Irak y de las dificultades de la guerra contra el terrorismo a un círculo de neocons, un presidente torpe y un Ejército que no da más de sí. Los ciudadanos de EE UU también son responsables. Exigen más a su Gobierno, pero se sacrifican menos que nunca. Es una manera poco realista, incluso letal, de librar un conflicto global.

A muchos estadounidenses les gusta contarse un cuento muy simple sobre la reciente política exterior de EE UU. Según esa historia, una poderosa camarilla de asesores políticos y sus compañeros de viaje de los think tanks de Washington, que estaban decididos a cambiar el papel internacional de la superpotencia antes del 11-S, llevaron al país por el camino equivocado. Se les conocía como neoconservadores: gente que creía que el mundo era peligroso, que Estados Unidos debería usar su fuerza con firmeza para proteger sus intereses y que la política estadounidense había consistido, durante demasiado tiempo, en un exceso de diplomacia, remilgos y medidas vacilantes. Tras los atentados, este grupo endosó la mal planeada guerra global contra el terrorismo y su sangriento elemento central: el conflicto de Irak.

Este relato resulta perturbador. Significa que un pequeño grupo de cargos de la Administración, con ideas ajenas a la política normal, consiguió secuestrar la diplomacia del Gobierno y eludió los controles de la Constitución. Pero también es una interpretación de los hechos perversamente tranquilizadora: ofrece la posibilidad de rectificar el rumbo. Si el fallo sólo es culpa de unos pocos personajes, entonces se les puede sustituir y recomponer las políticas. Pero, por desgracia, este relato tan cómodo es ficticio, y está transmitiendo una visión equivocada de la historia muy peligrosa. La gran masa del público estadounidense está implicada en el diseño y ejecución de la guerra contra el terrorismo mucho más de lo que resulta cómodo admitir. En seis años, con una invasión de Afganistán, una ola de atentados con ántrax y una ocupación de Irak, los ciudadanos no se han apartado de una filosofía que demanda mucho del Ejecutivo, pero pide poco a los votantes. Y no hay razones para pensar que ese reparto de responsabilidades vaya a cambiar tras el próximo ataque.

Desde, al menos, la elección de Ronald Reagan en 1980, el paisaje político estadounidense ha estado dominado por el neoliberalismo. Miembros destacados del Partido Demócrata también han abrazado este credo. A fin de cuentas, fue el ex presidente Bill Clinton quien prometió en 1996 que "la era de los gobiernos grandes se había acabado", que la Administración federal iba a adelgazar y que el Ejecutivo iba a implantar un programa de equilibrio fiscal, contención normativa y liberalización del comercio.

Esta filosofía se sustenta en el escepticismo acerca del papel del Gobierno central y la efectividad de los grandes proyectos públicos. Los dirigentes aprendieron a mantenerse alejados de medidas que amenazasen el statu quo y plantearan grandes exigencias al sistema político.

La Administración Clinton se caracterizó durante sus últimos años por su entusiasmo por las micropolíticas, iniciativas que podían ligarse con temas importantes, pero que no implicaban grandes costes. Este rechazo a realizar sacrificios a escala nacional contribuyó al actual despropósito de Irak. La guerra contra el terrorismo no es sólo un proyecto neoconservador, sino también neoliberal.

Puede parecer descabellado sugerir que el Gobierno siguió una estrategia al estilo Clinton de adaptación a la realidad neoliberal. Después de todo, asesores de Bush airearon su intención de eliminar las limitaciones al poder ejecutivo. Además, las políticas del presidente de EE UU han tenido consecuencias catastróficas: sólo en Irak ha habido decenas de miles de muertos y más de un millón de desplazados. ¿Cómo es posible llamar a esto pequeñas políticas?

La clave de los planes de invasión era que sus promotores la creían factible con un gasto mínimo de recursos. Iba a ser un paseo, predijo el influyente asesor del Pentágono Kenneth Adelman en 2002. El coste de la reconstrucción sería despreciable. El entonces secretario de Defensa, Paul Wolfowitz, incluso sugirió que podría financiarse con los ingresos del petróleo iraquí. Hubo críticos, dentro y fuera del Gobierno, que advirtieron que estas previsiones eran demasiado optimistas. Pero el Ejecutivo no estaba solo. Muchos estadounidenses creían que el Ejército de EE UU era capaz de desplegar su poder con una eficacia devastadora. Así que no era muy difícil suponer que la ocupación de un país de 27 millones de habitantes, situado a 10.000 kilómetros, se podría ejecutar sin perturbar la vida diaria de los estadounidenses.

Incluso un proyecto de mayores proporciones como la guerra contra el terrorismo sigue siendo un asunto relativamente pequeño, que no plantea grandes exigencias. Es cierto que los gastos de defensa de EE UU se han incrementado de modo sustancial durante la era Bush (alrededor de un 40% entre 2001 y 2006, ajustando la inflación), pero esta subida partió de niveles muy bajos. En los cinco años posteriores al 11-S, el gasto medio en defensa respecto al PIB (3,8%) fue poco más de la mitad del que hubo durante los 50 años anteriores (6,8%). La proporción de la población adulta en servicio militar activo (cerca del 0,6%) se mantuvo en niveles mínimos que no se veían desde antes del ataque a Pearl Harbour.

La decisión de ejecutar las políticas sin perturbar la vida diaria se mantuvo incluso cuando la guerra contra el terror se desmoronaba. El aumento de tropas en Irak a partir de enero de 2007 se anunció como un incremento sustancial del compromiso, pero en términos históricos ha sido despreciable. EE UU tenía más efectivos sobre el terreno en Japón 10 años después de su rendición en 1945, o en Alemania al final de la guerra fría. Y desplegó el doble de tropas en Corea del Sur y el triple en Vietnam. Puede que en 2003 fuese razonable describir la situación en Irak como la guerra de George W. Bush. Pero desde 2007 se ha convertido en un problema de ambos partidos, un conflicto cuyo curso está determinado por las acciones de un presidente republicano y una mayoría demócrata en el Congreso. Es mucho lo que está en juego. Un fracaso continuado en el país árabe va a tener costes humanos y diplomáticos tremendos. Pero el abanico de opciones sigue limitándose de forma arbitraria a un aumento simbólico de soldados o varias formas de retirada escalonada. Ningún político se atreve a plantear un auténtico aumento de tropas que eleve la implicación de EE UU hasta el nivel que diversos mandos militares consideraban esencial antes de la invasión. Así como nadie ha propuesto en serio volver al reclutamiento obligatorio, aunque haya presiones en el Ejército.

SIGA AL DINERO

No sólo en Irak la preferencia por las políticas pequeñas ha condicionado la guerra contra el terrorismo. En 2005, el vicepresidente Dick Cheney afirmó que la Administración había sido "muy agresiva (...) usando los medios de que disponemos" para defender a EE UU del terrorismo. Pero no fue agresiva a la hora de imponer normas al sector privado, dueño de muchos de los objetivos más vulnerables del país. Por ejemplo, en 2002 se negó a confirmar que la Ley sobre Contaminación Atmosférica le confería autoridad para exigir seguridad en las instalaciones químicas.

El objetivo era que la economía siguiese marchando bien. "Una de las grandes finalidades de esta guerra", dijo Bush tras el 11-S, "es restaurar la confianza en el sector aéreo". El presidente protagonizó una campaña de la Asociación Americana de Empresas de Viajes, diseñada, según un directivo de una de ellas, para que "viajar se asocie con un deber patriótico", que muchos ciudadanos interpretaron como una exhortación a gastar más dinero para impulsar la economía. "Lo importante, con guerra o sin ella, es que la economía crezca", dijo en 2003 el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer.

La guerra ha sido considerada históricamente como un gran proyecto, que requiere cambios sociales y que otras prioridades pasen a segundo plano. Los presidentes tenían la responsabilidad de recordárselo a los ciudadanos, a quienes pedían "los sacrificios que la emergencia exige", como hizo Franklin D. Roosevelt. Bush finge continuar esta tradición cuando dice a los estadounidenses que "un periodo de guerra es un periodo de sacrificio", pero este intento de asociar la guerra contra el terrorismo con campañas anteriores no funciona. Pedir sacrificios reales y subir los impuestos no es una buena estrategia para ganar votos. Así que cuando, en 2001, preguntaron a Bush qué deberían hacer los estadounidenses para ayudar, respondió: "Bueno, creo que los americanos corrientes no deben tener miedo a viajar... Deberían llevar a sus hijos de vacaciones. Deberían ir a los partidos... Deberían seguir dedicándose a sus cosas".

Otro desafortunado intento de analogía fue el que realizó la nueva Agencia de Seguridad en el Transporte, que lanzó un programa para lograr mejoras "revolucionarias" en las técnicas para examinar a los pasajeros y los equipajes aéreos. Parte de este programa fue denominado Proyecto Manhattan II, un homenaje al que logró la bomba atómica. El primero fue una empresa enorme y costosa. Consumió el 1% del PIB, empleó a 130.000 personas, reclutó a científicos e ingenieros, y continuó hasta que se consiguió detonar con éxito una bomba nuclear. Sin embargo, Manhattan II sólo requirió seis millones de dólares (unos cuatro millones de euros) en sus primeros dos años, menos de una diezmilésima parte del 1% del PIB de EE UU. Al final el programa cayó víctima de la "competencia entre prioridades en un entorno de escasez presupuestaria".

Los conservadores a menudo replicaron que la guerra contra el terrorismo había provocado una pérdida total del rigor presupuestario, lo que es una burda exageración. Por mucho que los políticos asegurasen comprometerse en una guerra total contra el terrorismo, el gasto federal creció desde el 18,5% del PIB en 2001 al 20,3% en 2006, lo cual no es nada extraordinario: la media de los 40 años previos a 2006 era el 20,6%. El dinero destinado a programas no sociales, incluyendo los del Departamento de Seguridad, se mantiene dentro de los parámetros históricos. De hecho, el mayor aumento en el coste federal anual entre 2000 y 2006 no se produjo en el gasto discrecional no destinado a defensa (un incremento de 177.000 millones de dólares), o ni siquiera en defensa (225.000 millones), sino en Seguridad Social, Medicare, Medicaid y otras formas de gasto obligatorio (461.000 millones).

A grandes rasgos, puede decirse que los presupuestos posteriores al 11-S han sido modelados por tres fuerzas bien conocidas: la disciplina fiscal, la persistente dificultad para reformar las ayudas sociales y la resistencia a los impuestos. Las bajadas de las cargas impositivas mantuvieron la popularidad de Bush tras los atentados. Un mes después de éstos, tres cuartas partes de los entrevistados por una encuesta Gallup afirmaron que querían que la primera ronda de recortes de impuestos entrase en vigor de manera inmediata. Más del 60% estaba a favor de bajadas adicionales.

Las reformas de Bush redujeron la carga impositiva hasta la media histórica. El resultado ha sido otra incoherencia manifiesta entre la retórica de la guerra contra el terrorismo y la realidad. El presidente afirmó que EE UU había emprendido una "misión histórica" tras el 11-S. Extraña crisis de seguridad, en la que el Gobierno baja los impuestos. Incluso defendió la medida alegando que estos recortes eran un elemento vital para defender a la nación, pues la economía era un objetivo de Al Qaeda y había que salvaguardarla. La reducción de la presión fiscal, dijo Bush, "garantizaría que el consumidor tuviera dinero para gastar a corto plazo". En algunos aspectos esta política de fomento del consumo ha tenido efectos perversos. Por ejemplo, las importaciones marítimas en contenedores subieron un 64% tras el 11-S, a pesar de que los políticos se llevaban las manos a la cabeza en referencia a las deficiencias de seguridad de los puertos.

LIBERTAD PARA ALGUNOS

Así que, dado que los impuestos bajaron, se evitó realizar una campaña de reclutamiento militar y se suavizó la legislación, ¿hubo algo que supusiera mayores cargas para el grueso de la población tras el 11-S?

Está claro que los defensores de las libertades civiles piensan que los ciudadanos han pagado un precio elevado, en términos de recorte de sus derechos. También en este punto los críticos buscan analogías entre la guerra contra el terrorismo y anteriores conflictos. Acusan a Bush de pisotear las libertades en nombre de la seguridad nacional, igual que ya ocurrió durante las dos Guerras Mundiales, la guerra fría, y las revueltas internas de finales de los 60 y principios de los 70.

Sin embargo, las violaciones de los derechos de los ciudadanos tras el 11-S eran diferentes en naturaleza y gravedad a las sufridas en otras crisis. No se encarceló a la gente por traición, como ocurrió en la Primera Guerra Mundial. No hubo detenciones indefinidas, como durante la Segunda. Tampoco deportaciones ni denegaciones de pasaportes ni listas negra, como durante la caza de brujas contra el comunismo.

¿Hubo violaciones de los derechos de los ciudadanos que deban preocuparnos? Por supuesto. Pero tuvieron un carácter más propio de este milenio. Los nuevos programas de vigilancia se implantaron en secreto y se diseñaron de modo que no fuesen fáciles de detectar. El Gobierno estaba adaptándose a la realidad política, buscando técnicas para mantener la seguridad interior que no implicasen perturbaciones en la vida cotidiana. En cambio, los extranjeros lo pasaron bastante peor. La segunda peculiaridad de la guerra contra el terrorismo, en lo relativo a los derechos humanos, es que los efectos más desagradables se han enviado al exterior. Los daños más graves y evidentes, como secuestros, cárceles secretas, interrogatorios degradantes o denegación del habeas corpus, se han perpetrado de forma deliberada contra extranjeros.

Es más, el espíritu de sacrificio ni siquiera ha permeado al propio Gobierno de Bush. El candidato elegido por el presidente para dirigir la Agencia Federal de Gestión de Emergencias dimitió 15 meses después del 11-S, y se fue a una empresa consultora que pretendía "aprovechar las oportunidades de negocio de Oriente Medio tras la conclusión de la guerra de Irak". En 2006, dos tercios de los directivos del Departamento de Seguridad se habían marchado, a menudo para ocupar puestos mejor pagados utilizando sus influencias en favor de contratistas de esa institución. En 2007, un informe para el Consejo Asesor en Seguridad Nacional mostraba su preocupación por el posible "hundimiento de la seguridad nacional" por los continuos cambios en la cúpula directiva.

En esta guerra contra el terrorismo, algunos han pagado un precio elevado. Hasta hoy, más de 4.000 soldados americanos han muerto en Irak y Afganistán, y más de 13.000 sufrieron heridas tan graves que no pudieron reincorporarse al servicio. Desde marzo de 2003 han muerto al menos 70.000 iraquíes. Los inmigrantes en EE UU se quejan de la vigilancia y los abusos. Estos perjuicios son graves, pero se concentran sobre grupos muy concretos.

De hecho, estos daños se ven agravados porque el Gobierno quiere evitar medidas que distribuyan los costes. "Luchamos contra el enemigo en el exterior", dijeron en la Casa Blanca en 2005, "para así no tener que luchar con ellos aquí". Este modo de proceder se ha presentado como una cuestión de seguridad nacional, una forma sensata de defensa. Pero también es una buena política interna. "Luchar con ellos aquí" significaría mayores impuestos, una administración mayor, normativa más dura, desafíos más abiertos a las libertades civiles y más obstáculos al comercio. El Gobierno de Bush no quiso eso, porque entendió, correctamente, que la mayoría de la población tampoco lo desearía.

Esta decisión política ha tenido consecuencias muy dañinas para el país. EE UU no ha sido capaz de adoptar medidas que habrían aumentado su seguridad nacional. Se ha dado de bruces en conflictos lejanos, que se han echado a perder por una mala planificación y unos objetivos imprecisos. Su posición de garante de los derechos humanos se ha visto muy erosionada. Ha quedado indefenso frente a las acusaciones de hipocresía, por usar la retórica del sacrificio para encubrir, como siempre, una política comercial.

Mientras tanto, los estadounidenses siguen tan comprometidos con los principios de disciplina fiscal, impuestos bajos, legislación suave y libre comercio como lo estaban el día 10 de septiembre de 2001. Siguen recelando de un gobierno grande y de la Administración federal. En 2006 una encuesta Gallup de opinión mostró que una amplia mayoría de los ciudadanos, de todas las inclinaciones políticas, pensaban que un "gobierno grande" suponía la mayor amenaza para el país en el futuro, por delante tanto de "empresas grandes" como de "sindicatos grandes".

¿La guerra contra el terror fue diseñada y organizada por un pequeño grupo de neocons? Quizá. Pero también fue una respuesta a una crisis que asumió los límites de lo políticamente aceptable en los Estados Unidos de hoy. En muchos aspectos, la guerra contra el terrorismo no es su guerra, sino la guerra de la población. Los deseos y preferencias de los ciudadanos han tenido en ella la misma influencia que cualquier doctrina sobre política exterior.

Así que los estadounidenses pueden seguir creyéndose su mito favorito. Pero la próxima vez que sufran un revés en la guerra o sean víctimas de un ataque, nadie debería esperar que la respuesta del país difiera mucho de la guerra que lanzó el Gobierno Bush hace seis años. Los ciudadanos pueden intentar responsabilizar de sus problemas a unos pocos neocons con poder, pero deberían asumir parte de la culpa.

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Y Cascos dijo 'no' a Rajoy: "Este no es mi partido"

Y Cascos dijo 'no' a Rajoy: "Este no es mi partido" - elConfidencial.com

EL CONFIDENTE

@Redacción - 18/01/2008

Carrera contrarreloj en Génova 13. A pesar de ser fechas tardías, Mariano Rajoy ha seguido buscando 'estrellas' y pesos pesados para ir en las listas el PP hasta el último minuto. Uno de ellos fue el ex vicepresidente Francisco Álvarez-Cascos, al que ofreció liderar el cartel electoral al Congreso por Asturias. Los últimos intentos por pescarle se dieron a última hora del pasado martes, pero el ex ministro rechazó la propuesta. Su respuesta fue: "Este no es mi modelo de partido".

Pese a ello, la sangre política sigue corriendo por sus venas. Desde el "destierro" asturiano se opuso a los dictámenes centrales de Génova y utilizó la prensa para acabar con Gallardón. Hasta tal punto que Javier Arenas, presidente del comité electoral nacional del PP, se sumó a las tesis de Cascos en contra de la "presencia" de alcaldes en las listas electorales. Aunque de un modo más suave: "Los alcaldes deben centrar todo el esfuerzo en su responsabilidad municipal pero los estatutos del PP permiten establecer excepciones…".

El padre de aquellos estatutos fue Álvarez-Cascos, quien manifestó sin tapujos: "Sitio para todos y cada uno en su sitio; es un lema que siempre defendí, y ahora más que nunca". Por lo visto, en el momento en que hacía aquellas polémicas declaraciones (el pasado sábado), Rajoy le acababa de proponer ser el cabeza de lista de la candidatura asturiana. Ante las negativas de Cascos se ofreció el puesto al alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo.

De Lorenzo aseguró que concurre a las elecciones "con toda la ilusión y experiencia de mis 21 años en el Ayuntamiento de Oviedo. (…) Lo voy a sacar todo". Pero fuentes cercanas a la ejecutiva popular manifestaron que "fue difícil de convencer". Desde la sede nacional del PP aplaudieron la noticia, aunque al mismo tiempo continuaron intentando repescar a Cascos hasta el pasado martes.

El gesto de Gabino fue una auténtica sorpresa para los populares asturianos. Ovidio Sánchez, presidente del PP en Asturias, se encontraba en una reunión con Mariano Rajoy y Ángel Acebes en el momento en que se conoció la decisión. La consigna desde Madrid fue silencio sobre los posibles candidatos, pero los allegados no ocultaron sus muestras de alegría. Así, la diputada nacional Alicia Castro Masaveu declaraba: "Quien podrá decir que no a un ganador", refiriéndose a Gabino. Ella fue la que propuso la solución a Rajoy.

Desde su retirada de la vida pública, Cascos se dedica a sus asuntos privados: cinco consejos de administración y el pluriempleo en 'Aqualium', propiedad de su tercera esposa María de la Hoz Porto. Incluso se dio de baja en el Partido Popular asturiano. Pero como si de un ave fénix se tratara, alza la voz entre sus paisanos y no oculta sus dotes de líder. El curtido ex político se atrevió incluso un guiño a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre: "Que quede claro que lo que defiendo tiene el aval de unos resultados objetivos y contrastados". Parece ser que el "militante" Cascos todavía dará mucho que hablar…
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ZP en el Reino de la Mentira: donde dije digo, digo Diego, y donde dije Diego, no se lo que digo.

ZP en el Reino de la Mentira: donde dije digo, digo Diego, y donde dije Diego, no se lo que digo - elConfidencial.com

@Federico Quevedo - 15/01/2008


Es de locos. A mí no me gustan las entrevistas-sábana, como esa con la que nos ha deleitado Pedrojota Ramírez con el presidente Rodríguez por entregas. Pero esta merecía la pena leérsela. He dicho en más de una ocasión que lo de Rodríguez es de psiquiatra, que merecería un estudio detallado de la personalidad por parte de expertos, y después de leer semejante ejercicio de autoestima y narcisismo, me reafirmo. Ayer, por fin, acababa de manera oficial esta legislatura y, repito, todo lo que ha pasado es de locos. Pero que Rodríguez tenga la osadía, en el final de su mandato, de reconocer que nos ha mentido y nos ha tomado por idiotas, es de consulta de urgencias. La entrevista, en serio, no tiene desperdicio. Si no la han leído, búsquenla, porque encontrarán en ella a un personaje prepotente, autoritario, mentiroso y absolutamente vacío de referentes éticos o morales. Todo le da igual. El fin justifica los medios, ese es su lema.

El reconocimiento de que después del atentado de la T-4 autorizó el diálogo con la pandilla de canallas debería de hacer reflexionar a mucha gente. Nos mintió. Nos mintieron él y todos los suyos, empezando por la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, y siguiendo por el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, y acabando por el secretario de Organización del PSOE, el inefable Pepiño Blanco . En cualquiera otra circunstacia, sería de obligado cumplimiento el exigirles responsabilidades políticas muy serias por haber engañado al país y al Parlamento, pero como estamos a menos de dos meses de unas elecciones, ahora sólo queda que sea la ciudadanía la que decida, y sería bueno que al ir a votar la mayoría se acordara de aquella famosa frase del portavoz de los GAL en la noche del 13-M de hace cuatro años: "Los españoles se merecen un Gobierno que no les mienta".

Rodríguez ha ejercido el poder desde una absoluta ausencia de escrúpulos y de moral. Es de un relativismo que asusta. ¿Cómo se entiende, si no, que después del atentado de la T-4 que costó la vida a dos seres humanos, dijera una vez tras otra que el diálogo estaba roto? Si a los lectores les interesa la referencia de las afirmaciones de Rodríguez asegurando que la negociación estaba rota, con gusto se la haré llegar, pero es muy extensa para destacarla en este artículo. Sólo les diré que, después de cinco meses de repetidas afirmaciones contrarias al diálogo, después de que los medios dieran a conocer la existencia de contactos, en mayo de 2007, pocos días antes de las elecciones municipales y autonómicas, Rodríguez calificó de "dislate" esas informaciones y, por supuesto, negó la existencia de esos contactos.

¿Oportunismo, candidez, estupidez de quien parece que va sobrado? Una lectura de la entrevista da una medida exacta del personaje. Cuando el director de El Mundo le pregunta si no sintió escrúpulos morales al autorizar los contactos después de los dos asesinatos, la respuesta de Rodríguez es todo un canto al relativismo y a la ausencia absoluta de principios: "Matar habían matado siempre". Eso era todo lo que le importaban las vidas de dos personas, a él que tanto se le llena la boca de derechos y de respeto a la vida... Cualquier cosa con tal de conseguir su propósito. Todo le daba igual, la vida, los derechos, las libertades... Este es el personaje que nos ha gobernado durante cuatro años, un hombre capaz de desdecirse a sí mismo una y otra vez, de afirmar una cosa y a renglón seguido la contraria... Un hombre sin principios, sin referentes, capaz de despreciar todo y a todos con tal de mantenerse en el poder.

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A propósito de la situación económica: Un país que embiste en lugar de pensar

A propósito de la situación económica: Un país que embiste en lugar de pensar - elConfidencial.com

Carlos Sánchez - 14/01/200

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Decía Lope de Vega que los castellanos -entendiendo esta acepción como sinónimo de españoles- no piensan, sino embisten. Y Antonio Machado, con su proverbial capacidad de observación, remachó la idea cuando sostuvo que en España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa. A Lope de Vega y Machado les separaron tres siglos, pero como se ve este largo periodo de tiempo no fue suficiente para resolver un viejo problema de este país: la incapacidad de resolver los problemas echando mano de la inteligencia en lugar de las emociones.

Sólo en esta clave puede explicarse la ausencia de un debate verdaderamente de calado sobre las causas últimas de las actuales zozobras económicas. En la mayoría de los casos, la discusión se reduce al célebre '...y tú más', que viene a ser una especie de contribución española al pensamiento universal. A falta de premios Nobel en disciplinas relacionadas con el conocimiento, cuando alguien tiene un problema le espeta al contrario que lo suyo es bastante peor. Como se ve, se trata de una pobreza intelectual sin límites que tiene en el parlamento su máxima expresión. Pero sin los deliciosos diálogos del parlamento británico, donde se produjo este maravilloso diálogo recogido en el blog de Joaquín Leguina:

Una diputada laborista, enfadada por el discurso que estaba pronunciando Churchill, lo interrumpió para decirle:

-Si usted, señor Churchill, fuera mi marido, le pondría veneno en el café.

-Y si yo fuera su marido… -contestó el primer ministro con parsimonia- me lo tomaría con gusto. Ahí se acabó el diálogo.

Ya sabe que la sutileza y el ingenio no son el punto de fuerte del parlamento español, pero al menos, a falta de retórica e imaginación, sus señorías deberían dedicar parte de su tiempo a estudiar los problemas de fondo de la economía española. No se trata, desde luego, de una idea original.

En las Cortes Constituyentes, Ortega y Gasset dijo a sus señorías, y así está recogido en el Diario de Sesiones: "Tienen que estudiar la situación económica, porque va a condicionar la posibilidad del desarrollo de España. Así que llamen a los economistas para que les den un diagnóstico de la situación y sepamos qué hacer".

"Y si no tienen economistas en España, insistió Ortega, tráiganlos del extranjero, pero lo más urgente que necesitamos es hacer un diagnóstico". En este contexto nació la célebre idea de Ortega de que una crisis económica puede convertirse en una crisis política y una crisis política en una económica. En otras palabras, como decía el profesor Fuentes Quintana, el problema es que no sabemos lo que nos pasa y eso es, precisamente, lo que nos pasa.

No se trata de un simple juego de palabras. Más allá del grado de intensidad de la actual desaceleración de la actividad económica (algo en lo que no hay ninguna duda), lo cierto es que España tiene por delante un nuevo tiempo económico radicalmente distinto del anterior. Los shocks de oferta que aparecieron en la segunda mitad de los años noventa y que explican el largo periodo de expansión económica: introducción del euro, tipos de interés reales negativos, inmigración masiva o privatizaciones (con el consiguiente aumento de la recaudación) no se van a volver a repetir.

Parece, por lo tanto, que lo razonable es desbrozar lo antes posible el camino a recorrer. Sólo de manera podrá saberse si jugamos a ser California o Florida. De lo contrario, nos quedaremos en tierra de nadie, algo que es el mejor camino para brillar en la mediocridad.

Pero para eso, lógicamente, es necesario saber qué nos pasa. Pinchada la burbuja de la industria inmobiliaria y, en menor medida, de la construcción gracias a la obra civil (un 50% del negocio), la economía española debe encontrar nuevos caladeros útiles para el crecimiento. Pero eso no va a ser posible si en primer lugar no se hace un diagnóstico serio sobre lo que nos pasa. Lógicamente, a no ser que se prefiera esperar a que el catarro se convierte en una pulmonía.

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Rato y Botín o el eterno conflicto entre lo público y lo privado en España.

Rato y Botín o el eterno conflicto entre lo público y lo privado en España - elConfidencial.com

@Jesús Cacho - 14/01/2008


Fue un de los grandes escándalos económico financieros del franquismo. Corría el año del Señor de 1965, y el ex ministro de Hacienda y entonces gobernador del Banco de España, Mariano Navarro Rubio , ordenó la intervención del Banco de Siero que presidía Ramón Rato Rodríguez-Sampedro, casado con Aurora Figaredo Sela, miembros ambos de destacadas familias de la burguesía asturiana. A Ramón Rato lo cazó el Régimen en un asunto de tráfico ilegal de divisas, del que su propio abogado, el fundador de la CEDA, José María Gil Robles, dijo en privado que era "indefendible". El día de los esponsales de María de los Ángeles Mani Rato Figaredo, vicepresidenta de la Asociación de anticuarios de Madrid, casada en segundas nupcias con José de la Rosa, la policía irrumpió en pleno banquete –antiguo Hotel Castellana-Hilton, hoy Intercontinental- y se llevó esposado a Ramón Rato y a su hijo Moncho, camino de la cárcel. El novio se llamaba Emilio García Botín, hijo de una hermana de Emilio Botín Sanz de Sautuola, y por tanto primo carnal de Emilio Botín Ríos.

Se cierra el círculo. Los Rato han argumentado siempre que aquello fue venganza política del Régimen –que luego entregó el Banco de Siero al Opus Dei-, explicación poco creíble para los que conocieron la historia de primera mano, y en el ánimo de Ramón Rato anidó siempre un espíritu de revancha que le llevó a educar a su hijo Rodrigo -hombre culto, de educación exquisita y porte soberbio- en la aspiración subliminal de que un día llegara a redimir el honor mancillado del apellido encaramándose a la presidencia de un gran banco o, mejor todavía, gobernando el Banco de España, el gran responsable del oprobio familiar, aspiración que marcó la vida de Don Rodrigo y que explica no pocas de las vicisitudes habidas, incluso legislativas, en los ocho años de Gobierno Aznar.

Los Botín y los Rato vuelven a encontrarse, aunque en realidad nunca viajaron en vagones lejanos, que en España es tradición la situación de encame colectivo en el que, de Juan March a esta parte, conviven poder político y poder económico, sin duda la mayor lacra que sufre nuestra peripatética democracia, algo que explica mejor que mil tesis el Estado de Corrupción en que vivimos. Nada que objetar al fichaje del ex director gerente del FMI por Lazard, una boutique bancaria extranjera a la que difícilmente podría haber afectado, para bien o para mal, cualquiera de las decisiones administrativas tomadas por Rato en el ejercicio de su cargo entre 1996 y 2004, pero no puede decirse lo mismo del Banco Santander o de cualquier otro banco o empresa española.

A finales de noviembre de 1998, el Ministerio de Economía que entonces tutelaba Rato modificó el artículo 159 de la Ley de Sociedades Anónimas relativo a las ampliaciones de capital en ese tipo de sociedades. Hasta entonces, las ampliaciones en las que se excluía el derecho de suscripción preferente de los accionistas obligaba a los Administradores a emitir los nuevos títulos conforme a su valor real de mercado (el de Bolsa, en el caso de las cotizadas), cosa lógica para el accionista: si no iba a poder suscribir nuevas acciones, por lo menos que se valoraran a precio de mercado. La modificación Rato echó por tierra ese requisito, de modo que el entonces BSCH –y otros bancos- pudo, gracias a la referida modificación, ampliar capital valorando las nuevas acciones a unos 2,70 euros (valor nominal), cuando los títulos del banco cotizaban en Bolsa a más de 10 euros. Ese favor permitió a Botín comenzar su aventura en Sudamérica con la compra de bancos como el Río (Argentina), BANESPA (Brasil) y SERFIN (Méjico), utilizando para ello las nuevas acciones emitidas, tasadas a su valor nominal, que no al real.

La Comisión Europea, por cierto, ha instado recientemente al Gobierno español a que modifique ese aspecto de la Ley (Dictamen motivado, referencia SG -2005- D/200100), evitando el fraude que supone para los accionistas. Sin duda se trata de una casualidad, pero a finales del 98, Banesto –la mejor operación ever de Emilio Botín, gracias a los buenos servicios de Luis Ángel Rojo, hoy también a sueldo del Santander- llevó a cabo la compra a la familia Rato de "Aguas de Fuensanta", por la que pagó cerca de 1.000 millones de pesetas pese a tratarse de una Sociedad en quiebra técnica, tras haber dado pérdidas durante tres ejercicios consecutivos. De modo que, en lugar de exigir el pago de un crédito de 500 millones que adeudaba "Aguas de Fuensanta" y del que era avalista la familia Rato Figaredo, lo que hizo el Banesto de la bella Ana Patricia, acreditada especialista en obras de caridad, fue comprar la empresa por 1.000 millones de pesetas. ¿Entienden por qué no será posible poner coto al Estado de Corrupción en que nos hallamos mientras radicalmente no cese el compadreo entre poder político y poder económico?

Las opiniones que el fichaje de Rato por Botín ha merecido en la comunidad empresarial no han podido ser más negativas, pero todo el mundo calla -la omertá siciliana que rige en la sociedad civil española- al socaire, como siempre, del estruendoso silencio de los grandes medios de comunicación, parte esencial en el apestoso maridaje entre poderes que ensucia nuestra democracia. Peor aún, los grandes medios impresos nos adelantan, muy ufanos, que el ex ministro va a repetir fichajes varios con distintas empresas españolas. Y se me ocurre: ¿Qué tal el consejo latinoamericano –no sé si existe, pero se puede crear ad hoc- de Endesa? Seguro que a José Manuel Entrecanales le encantaría tenerlo en casa para el caso de que suene la flauta y Mariano Rajoy nos sorprenda ganando las elecciones de marzo. Lo mismo vale para una gran constructora. ¿Qué tal el Consejo de Sacyr Vallehermoso, cuyo presidente, el inefable Luis del Rivero, necesita también tender puentes con un eventual, aunque improbable, Gobierno Rajoy?

Y así podríamos seguir ad nauseam, hasta lograr un razonable estipendio anual para el señor Rato, de modo que se haga realidad ese aserto podrido según el cual los políticos españoles cobran una miseria cuando están en ejercicio, pero a cambio se aseguran suculentas sinecuras para cuando dejen el poder. El señor Rajoy, en lugar de cerrar el pico (lleva desde junio sin responder a las llamadas de Rato, asunto que tiene al ex del FMI cabreado en extremo), ha dicho que le parece muy bien la cosa, el fichaje, un tipo de tanta sabiduría y prestigio, pero que muy requetebién, y bla, bla, bla, lo que indica que la situación no tiene remedio y que en este país se ha perdido hasta la vergüenza. El partido del Gobierno, por su parte, se ha callado cual muerto, que al final todos chapotean en el mismo barro, aunque ya verán ustedes cómo el PSOE sacará a pasear a este muerto si pierde las elecciones.

El único que se salva de esta quema es precisamente Emilio Botín, un hombre ya por encima del bien y del mal en el páramo castellano. Si Rato –gracias a los buenos oficios de Jaime Castellanos - se le pone a tiro, Botín lo ficha y asunto concluido, con el atenuante de que el envite le sale por dos perras gordas, 200.000 euros de nada, lo mismo que va a cobrar Javier de Paz en la Telefónica de Alierta, otro que tal baila, con la diferencia de que el ínclito De Paz no tiene oficio ni beneficio, y no ha necesitado ser ministro ni gerente del FMI para llegar al mismo perdedero.

En todo lo anterior, señor Rato, no hay nada personal. De verdad: sin acritú, que diría Felipe González. Se trata, simplemente, de hacer realidad el sentido del deber de quienes, románticos que somos, todavía creemos y queremos vivir en una sociedad abierta, con separación radical entre lo público y lo privado. Sé que a usted El Confi le cae regular tirando a mal, quejoso de que este diario no se sume al coro de quienes le bailan el rigodón. No se preocupe. Por nosotros no ha de ser: a estas alturas, y tras haber hipotecado su prestigio en cómodos plazos de a 200.000, apenas es usted un bulto en el desván de la Historia reciente de este país. Que sea usted feliz y gane mucho dinero. Ciao.

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Así masacra Hamas a los de Al Fatah en Gaza

NOTA de Vredondof : esto dude si ponerlo en el blog de religion o en el de POLITICA

Asunto: Así masacra Hamas a los de Al Fatah en Gaza

Hola: Te reenvio este correo, sobre todo por la poca prensa que tiene y lo significativo que es. Es desagradable por mostrar lo sórdido de las guerras intestinas, según en que momento, no lo mires.
Un apreciado javer me ha enviado este vídeo y es pavoroso lo que se ve, pues refleja la barbarie que los fulleros e intoxicadores medios de nuestro país, España, ocultan a la ciudadanía deliberadamente. No encajaría ese testimonio con las falsificaciones de su habitual
propaganda pro-árabe.
Somos peor que las bestias salvajes. solo hace falta determinadas circunstancias para que se desate todo lo malo que llevamos dentro y da igual contra quien o contra qué (amigos, familia, etc. ..o contra uno mismo)....no le veo solución.

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Políticos virtuales y periodistas esclavos... que no saben que lo son

Hispanidad

Políticos virtuales y periodistas esclavos... que no saben que lo son
Cada líder político debe luchar contra un sambenito, que, justa o injustamente, partidarios y detractores -sobre todo éstos últimos- le asignan. Felipe González, por ejemplo, tuvo que luchar denodadamente con la primera impresión, más bien fullera, que proporcionaba. Su sinceridad era puesta en duda cada día, insisto, por propios y extraños. Todo un problema -cierto o falso, que esa es otra cuestión- contra el que debió luchar durante sus 13 años de Gobierno.

La imagen pública de José María Aznar, era la de la soberbia, la altanería, una especie de obsesión por ganar el premio limón. En el caso de su sucesor, José Luis Rodríguez Zapatero , su brega diaria está clarísima: ZP lucha denodadamente por no parecer lelo.

Nadie diría de ZP, por ejemplo, que asusta, a pesar de ser un hombre rencoroso, enlodado en resentimientos eternos, sólo curados por la amnesia. Pero lo sea o no, sus asesores de imagen no deben preocuparse por ello. De hecho, sólo se preocupan porque no parezca el más tonto de la clase. 

Su guardia pretoriana ha creado un escudo invisible -bueno, quizás no tanto- para protegerle del ambiente, especialmente de los periodistas, que los hay de dos tipos: los amigos que se equivocan y los enemigos que te masacran. Ya lo he dicho: vivimos en una democracia televisada: nunca como hoy los líderes políticos han estado tan cerca de las cámaras y nunca han estado tan lejos del pueblo.

Por ejemplo, cuando el abajo-firmante seguía las campañas electorales, en plena Transición, los periodistas compartíamos muchas horas de charla con los políticos. Y, por cierto, no pagábamos por seguir al líder.

Hoy los medios pagan muchos euros por seguir a un líder en campaña, pero lo más probable es que no logre intercambiar dos palabras con él. A los escribanos se les mete en una pecera y siguen el mitin por televisión. El líder se dirige a ellos a través de unos intermediarios, directores de comunicación, a los que, no descubro nada nuevo, les pagan por mentir.

Esto no sólo ocurre con los periodistas, sino también con los espectadores. Escuchar y callar, es el lema. Los únicos que pueden acercarse al gran hombre son los cámaras, que filman y no hablan. Toda esta parafernalia ha sido perfectamente resumida por Fernando Moraleda el ínclito secretario de Estado de Comunicación de ZP, cuando les dio la siguiente instrucción a los periodistas: "No podéis dirigiros al presidente, salvo que él se dirija primero a vosotros" . Y todavía no ha sido colgado de los pinreles en la Puerta del Sol: ¡Qué cosas!

Las pocas veces que el líder se atreve con una rueda de prensa también éstas están amañadas. Existen mil formas. La más primaria: realizar una selección de medios. Como dicen en el Reino Unido, hay que invitar, y mimar, al amaestrado lobby de los periodistas de cámara, aquellos que saben perfectamente qué es lo que hay que preguntar y qué conviene callar. A ellos se les suele conceder el privilegio de la palabra. Además, es muy importante que no haya diálogo, que el periodista no puedan contra-preguntar. La azafata te retira el micrófono en cuanto has terminado de formular la cuestión. Una rueda de prensa actual puede resumirse así: que cada cual pregunte lo que quiera que yo responderé lo que me dé la gana. Y en ocasiones, se llega a algo que roza la censura previa: el 'lobby' se pone de acuerdo para las preguntas que deben formular, al igual que a la conclusión se ponen de acuerdo sobre los titulares. No es broma, sino desgraciada pero habitualísima práctica. Esto es el aspecto más patético del periodista actual. Que es un esclavo, pero no sabe que lo es.      

Lo peor de la democracia televisada es el engaño, la estafa, lo inauténtico. Pero, eso sí, es la única forma de que González aparente sincero, Aznar humilde y Zapatero listo.

Eulogio López

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A FALTA DE VERGÜENZA CONVIENE HACER MEMORIA

A FALTA DE VERGÜENZA CONVIENE HACER MEMORIA.

Rosa Díez, Portavoz de Unión Progreso y Democracia (UPyD)
23 de diciembre de 2007

Primo Levi reclamaba "el deber de recordar" como único instrumento para evitar que se reprodujera el genocidio contra el pueblo judío o la llegada al poder de otro tirano como Hitler.


Salvadas las distancias y sin el dramatismo que acompañó el relato de Levi, merecería la pena que en el final de una legislatura perfectamente prescindible, fracasada y globalmente negativa, no permitiéramos que nos adormezcan con las altas dosis de cloroformo que el gobierno está dispensando a diestro y siniestro. No podemos permitirnos el lujo de olvidar; si no recordamos quien hizo qué a lo largo de estos cuatro años; si no reaccionamos ante los intentos del gobierno de desviar la atención; si nos dejamos engatusar por las frases y los gestos de última hora que niegan el comportamiento y la estrategia diseñada y seguida al milímetro durante los últimos cuatro años, cometermos un gravísimo error. Y los artífices del engaño, los campeones del relativismo, volverán tener en sus manos la posibilidad de profundizar en las políticas que nos han convertido en el único país europeo que no tiene en vigor ni un sólo consenso bá sico; en la única democracia cuyo gobierno ha puesto en quiebra el orden constitucional.

Digo esto porque el gobierno ha puesto en marcha la maquinaria propagandística para que olvidemos lo que hicieron durantre estos cuatro años; para que olvidemos a quienes colocaron entre los buenos; para que olvidemos a quienes colocaron entre los malos; para que olvidemos cual era la apuesta de futuro del Presidente Zapatero (ese "futuro incluyente" (?) del que ha hablado cuando inauguraba el AVE en Valladolid)-- y quienes representábamos "el pasado"; para que olvidemos que algunas de las cosas que ahora nos prometen "arreglar" han sido ellos los que las han estropeado.

Me explico; si Rubalcaba dice ahora que el Estado "no consentirá nunca que ETA tenga la pistola en una mano y la política en la otra", para afirmar a continuación que en el auto de Garzón por el que se imputaba a Fullaondo se perciben pruebas para iniciar un procedimiento de ilegalización contra ANV, y que la sentencia de la Audiencia Nacional conocida esta semana acerca de que Ekin, Kas y Xaki, en la que se establece que estos tres grupos forman parte de las "entrañas" de ETA,"justamente va en esa dirección de la lucha contra el terrorismo", debemos recordarle que si ANV y el PCTV están en las instituciones democráticas es justamente porque el Gobierno de la nación, ese del que él es Ministro del Interior, les permitió que entraran.

A Rubalcaba hay que recordarle que fué su partido y el gobierno de Zapatero el que decidió permitir que una parte de ETA entrara en las instituciones vascas y navarras. A Rubalcaba hay que recordarle que fue esa Fiscalía General del Estado al Servicio del Gobierno del PSOE la que, en connivencia con el Ministro de Justicia --recuerden, el que decía que la aplicación de la Ley de Partidos para evitar que ETA volviera a las instituciones "sería una especie de guantanamo electoral"-- decidió impugnar sólo una parte de las candidaturas de ANV --recuerden el argumento:donde haya dos o más miembros reconocidos del entramado de ETA-- impidiendo así que el Supremo las anulara todas. A Rubalcaba hay que recordarle que ANV y PCTV están en las instituciones porque ellos les dejaron volver como parte de las negociaciones políticas que tenían en marcha con ETA; les dejaron volver sabiendo que eran ETA, como "adelanto" del pago glogal previsto. A Rubalcaba hay que recordarle que hace más de un año que se supo --porque fue detenido-- que un terrorista estaba a sueldo del PCTV en el Parlamento Vasco; y ni la Fiscalía ni Garzón --que ahora parece enterarse quien le paga el sueldo a Fullaondo--hicieron nada.

A Rubalcaba hay que recordarle que cada año les pagamos de nuestros impuestos unos siete millones de euros a estos terroristas que ellos, el gobierno de Zapatero, el partido socialista, han permitido llegar a las instituciones. A Rubalcaba hay que recordarle que ese entramado terrorista llamado hoy ANV y PCTV fue expulsado de las instituciones merced al pacto de estado contra el terrorismo que ellos, los socialistas y el gobierno de Zapatero, se dieron prisa en romper en cuanto llegaron al gobierno. A Rubalcaba hay que recordarle que los terroristas que expulsamos merced a la ley de Partidos de las instituciones contribuyeron desde dentro a preparar atentados, como se probó más de una vez en la Audiencia Nacional. A Rubalcaba hay que recordarle que los que hoy están dentro, hagan lo que hagan, han llegado ahí gracias a él y a sus compañeros de Gobierno.

O sea, que si tenemos problemas para echarles de donde están es porque el PSOE y el gobierno de Zapatero dejó a la fiera volver.Ya está bien de pirómanos bomberos; ya está bien de que actúen como si les tuviéramos que agradecer que hagan ahora el trabajo. Un trabajo que nunca hubieran necesitado hacer si antes no hubieran roto el consenso en política antiterrorista; un trabajo que nunca hubieran necesitado hacer si, con firmeza y sentido de la responsabilidad, hubieran seguido adelante con la política más exitosa en la lucha contra ETA que ha conocido la democracia española .

O sea, menos lobos, Ministro. Haga el favor de tratarnos como a personas mayores. Y empiece a explicarnos qué vamos a hacer con los que ya están dentro.

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Permitidme tutearos, imbéciles

Permitidme tutearos, imbéciles



(PD).- Lo habíamos leido ya, como hacemos con todo lo que escribe Arturo Pérez Reverte, pero no hemos tomado la decisión de reproducirlo y darle aire hasta que no empezaron a llegarnos mensajes de correo electrónico subrayando que nuestro viejo reportero, nuestro mejor novelista y nuestro querido amigo "tiene toda la razón".

Por su indudable interés para España y los españoles, para quienes estudian o pretenden hacerlo, para los políticos que nos gobiernan y los que lo harán después de las generales de marzo de 2008, para el país en general, reproducimos -singular y excepcionalmente- esta columna aparecida en el XLSemanal.

PATENTE DE CORSO, por Arturo Pérez-Reverte

Permitidme tutearos, imbéciles

Cuadrilla de golfos apandadores, unos y otros. Refraneros casticistas analfabetos de la derecha. Demagogos iletrados de la izquierda. Presidente de este Gobierno.

Ex presidente del otro. Jefe de la patética oposición. Secretarios generales de partidos nacionales o de partidos autonómicos. Ministros y ex ministros –aquí matizaré ministros y ministras– de Educación y Cultura. Consejeros varios. Etcétera.

No quiero que acabe el mes sin mentaros –el tuteo es deliberado– a la madre. Y me refiero a la madre de todos cuantos habéis tenido en vuestras manos infames la enseñanza pública en los últimos veinte o treinta años. De cuantos hacéis posible que este autocomplaciente país de mierda sea un país de más mierda todavía.

De vosotros, torpes irresponsables, que extirpasteis de las aulas el latín, el griego, la Historia, la Literatura, la Geografía, el análisis inteligente, la capacidad de leer y por tanto de comprender el mundo, ciencias incluidas.

De quienes, por incompetencia y desvergüenza, sois culpables de que España figure entre los países más incultos de Europa, nuestros jóvenes carezcan de comprensión lectora, los colegios privados se distancien cada vez más de los públicos en calidad de enseñanza, y los alumnos estén por debajo de la media en todas las materias evaluadas.

Pero lo peor no es eso. Lo que me hace hervir la sangre es vuestra arrogante impunidad, vuestra ausencia de autocrítica y vuestra cateta contumacia.

Aquí, como de costumbre, nadie asume la culpa de nada. Hace menos de un mes, al publicarse los desoladores datos del informe Pisa 2006, a los meapilas del Pepé les faltó tiempo para echar la culpa de todo a la Logse de Maravall y Solana –que, es cierto, deberían ser ahorcados tras un juicio de Nuremberg cultural–, pasando por alto que durante dos legislaturas, o sea, ocho años de posterior gobierno, el amigo Ansar y sus secuaces se estuvieron tocando literalmente la flor en materia de Educación, destrozando la enseñanza pública en beneficio de la privada y permitiendo, a cambio de pasteleo electoral, que cada cacique de pueblo hiciera su negocio en diecisiete sistemas educativos distintos, ajenos unos a otros, con efectos devastadores en el País Vasco y Cataluña.

Y en cuanto al Pesoe que ahora nos conduce a la Arcadia feliz, ahí están las reacciones oficiales, con una consejera de Educación de la Junta de Andalucía, por ejemplo, que tras veinte años de gobierno ininterrumpido en su feudo, donde la cultura roza el subdesarrollo, tiene la desfachatez de cargarle el muerto al «retraso histórico».

O una ministra de Educación, la señora Cabrera, capaz de afirmar impávida que los datos están fuera de contexto, que los alumnos españoles funcionan de maravilla, que «el sistema educativo español no sólo lo hace bien, sino que lo hace muy bien» y que éste no ha fracasado porque «es capaz de responder a los retos que tiene la sociedad», entre ellos el de que «los jóvenes tienen su propio lenguaje: el chat y el sms». Con dos cojones.

Pero lo mejor ha sido lo tuyo, presidente –recuérdame que te lo comente la próxima vez que vayas a hacerte una foto a la Real Academia Española–. Deslumbrante, lo juro, eso de que «lo que más determina la educación de cada generación es la educación de sus padres», aunque tampoco estuvo mal lo de «hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que tenemos».

Dicho de otro modo, lumbrera: que después de dos mil años de Hispania grecorromana, de Quintiliano a Miguel Delibes pasando por Cervantes, Quevedo, Galdós, Clarín o Machado, la gente buena, la culta, la preparada, la que por fin va a sacar a España del hoyo, vendrá en los próximos años, al fin, gracias a futuros padres felizmente formados por tus ministros y ministras, tus Loes, tus educaciones para la ciudadanía, tu género y génera, tus pedagogos cantamañanas, tu falta de autoridad en las aulas, tu igualitarismo escolar en la mediocridad y falta de incentivo al esfuerzo, tus universitarios apáticos y tus alumnos de cuatro suspensos y tira p'alante.

Pues la culpa de que ahora la cosa ande chunga, la causa de tanto disparate, descoordinación, confusión y agrafía, no la tenéis los políticos culturalmente planos. Niet.

La tiene el bajo rendimiento educativo de Ortega y Gasset, Unamuno, Cajal, Menéndez Pidal, Manuel Seco, Julián Marías o Gregorio Salvador, o el de la gente que estudió bajo el franquismo: Juan Marsé, Muñoz Molina, Carmen Iglesias, José Manuel Sánchez Ron, Ignacio Bosque, Margarita Salas, Luis Mateo Díez, Álvaro Pombo, Francisco Rico y algunos otros analfabetos, padres o no, entre los que generacionalmente me incluyo.

Qué miedo me dais algunos, rediós. En serio. Cuánto más peligro tiene un imbécil que un malvado.

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Un Gobierno más ocupado en cambiar el Estado que en gestionar bien sus recursos.

Un Gobierno más ocupado en cambiar el Estado que en gestionar bien sus recursos - elConfidencial.com

José Luis González Quirós* - 02/01/2008



A lo largo de la legislatura han sido frecuentes las voces que han dado por finiquitado el sistema nacido de la Constitución de 1978. Creo que hay que considerar esas voces más como advertencia que como constatación, pero sería necio ignorar que se está poniendo en cuestión su legitimidad, algo que todo el mundo habría considerado tan inútil como insensato hace muy poco tiempo. Es necesario, por tanto, plantearse cuáles son los límites que no habría que sobrepasar sin poner en riesgo el mencionado sistema y enjuiciar, a la luz de esos límites, el significado de la presente legislatura.

¿Qué ha pasado en realidad? La suplantación de un período de plena identificación con la Constitución por un proceso de reinterpretación y/o de ruptura de la misma, no es algo que suceda milagrosamente ni en un instante. Hay que hacer algo de historia para entender el fenómeno. El primer paso en ese proceso de deslegitimación fue la relectura de la transición que, todo hay que decirlo, tal vez había sido mitificada en exceso. Un sector muy significativo de la izquierda intelectual no supo digerir la mayoría absoluta del PP y, en alianza con una dura oposición ( Prestige, No a la guerra), comenzó una labor de zapa haciendo ver que, para poner en pie la democracia, la izquierda había cedido más de lo debido a consecuencia de la presión militar.

Se piense lo que se piense de esa interpretación, es claro que creó el escenario preciso para que Zapatero pudiese concebir un nuevo orden político no basado en la alternancia con el PP, sino sustentado en una coalición con los nacionalistas que, como de propina, permitiría estabilizar el sistema un poco más a la izquierda. El Pacto del Tinell y la proclamación de un apoyo incondicional a la reforma del Estatuto catalán anunciaron lo que iba a pasar en caso de victoria electoral del PSOE, que fue exactamente lo que pasó tras el salvaje atentado de Madrid y las elecciones del día 14 de Marzo.

Un balance negativo de legislatura

Tanto si nos atenemos a lo ofrecido a los socios de Zapatero como a los intereses del Estado, el balance negativo de la legislatura está fuera de discusión. Los nacionalistas están más insatisfechos que nunca y muestran su afán separatista con desenvoltura nunca vista; la economía no da signos de bonanza; se han roto las reglas del equilibrio territorial; se ha quebrado el consenso contra el terrorismo; la posición y la visibilidad internacional de España han experimentado una mengua rotunda; el terrorismo ha vuelto por sus fueros y muchas de las funciones básicas del Estado, tal que educación, diplomacia o infraestructuras, se realizan de modo deficiente, como, por otra parte, es inevitable cuando un Gobierno piensa más en cambiar el Estado que en administrar bien sus recursos. Por último, la Monarquía, pieza clave en el equilibrio institucional, se ha visto sometida a toda clase de tensiones, lo que, si somos optimistas, tal vez pueda servir para que mejore su rendimiento en el futuro.

Hemos pasado del confort de un país que merecía elogios universales, tanto a derecha como a izquierda, tanto aquí como fuera, a vivir en un sistema puesto en cuestión por unos y otros, un sistema sometido a toda clase de pruebas. Estos son los hechos, los perfiles de una situación peligrosa pero no definitiva, porque son muchas las cosas que se pueden hacer a partir de esta constatación, teniendo en cuenta que en política no hay nada definitivo.

Las elecciones generales supondrán un hito fundamental en el destino de nuestro sistema político. Creo que se puede descartar por completo una victoria rotunda del PSOE, porque es evidente que el conjunto de lo que está pasando no gusta a una gran mayoría de españoles, tanto a la izquierda como a la derecha. Si el PSOE pierde las elecciones, es decir, si obtiene aún menos votos y escaños que los que tiene, parece obvio que el PP debería de propiciar un acuerdo con el nuevo líder socialista para poner límites claros al envejecimiento forzado del sistema. Por el contrario, si el PSOE repite, debería pasar algo muy similar, aunque no habría que descartar que ZP, como González tras las elecciones de 1993, diga que "ha entendido el mensaje", pero siga actuando como si no lo entendiese.

Los españoles deberíamos plantear nuestro voto conforme a este panorama de posibilidades, teniendo en cuenta que los límites del sistema no se pueden modificar a capricho, porque no son infinitamente elásticos. Lo más grave que podría suceder en la próxima legislatura es que se siguiese procediendo a una voladura de la Constitución sin advertirlo a los electores y sin pensar a fondo un sistema alternativo sobre el que se debería pronunciar el pueblo soberano. Es inquietante que se pueda estar pensando en alterar los planos del edifico mientras la gente, más o menos distraída, piensa que se está procediendo a pequeñas reformas. Caben alternativas al sistema vigente, y es incluso posible que algunas sean mejores. Lo que es intolerable es que seamos llevados a donde seguramente no querríamos ir a base de equívocos, de improvisación, de cintura y de optimismo insensato.

*José Luis González Quirós es analista político y escritor

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